Sonia Encinas, sexóloga: “Durante el posparto la falta de deseo es muy habitual y cumple una función: que te centres en tu criatura”
La propia maternidad de la también autora le dio pie a una investigación en torno a la actividad sexual tras dar a luz que se ha materializado en el libro ‘El sexo de las madres’, en el que recorre temas invisibles como el impacto de la violencia obstétrica en la sexualidad o el placer en la lactancia


Cuando Sonia Encinas (38 años, Madrid) se convirtió en madre en 2019 le sorprendió el silencio que había en torno a la sexualidad en esta etapa. “Me di cuenta de que la sexología apenas la contemplaba como una etapa con características propias”, cuenta. Su propia experiencia la empujó a investigar y a acompañar a mujeres y parejas que atravesaban los cambios que llegan inevitablemente con un hijo. De los aprendizajes y conclusiones que ha ido sacando la sexóloga a lo largo de estos años ha surgido su nuevo libro: El sexo de las madres (Roca editorial).
Tras sus otros dos libros, Feminidad salvaje (B de Bolsillo, 2022) y Sexo afectivo (Montesa, 2023), Encinas recorre en esta ocasión temas invisibles como el deseo en el posparto, el impacto de la violencia obstétrica en la sexualidad, el placer en la lactancia o la relación con el cuerpo durante el embarazo y el posparto. No deja la sexóloga un camino sin pisar. También el de la cultura de sacrificio que como una sombra se cierne sobre lo materno, oscureciendo el goce y el deseo de las madres: “Nos cuidamos las últimas. No nos priorizamos. No atendemos nuestras necesidades”, escribe.
Su reivindicación es que las mujeres tengan derecho a una vivencia sexual propia, informada y placentera, alejada del guion patriarcal, y adaptada a sus nuevas necesidades físicas y emocionales. Porque si la maternidad es pura transformación, también el sexo debe adaptarse a una nueva etapa vital de la que es imposible regresar.
PREGUNTA. ¿Preocupa, en general, que la sexualidad cambie tras la maternidad?
RESPUESTA. Absolutamente. Tenemos muy interiorizada la creencia de que la sexualidad cambia tras la maternidad, pero que lo hace inevitablemente a peor. Y es una creencia muy limitante que responde a lo que llamo en el libro “el guion sexual patriarcal”, es decir, una idea de la sexualidad en la que el hombre heterosexual es el protagonista y las mujeres, objetos garantes de su satisfacción. El sexo claro que cambia, prácticamente todo lo hace después de ser madre. Lo curioso es que entendamos esto, pero que a la sexualidad le pidamos que sea igual a cuando teníamos menos responsabilidades y estábamos en la etapa de enamoramiento de la relación. El sexo cambia, pero no necesariamente a peor. Es más, la experiencia maternal, si la vivimos con permiso, nos conecta con el cuerpo y su sabiduría de una forma muy potente. Mi experiencia es que la sexualidad puede cambiar, incluso, a mejor.
P. En el libro explica que el posparto es parte de nuestra sexualidad, pero esto es algo muy desconocido.
R. La reproducción humana forma parte de la sexualidad. Ahí nunca hay dudas. Y dentro de la reproducción humana está la búsqueda del embarazo, el parto y el posparto, que incluye los nueve meses de gestación extrauterina y la lactancia, de haberla. Para que todos estos procesos se den necesitan de nuestra respuesta sexual. Lo que pasa es que, desde el relato patriarcal de la sexualidad como sinónimo de coito, esto no se contempla, porque la sexualidad propia de las mujeres se ha silenciado tradicionalmente.
P. ¿Por qué cree que la sexología ha ignorado tanto tiempo esta etapa?
R. Se llama patriarcado. Las experiencias sexuales de las mujeres han sido invisibilizadas desde hace generaciones. Y cuando hablamos de sexualidad, lo hacemos con ese guion sexual patriarcal en el que la mujer, que existe como objeto, solo lo hace además en su etapa reproductiva. No se contempla lo que pasa antes ni después, a pesar de que somos sexuales desde que nacemos y hasta que morimos. Esta frase sí que se dice mucho desde la sexología, pero luego extrapolamos la (des)información de la etapa reproductiva a lo demás, como si la sexualidad fuera solo eso, una práctica genital en la que hay una erección y una eyaculación. Bajo el guion, estos son los ingredientes para hablar de sexualidad.
