Ioan Grillo: “En Estados Unidos matan niños con rifles de asalto y no cambian la ley… ¿Qué les va a importar México?”
El autor inglés presenta la traducción de su libro ‘Sangre, Armas y Dinero’, un llamado al “sentido común” y una denuncia de la paradoja estadounidense, que ve más peligro en un migrante que en una ametralladora


Tiempos extraños para el continente americano, particularmente para México, bisagra entre los mundos latino y anglosajón, saco de boxeo favorito de la gran potencia mundial, Estados Unidos, que ve en su vecino sureño el origen de todos sus males. Amenazas arancelarias y amagos de intervenciones militares dibujan hoy en día la relación binacional, construida sobre la idea maniquea del sur problemático, fuente inagotable de drogas y migrantes, la gran pesadilla del todopoderoso Partido Republicano. México se defiende como puede, desde la mesura, tratando de alumbrar la otra cara de la moneda, los conflictos que fluyen del norte y que apenas interesan en Washington.
Es la paradoja fundacional: los Estados Unidos de Donald Trump exigen a México que resuelva los problemas comunes –las drogas, los migrantes– sin detenerse a pensar en su propia responsabilidad. De esas coordenadas yace el trabajo de Ioan Grillo, periodista, escritor, trotamundos, que ha dedicado sus últimos 24 años a documentar las dinámicas del crimen en Norteamérica, el tráfico de sustancias, la violencia, las lógicas, inercias y desencuentros de los grupos criminales de este nuevo siglo, las patas, en fin, de una economía enorme y vaporosa, que no entiende de fronteras, interesada exclusivamente en el mercado y el lucro.
Grillo (Inglaterra, 1973) descansa estos días en su pueblo, cerca de la ciudad costera de Brighton, mientras promociona la traducción de uno de los tres libros que ha dedicado al tema, Sangre, Dinero y Armas. Cómo se arman los cárteles y las pandillas, que publica en español la editorial Trillas. El autor habla con EL PAÍS por videollamada, apenas unos días después de que la Corte Suprema de EE UU tumbara la demanda del Gobierno mexicano contra un puñado de fabricantes de armas, por su presunta responsabilidad en la ola de violencia que vive el país. “No creo que sea un fracaso”, dice, “porque ha puesto el tema del control de vuelta sobre la mesa”.
Pregunta. Recordaba esta mañana el operativo Rápido y Furioso, a partir del cual autoridades de EE UU permitían el envío de armas a México, supuestamente para rastrear redes de tráfico… Fue un desastre, pero solo convirtió en un escándalo cuando una de las armas fue usada en el asesinato de un agente de la Border Patrol, en 2011. ¿Qué esperanza hay de que EE UU entienda que parte de la crisis binacional es culpa suya?
Respuesta. Siempre he pensado en esto. Llevo 25 años trabajando aquí en México y EE UU. Desde 2004 y 2005, miraba el tema de las armas, el tráfico. Y pensaba, ¿qué podemos hacer nosotros? Y mira… Incluso con la masacre en la primaria de Connecticut en 2012 [en la que fueron asesinados 20 niños] no quisieron revisar la ley… Están matando niños gringos y no cambian la ley, ¿qué les va a importar México?
Luego entrevisté a este traficante de armas de Ciudad Juárez, que me explicó muy bien cómo funciona el tráfico. Ahí me doy cuenta de que casi están regalando las armas a los carteles, como si fuera fruta fácil de agarrar del árbol para ellos.
Es verdad que, ahora, las autoridades de EE UU tienen más herramientas para actuar. Hay dos leyes nuevas que pueden servir contra el tráfico, una es la ley federal contra tráfico de armas, de 2022, y la otra la designación de cárteles como terroristas, del Gobierno de Trump. ¿Van a usarlas? No sé, pero no sería tan difícil… Con pocos casos podrían tener un impacto enorme. Porque las penas han aumentado muchísimo, incluso hasta cadena perpetua, si hay muertos [producto de disparos de armas traficadas]. México tiene espacio para presionar con esto.
P. En 2022, 15 millones de armas se vendieron en EEUU. Arizona y Texas fueron el origen de la mayoría, en concreto, 10 pueblos o condados. ¿Por qué EE UU no aumenta los controles en estos lugares?
R. La agencia que se dedica a eso es la Agencia de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos, ATF por sus siglas en inglés. Históricamente, la agencia ha dedicado relativamente pocos agentes a eso. Al fin y al cabo, en EE UU, las armas son un comercio legal… Un lugar donde más trafican es Phoenix, en Arizona, pero la ATF solo tiene 20 agentes allí, para miles de tiendas. Para que te hagas una idea, en EE UU hay cinco veces más tiendas de armas que restaurantes McDonalds.
