El cobre obliga a México a batirse de nuevo en negociaciones con Estados Unidos fuera del TMEC
Los internacionalistas esperan que Sheinbaum reconduzca las desavenencias comerciales con su vecino forzando convenios generales


El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, lleva a la incandescencia un nuevo metal, el cobre, con el anuncio de aranceles del 50% a las importaciones, que afectarían severamente a México, décimo productor mundial en esta minería, con Sonora, Zacatecas y San Luis Potosí a la cabeza. México exporta a Estados Unidos y China la mayor parte de su cobre refinado, según datos de la Secretaría de Economía. Como ocurre con tantas otras mercancías, Estados Unidos también es un gran productor del cobre, el quinto, pero entre exportaciones e importaciones a unos y otros países, la balanza comercial sale positiva para México, con 2.516 millones de dólares a su favor. En concentrado de cobre son Canadá y China los principales destinos de las minas mexicanas. Los aranceles vienen a complicar de nuevo la maraña comercial que enlaza al mundo, sin que los tres socios del tratado de libre comercio para América del Norte acaben de gestionar sus asuntos al margen del vaivén al que el republicano somete al resto de países.
Las sorpresas diarias no dan tregua, razón por la cual los expertos internacionalistas se preguntan por qué México sigue jugando a la defensiva en lugar de hacer valer su posición de socio prioritario consagrada en el tratado comercial con Estados Unidos y Canadá, el TMEC. Y eso es lo que parece estar buscando, por último, la presidenta Claudia Sheinbaum, con el envío de una delegación a Washington este viernes con los secretarios de Economía, Hacienda y Relaciones Exteriores, para alcanzar al menos un “acuerdo general” que ponga en la balanza de negociación los muchos intereses cruzados entre ambos países y aparte de una vez el goteo de amenazas con el que se desayunan. “Sería lo deseable”, dice Roberto Zepeda, del Centro de Investigaciones Sobre América del Norte de la UNAM.
La presidenta persiste en su estrategia de sosiego frente al vecino, de quien ha asegurado que lo que importa es vital para sus empresas y en todo caso, ha lanzado la mirada hacia China, que también es un gran importador del metal mexicano. En el caso del cobre, México tiene además un gran mercado interior al que podría dirigir su producción, reduciendo con ello la dependencia de segundos países. Mientras tanto, la amenaza arancelaria pende otra vez sobre miles de familias implicadas en la producción de cobre, un horizonte que se ha situado en esta ocasión en el 1 de agosto, si otros acuerdos no traen antes la tranquilidad a las minas.
“El departamento de Comercio de Estados Unidos ya inició sus investigaciones sobre el cobre en febrero y una vez concluidas se han anunciado los aranceles. Son muy malas noticias para México, también para Chile y Perú [los dos grandes productores mundiales]”, dice Aribel Contreras, coordinadora de la licenciatura de Negocios Globales en la Universidad Iberoamericana. “El cobre se sumará a los Estados que ya vienen golpeteados por los aranceles del acero y el aluminio”, dice la analista internacional, a quien le preocupa que Trump meta a México en la misma canasta que al resto de países con los que no tiene un acuerdo comercial como el TMEC. “Viajar a Washington no es suficiente, urge cambiar la arquitectura diplomática, desde el embajador hacia los consulados”, afirma. La diplomacia, explica, debe penetrar el ámbito parlamentario para que se negocie con los Estados que más dependen del cobre mexicano en Estados Unidos.
Ahora, el Departamento de Comercio está revisando la madera. Si, como en el caso del cobre, la conclusión son nuevos aranceles, sería Canadá quien saldría más perjudicada en ese duelo. “Ya se debería haber planteado una negociación a tres bandas”, entre los socios del TMEC, dice Contreras, pero no tiene “certezas” de que la revisión de ese tratado, prevista para este segundo semestre de 2025, no se vaya alargando, quizá para el último trimestre, afirma.
Estados Unidos celebrará elecciones intermedias en noviembre del año que viene, un escenario incierto para cualquier negociación previa, que lo mismo puede ayudar que perjudicar el intercambio entre naciones, habida cuenta de que el factor electoral embadurnará las conversaciones. “Además, en Estados Unidos se utilizará a la sociedad para los fines personales porque no hay que olvidar que Trump no es un político, sino un empresario”, dice la analista.
La cercanía de las elecciones estadounidenses cruzándose con la revisión o renegociación del TMEC también “podría suponer un beneficio”, aventura Roberto Zepeda, “puesto que todo, en cualquier momento está contaminado por lo electoral”, pero en esta ocasión está en juego la mayoría trumpista en la Cámara baja, donde se dirime lo comercial “y algunos Estados que comercian con México podrían hacer valer sus posiciones”, dice. Además, “tanto México como Canadá pueden, en ese escenario, responder no con aranceles espejo, sino dirigidos a otros sectores”, sostiene Zepeda. En todo caso, siempre se puede llegar a acuerdos bilaterales entre México y Estados Unidos y Estados Unidos y Canadá que salven la revisión del TMEC, afirma el internacionalista. “La confianza del consumidor está cayendo en Estados Unidos y eso tampoco es un buen dato para ellos”, añade.
El aterrizaje este viernes en Washington de la delegación mexicana dará nuevas pistas sobre el camino que seguirán las cosas entre dos socios comerciales de primer orden, pero mucho se ha hablado de la tendencia de Trump a saltarse a la torera lo que han negociado sus equipos y cerrar él solo, posteriormente, los acuerdos en un cara a cara con sus homólogos. Si ese es el caso, la única reunión concluyente será la de Sheinbaum, de la que por ahora nada se ha dicho.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Sobre la firma