P. ¿Qué papel tienen las expectativas sobre la vida sexual posparto?
R. Las expectativas tienden a jugarnos malas pasadas en nuestra vida sexual siempre. Pero, además, en el posparto, chocan de frente con el mito de la cuarentena, con esa idea popular de que el posparto dura 40 días. La gran mayoría de mujeres no se siente lista para tener relaciones sexuales compartidas en el posparto, mucho menos coitales, cuando todavía les cuesta hasta mirarse los genitales o la cicatriz. Además, hay un clima hormonal que inhibe el deseo sexual durante los primeros meses, pero por desgracia, muchas han naturalizado practicar sexo sin ganas bajo la creencia de que el sexo es algo que hay que practicar cuando tienes pareja para que la relación funcione. La expectativa de que tras 40 días todo vuelve a ser igual genera frustración y mucho malestar.
P. Escribe: “Pensar en sexo, fantasear, tenerlo con una misma… aumenta la posibilidad en pareja”. Dice que si no se piensa, no se practica, no se le da importancia, las ganas no llegan solas. ¿Esto puede ser una presión más?
R. Puede serlo, pero también explico que hay que resignificar lo que es el sexo. Porque no se trata de pensar en él como una tarea o algo que necesita la pareja, sino reconquistar un espacio propio en el que sintamos que el sexo es algo que nos gusta.
P. “Antes todo iba bien”. Esta es una frase que ha escuchado muchas veces a las parejas que atiende.
R. Sí. En general, las parejas se enfrentan a un cúmulo de cosas: el aumento de responsabilidades, el cansancio, la pérdida de espacio y tiempo propio y, sobre todo, la falta de corresponsabilidad que tiene como consecuencia una carga mental brutal en la mayoría de las mujeres. Cuando una está agotada, no queda energía disponible para el disfrute, así que tampoco para el sexo.

P. ¿Es habitual que durante un tiempo no haya deseo y que el foco esté puesto en el bebé?
R. Por supuesto. La crianza es larga y pasaremos por distintas etapas. Y durante el posparto no solo esa falta de deseo es muy común, sino que cumple una función: que te centres en tu criatura, que te enamores de ella, que construyas el vínculo que garantice su supervivencia. Nuestros cuerpos están preparados para fascinarnos y gozar de ese bebé.
P. Da mucha importancia a la comunicación en la pareja. ¿Cómo se puede facilitar?
R. La realidad es que, a veces, necesitamos ayuda profesional para transformar nuestras dinámicas. Porque para que la comunicación funcione en pareja primero cada parte tiene que identificar cuáles son sus necesidades y expectativas y qué emociones siente al respecto. Eso requiere autoescucha, vulnerabilidad. No nos podemos comunicar en condiciones con la pareja si no hemos aprendido a hacerlo también con nosotras mismas. Podemos aprender.
P. Crianza, trabajos que ocupan mucho tiempo, falta de red, poco tiempo solos… ¿Cómo puede reencontrarse la pareja sexualmente después del puerperio?
R. Ese es otro de los pilares troncales del libro: el contexto. Para vivir el sexo desde el bienestar, y no desde la exigencia, necesitamos un contexto más amable, un contexto con algo de espacio para el descanso y el ocio. A veces, eso tarda en llegar. Y otras, no llega. No podemos pedirnos recuperar el espacio sexual cuando no tenemos espacio para el descanso o el disfrute. Suelo preguntar en estos casos tan habituales: ¿deseas recuperar el espacio sexual porque lo echas de menos o porque te dan miedo las consecuencias que su ausencia puede tener? Y la respuesta suele estar inclinada a la segunda opción.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.