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ECONOMÍA MEXICANA
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Las aparentes contradicciones del mercado laboral en México

No es casualidad que algunas de las economías con la menor tasa de desocupación en el mundo sean precisamente algunas de las más pobres y con instituciones de protección social precarias

Crecimiento de la economía mexicana

A partir de distintos indicadores del mercado laboral, uno puede tener una lectura optimista o pesimista del rumbo de la economía en México. Todo depende de cuál indicador es el que se mira. Por ello, es importante entender qué es lo que realmente revela cada uno de ellos y los sesgos que se podrían generar al momento de utilizarlos.

Esta semana se dio a conocer la creación de empleo formal en México (es decir, afiliados al Instituto Mexicano de Seguridad Social, IMSS) en el mes de mayo de 2025. El dato fue negativo: se perdieron más de 45 mil empleos formales en el país. De hecho, este es el segundo mes consecutivo en el que se pierden empleos formales en el país. Un análisis cuidadoso de la tendencia de este indicador muestra una desaceleración constante y significativa en la creación de empleo formal en el país, que inició desde mediados de 2023, que se aceleró en forma significativa en 2024 y que ha continuado en lo que va de 2025. Es decir, se seguían creando empleos, pero cada vez a un menor ritmo. En su comparación interanual, por ejemplo, el empleo formal está prácticamente estancado. El dato a mayo de 2025 es apenas 0.1% superior al de mayo de 2024. Este ritmo tan bajo de generación de empleo formal en el país solo se ha observado antes en periodos de recesión como en 2001, 2008 y 2020.

Los datos anteriores, sin embargo, contrastan notablemente con los de la tasa de desocupación abierta en el país. La cifra más reciente, correspondiente a marzo de 2025, fue de solo 2.2%, su nivel más bajo desde que tenemos registros comparables. ¿Cómo es esto posible? ¿El mercado laboral entonces está bien o está mal? Si el desempleo es tan bajo, entonces uno podría fácilmente concluir que la economía está muy sólida.

La realidad, sin embargo, es que la tasa de desocupación es un indicador relativamente engañoso. Esto se debe tanto a su definición como a factores institucionales del mercado laboral. Veamos cada uno de estos temas por separado. La definición de desocupación implica que una persona no trabajó ni siquiera una hora en los días previos a ser encuestado y que además está buscando activamente empleo. Es decir, si una persona perdió su empleo regular, pero ha estado ayudando en un negocio familiar (con o sin remuneración), entonces no se considera desocupada. Esto también implica que si perdió su trabajo, pero no está buscando empleo activamente, entonces tampoco se considera desocupada (en este caso se considera como inactiva). Si alguien perdió su empleo, pero se consiguió un trabajo temporal por un par de horas al día, en este caso tampoco se considera desocupada, ya que está trabajando parcialmente.

Noten entonces que la condición de desocupado es relativamente estricta y que no tiene nada que ver con el tipo de trabajo (formal o informal), con su duración (tiempo completo o parcial), ni mucho menos con su remuneración (esta puede ser alta, baja, o incluso nula, si se trata de un negocio familiar). En general, no nos dice nada sobre la precariedad del empleo. Esta definición, por cierto, no la establece la autoridad estadística nacional (INEGI), sino que está determinada por los estándares internacionales definidos por la Organización Internacional del Trabajo (OIT), de tal manera que la definición es la misma en todos los países afiliados a dicha organización.

Por todo ello, es perfectamente posible que la economía esté mal o con poco dinamismo y que la tasa de desocupación se mantenga baja. Esto es especialmente cierto en economías de menor desarrollo que no cuentan con instituciones como un seguro de desempleo. Esto es así, porque la ausencia de un ingreso al perder un empleo puede forzar a las personas a conseguirse rápidamente otra actividad, aunque esta sea precaria o temporal. Una persona que hace esto, por lo tanto, no pierde nunca su estatus de ocupado, a pesar de haber perdido su empleo principal.

Así, la ausencia de mecanismos de protección social puede contribuir a que una economía tenga bajos niveles de desocupación por el simple hecho de que la gente no se puede dar el lujo de no tener ningún ingreso. Por ello, no es casualidad que algunas de las economías con la menor tasa de desocupación en el mundo sean precisamente algunas de las más pobres y con instituciones de protección social precarias, como Burundi, Níger y Benin.

En resumen, la tasa de desocupación puede proporcionar una visión sesgada del estatus actual del mercado laboral en el país. En cambio, el ritmo de creación de empleo formal en el país es un mejor indicador para evaluar el estado actual de la economía, ya que refleja lo que está ocurriendo con el segmento de la economía que genera empleos mejor remunerados y con acceso a la seguridad social. Por lo tanto, aunque los indicadores laborales parezcan mandar señales contradictorias de lo que está ocurriendo en el país, la conclusión es inequívoca: la economía mexicana se está desacelerando significativamente y el empleo formal está prácticamente estancado. Esto solo lo hemos visto antes en periodos de recesión económica. Que la tasa de desocupación sea la menor en la historia reciente, no contradice esta conclusión, aunque sí puede contribuir a confundir y a generar un optimismo infundado sobre el estado actual de la economía mexicana.

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