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​​Sheinbaum acelera su apuesta por el Plan México en plena tormenta arancelaria con EE UU

La estrategia sexenal para atraer inversión y apuntalar el crecimiento avanza con acuerdos con empresarios, incentivos para agricultores, ganaderos e inversionistas y facilidades de financiamiento

Claudia Sheinbaum
Karina Suárez

El Plan México, la hoja de ruta sexenal del Gobierno de Claudia Sheinbaum para atraer inversión y apuntalar el crecimiento económico, va tomando forma frente a un escenario repleto de incertidumbres. El nuevo amago del presidente Donald Trump de elevar los aranceles a las exportaciones mexicanas al 30% a partir del próximo 1 de agosto eleva el pulso, una vez más, sobre su vecino país del sur. Puertas adentro, la mandataria acelera el paso para implementar la estrategia a través de sus reuniones con empresarios, el lanzamiento de incentivos para agricultores, ganaderos e inversionistas y facilidades de financiamiento. El horizonte, no obstante, pinta retador ante la desaceleración económica del país, una inflación que no cede y más de tres meses de generación de empleos a la baja.

Sheinbaum presentó el Plan México a inicios de este año como su carta fuerte para encarar el muro proteccionista de Donald Trump. La apuesta desde entonces para su gobierno era clara: impulsar una mayor producción interna, elevar la sustitución de importaciones asiáticas y promover una mayor integración industrial en América del Norte, bajo el paraguas del tratado comercial, TMEC. El banderazo de salida de la estrategia sexenal estuvo acompañada de metas ambiciosas en atracción de 277.000 millones de dólares en inversión y más de 1,5 millones de empleos por año. El panorama actual no es sencillo. Los embates arancelarios desde Washington, la reducción de la inversión por parte del Gobierno federal y la desaceleración económica interna han ralentizado, en la práctica, el despegue de este ambicioso proyecto.

A pesar de estos cambios en el cronograma, el Plan México se mantiene como la carta fuerte del gobierno de Sheinbaum para reflotar la economía. Esta semana, la presidenta se reunió en Palacio Nacional durante dos horas con los principales hombres del negocio del país para abordar los puntos finos de esta estrategia. Tras el encuentro, Francisco Cervantes, presidente del Consejo Coordinador Empresarial (CCE) indicó que se evaluaron los planes de infraestructura con mayor viabilidad para echarse a andar. Además del líder del CCE, asistieron el empresario Carlos Slim y los directivos de empresas como Vitro, Alfa, Sigma.

Francisco Cervantes, presidente del CCE.

En esta misma línea, a principios de este mes, Nacional Financiera colocó más de 10.000 millones de pesos en certificados bursátiles para financiar los proyectos del Plan México. A esta millonaria colocación se han sumado una serie de incentivos para echar a andar los llamados Polos del Bienestar y los anuncios de inversión que, semana a semana, han hecho las empresas afincadas en el país, en el marco de esta estrategia. El desembolso más reciente es el plan de inversión de Bimbo por 2.000 millones de dólares, en los próximos tres años. Antes de ellos, otras empresas, como Walmart y Mercado Libre, han dado a conocer sus planes de invertir durante la Administración Sheinbaum.

Rodrigo Aliphat, experto en política industrial del CIDE, explica que el Plan México fue un proyecto que se pensó, originalmente, como una alianza comercial con Estados Unidos, se pensó aún con la idea del nearshoring y de aprovechar la relocalización de empresas, un panorama que ha ido cambiando en el transcurso de los meses, a golpe de aranceles. Para el especialista, la clave para México, ante un mercado estadounidense altamente volátil, pasa por fortalecer el mercado interno. “Se deben desarrollar empresas nacionales, que piensen en su mercado interno y que piensen en la economía mexicana. Está bien exportar a otros países, pero va a ser un paliativo que no va a ser suficiente y que nos va a llevar a la misma paradoja en la que estamos ahorita con Estados Unidos, la de depender de otra economía para mantener el crecimiento económico”, menciona.

A estas alturas del partido, indica el investigador del CIDE, más allá de un cambio de estrategia, lo que se requiere es un reajuste del plan donde no se pierda de vista la apuesta por el contenido nacional, por la generación de empleos manufacturados y por el desarrollo de inversiones en industrias con potencial de crecimiento en el país. “Lo más central es el financiamiento de la inversión pública y cómo el gobierno de la presidenta, Claudia Sheinbaum, va a financiar proyectos productivos y va a apoyar a los productores nacionales”, zanja.

Un empresario del sector industrial, que optó por el anonimato, añade que, aunado a la incertidumbre externa por los aranceles de EE UU, el Plan México enfrenta limitaciones presupuestales ante la caída en la inversión física a nivel federal. En términos de las planeaciones, el problema no es que el diagnóstico no esté bien, es que los resultados no llegan, no se alcanza a desdoblar debido al poco margen de maniobra que tiene el gobierno de EE UU.

Sobre el papel, la estrategia sexenal de Sheinbaum busca que el 50% de la proveeduría y el consumo nacional sean hechos en México, además, de elevar en un 15% de contenido nacional en los sectores: automotriz, aeroespacial, electrónico, semiconductores, farmacéutico, químico, entre otros en 2030. A meses de su puesta en acción, empresarios y autoridades mexicanas, están haciendo un nuevo corte de caja para concretar, finalmente, que las promesas ahí plasmadas se convierten en una realidad sobre el terreno.

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Sobre la firma

Karina Suárez
Es corresponsal de EL PAÍS en América, principalmente en temas de economía y sociedad. Antes trabajó en Grupo Reforma. Es licenciada en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y Máster de periodismo de EL PAÍS.
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