Los carteles usan cuatro métodos para conseguir armas, el más común es el de usar straw buyers, o compradores de paja [personas con nacionalidad estadounidense que pueden comprar cuantas armas quieren sin problema alguno]. Cuando los encuentran, muchas veces no hay castigo. Mira por ejemplo el caso del agente del ICE, Jaime Zapata, asesinado en México en 2011, con un arma que venía de EE UU. Al straw buyer ni lo metieron en la cárcel. Le dieron probation [libertad condicional]. No es un tema que interese, porque no hay penas para los responsables. Ahora puede cambiar, por la designación de carteles como organizaciones terroristas.
Al segundo método le llaman private sale loophole, una laguna legal que facilita la venta de armas entre particulares. Cuando uno compra un arma en EE UU debe mostrar su identificación y pasar un background check, pero hay excepciones, como la venta entre particulares. Y en las ferias de armas pasa así, venden AR-15 nuevos con la excusa de que son para coleccionar. El traficante de Juárez [que entrevisté para el libro] hacía eso. Una solución es cerrar ese hueco, la venta entre particulares. Pero son millones de armas que se venden así, modalidad que además recibe el apoyo de la Asociación Nacional del rifle. Ellos lo defienden, porque están en contra de cualquier reforma.
P. El AR-15 es el símbolo del tráfico masivo de EE UU a México, desde hace 21 años, tras el fin de las restricciones a las ventas de armas automáticas en EE UU. ¿Hay solución o marcha atrás?
R. La restricción termina en 2004. Y en México aumenta la narcoguerra, la violencia, incluso antes del Gobierno de Felipe Calderón (2006-2012). En ese tiempo empezaban a aparecer los ejecutómetros... Seguro que el fin de la restricción es un factor que contribuye a esto. Pero no es el único, es un proceso en el que además tiene que ver el cambio político, el cambio en las rutas de la cocaína, que pasan de la conexión Florida, a los rutas por tierra en México…
Si vas a los años 80, 70 en EE UU, el AR-15 no era tan popular. La gente tenía rifles de caza, pistolas. Pero cuando se acaba la restricción, empiezan a fabricarlo y fabricarlo. Llega Obama y dice, ‘oye, voy a poner restricción, y la gente compra muchísimos… Veo difícil que vuelvan a prohibir la venta de armas de asalto. Trump no lo va a hacer.
P. Calcula que, cada año, 200.000 armas son traficadas de EE UU a México. ¿Las fronteras son solo para migrantes y drogas?
R. La cifra que más uso es la siguiente: de 2007 a 2023 son 227.000 armas decomisadas en México, rastreadas a fábricas estadounidenses. Eso es un hecho, un dato duro. México y los medios deben hacer presión sobre esto. Fue eficaz la demanda que interpuso México contra las empresas de armas, aunque fracasó después de cuatro años. Pero logró poner este tema en los medios, las pláticas. Y debe insistir.
P. Ha mencionado la historia de Jorge, que deja un trabajo en la construcción por 6.000 pesos al mes, para ganar 10.000 dólares por viaje de armas, ¿cómo llega a él?
R. Estaba investigando el tema del tráfico de armas. Fui a Juárez e hice contacto con el director del reclusorio estatal, y pregunté por este tema. Él me dijo que tenía un preso que estaba encerrado por eso. Era Jorge. Nos dio acceso para la entrevista y él se mostró muy abierto, contó toda su historia, todo el detalle. En ese mismo viaje fuimos a la feria de armas de Mesquite, en Texas. Y grabamos encubiertos allí. Y ya después fui a Rumania, donde fabrican los AK-47, la historia de la fábrica.
P. ¿Cómo es esta feria de armas?
R. Es un pueblo que tiene muchas ferias de armas. Y en la feria, hay cientos de mesas. Todo tipo de armas, AK-47, AR-15, cosas antiguas, nuevas, una gran cantidad de armas. Y hay mucha gente, entusiastas de las armas, porque allí hay una subcultura impresionante, gente que las ama, que las usa por deporte, como símbolo de libertad… Luego fui a otra más grande aún, en Las Vegas, Shot Show se llama, que no es abierta al público, sino para mayoristas. La feria, por cierto, está muy cerca del lugar donde un hombre mató a balazos a más de 50 personas, en un festival de música, en 2017.
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