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Bombarderos estadounidenses patrullan junto a cazas japoneses en una muestra de fuerza tras las maniobras de Rusia y China

Pekín critica a Tokio por “exagerar” su reacción ante unos ejercicios que forman parte de su programa para mantener la “estabilidad y la paz” regionales

Bombarderos estadounidenses
Guillermo Abril

Lo peligroso de entrar en una espiral de diplomacia en caída libre es que se corre el riesgo de no saber cómo poner freno: a toda acción le sigue una reacción. El miércoles bombarderos estadounidenses con capacidad nuclear volaron junto a cazas de combate japoneses, en una exhibición de músculo militar entre aliados, justo después de los ejercicios bélicos marítimos y aéreos de China y Rusia celebrados en los últimos días en el entorno de Japón.

Tokio y Washington “reafirmaron su firme determinación de impedir cualquier intento unilateral de cambiar el statu quo por la fuerza y confirmaron el estado de preparación tanto de las Fuerzas de Autodefensa [el ejército nipón] como de las fuerzas estadounidenses", ha asegurado este jueves el Ministerio de Defensa japonés en un comunicado recogido por Reuters.

Es el paso más decidido de respaldo aliado en tiempos de grietas en las relaciones entre Japón y China, y llega después de que el ministro de Defensa japonés, Shinjiro Koizumi, mostrara el miércoles su “grave preocupación” para la seguridad nacional tras detectar unos ejercicios aéreos en las proximidades del país. En las maniobras participaron dos bombarderos rusos Tu-95 capaces de portar armas nucleares y dos H-6 chinos, preparados para llevar misiles de largo alcance. En su trayectoria fueron acompañados por ocho aviones de combate chinos.

El rifirrafe lleva más de un mes enredándose cada vez más. Arrancó a principios de noviembre, después de que la primera ministra nipona, Sanae Takaichi, sugiriera que un eventual intento del gigante asiático de bloquear o apoderarse de Taiwán podría suponer “una amenaza existencial” para su país, lo que justificaría el despliegue militar japonés. La isla autogobernada, a la que China considera una provincia rebelde, es una línea roja para los líderes comunistas.

Las autoridades chinas montaron en cólera y, en los últimos días, a la disputa verbal, diplomática, económica y cultural se ha sumado el más peligroso dominio militar. Durante el pasado fin de semana, el portaaviones chino Liaoning llevó a cabo unas controvertidas maniobras en aguas próximas y sensibles para Japón. El Ministerio de Defensa nipón acusó a dos aviones de combate chinos de fijar el sábado sus radares contra dos cazas japoneses. La operación es delicada, pues es una de las que se ejecutan antes de abrir fuego. Tokio llamó a consultas al embajador chino en Japón para expresar su “fuerte protesta”.

La situación comienza a inquietar en los círculos diplomáticos occidentales radicados en Pekín. El miércoles, el secretario general de la OTAN, Mark Rutte, mantuvo una conversación telefónica con el ministro de Defensa nipón, Shinjiro Koizumi, en la que “compartieron su profunda preocupación por este incidente y acordaron mantener una estrecha comunicación entre ellos”, asevera el comunicado oficial publicado por Tokio. En la charla, Koizumi transmitió la “importancia estratégica” de la cooperación entre Japón y la OTAN, así como entre la OTAN y el IP4 (los Cuatro del Indo-Pacífico: Japón, Australia, Nueva Zelanda y Corea del Sur). “La seguridad en las regiones euroatlántica e indopacífica se ha vuelto inseparable”, dijo el japonés.

El miércoles, un portavoz estadounidense del Departamento de Estado cubrió también las espaldas de Japón al asegurar, refiriéndose al incidente del radar, que las acciones de China no conducen a “la estabilidad y la paz regionales”. “La Alianza entre Japón y Estados Unidos está más fuerte y unida que nunca”, añadió. “Nuestro compromiso con nuestro aliado Japón es inquebrantable, y estamos en estrecho contacto sobre este y otros asuntos”.

El país asiático es una pata clave de la estrategia de seguridad estadounidense, y concentra el mayor contingente militar de este país en el extranjero. El Gobierno japonés ha anunciado que Koizumi mantendrá el viernes una llamada con el secretario de Defensa del país norteamericano, Pete Hegseth.

Pekín, entre tanto, ha criticado a Japón por darle excesivo bombo al incidente del radar, y le restan importancia a las maniobras aéreas del martes. “Esta patrulla conjunta forma parte del plan anual de cooperación, y demuestra la determinación y la capacidad de ambas partes para hacer frente conjuntamente a los desafíos de seguridad regional y mantener la paz y la estabilidad en la región”, ha replicado este jueves Guo Jiakun, portavoz chino de Exteriores, en una comparecencia rutinaria. “La parte japonesa no tiene por qué exagerar ni darse por aludida”.

Mientras, Taiwán y Corea del Sur también han elevado protestas ante el incremento de actividad militar China. El ejército surcoreano afirmó que también envió aviones de combate cuando los aviones chinos y rusos entraron el martes en su zona de identificación de defensa aérea, un área que se extiende más allá de su espacio aéreo y es usada para la alerta temprana. A su vez, este jueves, el Ministerio de Defensa de Taiwán ha informado de un aumento de la presencia de aeronaves chinas en su entorno por segundo día consecutivo.

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Sobre la firma

Guillermo Abril
Es corresponsal en Pekín. Previamente ha estado destinado en Bruselas, donde ha seguido la actualidad europea, y ha escrito durante más de una década reportajes de gran formato en ‘El País Semanal’, lo que le ha llevado a viajar por numerosos países y zonas de conflicto, como Siria y Libia. Es autor, entre otros, del ensayo ‘Los irrelevantes’.
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