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La líder depuesta de Bangladés, Sheikh Hasina, condenada a muerte en ausencia por crímenes contra la humanidad

La exprimera ministra, que vive exiliada en la India, ha sido juzgada por la represión de la ola de protestas en 2024

Sheikh Hasina condenada a muerte
Guillermo Abril

Sheikh Hasina, la histórica líder que gobernó Bangladés durante 20 años, ha sido condenada a muerte este lunes por un tribunal bangladesí por crímenes contra la humanidad por ordenar una represión mortífera durante un levantamiento estudiantil en 2024. El veredicto llega tras meses de juicio en el Tribunal Internacional de Crímenes de este país asiático, en la capital, Daca, en el que trataban de dilucidar el rol de la ex primera ministra en la violenta reacción del Gobierno frente a las protestas, que acabaron dejando unos 1.400 muertos, según la ONU.

Hasina, que vive exiliada en la India tras dejar el cargo y abandonar el país en agosto de 2024, calificó la semana pasada al órgano que la ha juzgado en ausencia como un “tribunal irregular”. Este lunes ha añadido que la sentencia ha sido dictada por un “tribunal amañado” creado y presidido por un Gobierno no elegido y sin mandato democrático. “Son parciales y tienen motivaciones políticas”, ha afirmado en un comunicado recogido por Reuters.

La fiscalía solicitaba la pena de muerte contra la exmandataria. Ella ha negado todos los cargos que se le imputan.

Mientras, cientos de manifestantes trataban de reunirse en la capital del país este lunes antes de que se dictara sentencia. Con la seguridad reforzada por miedo a los disturbios, muchos de los manifestantes han sido dispersados.

Hasina ha sido condenada junto a quienes ejercían como ministro del Interior y jefe de Policía durante las protestas. Han sido hallados culpables de permitir la fuerza letal contra los manifestantes y de no ser capaces de prevenir las atrocidades que fueron cometidas contra ellos. De entre los acusados, solo se encontraba presente el entonces jefe de la Policía, Abdullah al-Mamun.

Las protestas estudiantiles de Bangladesh arrancaron en julio de 2024 por el rechazo social a un sistema de cuotas de contratación de funcionarios, que reservaba un 30% de los empleos públicos para los parientes de los combatientes de la guerra de liberación contra Pakistán, en 1971. Pero se acabó convirtiendo en algo mucho mayor. Una ola de descontento juvenil contra el Gobierno de uno de los países más pobres del mundo. Una verdadera protesta de la generación Z, movilizada por el desempleo y la falta de oportunidades, que veían en el sistema de cuotas un privilegio anacrónico e inmovilista de las élites, y no un beneficio a cambio del viejo servicio a la patria.

La llamada Revolución de julio acabaría inspirando además posteriores revueltas en otros países asiáticos, como la de septiembre en Nepal, que también acabó con decenas de manifestantes muertos, y provocó la renuncia del primer ministro, K.P. Sharma Oli. Su eco ha llegado mucho más allá, influyendo incluso en las recientes protestas en Marruecos.

Tras la huida de Hasina, el 5 de agosto de 2024, se formó un gobierno interino en Bangladés con el economista y premio Nobel de la Paz, Muhammad Yunus, al frente. Este Ejecutivo, que sigue en el poder desde entonces, se ha enfrentado a constantes protestas de los partidarios de la exmandataria y de su partido, la Liga Awami (de centroizquierda), hoy ilegalizado. El país, cuya economía sigue siendo frágil, a pesar de los intentos de reflotarla por parte de Yunus, tiene previsto celebrar en febrero unas nuevas elecciones generales; en estos comicios se votará de forma simultánea un referéndum constitucional.

Sheikh Hasina, de 76 años, fue elegida cinco veces primera ministra de Bangladés, el octavo país más poblado del mundo con unos 170 millones de habitantes. Con ella al frente, la Liga Awami se hizo con el poder por primera vez en 1996 y, en dos periodos distintos, gobernó durante 20 años, los 15 últimos seguidos. Fue durante años la esperanza para asentar un Bangladés democrático después de un periodo convulso de guerra y golpes militares.

Sus detractores le acusaron de acabar creyéndose que el poder era suyo y de desarrollar un liderazgo autoritario que no admitía oposición. La contención violenta de las protestas, que dejaron además miles de heridos y detenidos, precipitaron el fin de su Gobierno.

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Sobre la firma

Guillermo Abril
Es corresponsal en Pekín. Previamente ha estado destinado en Bruselas, donde ha seguido la actualidad europea, y ha escrito durante más de una década reportajes de gran formato en ‘El País Semanal’, lo que le ha llevado a viajar por numerosos países y zonas de conflicto, como Siria y Libia. Es autor, entre otros, del ensayo ‘Los irrelevantes’.
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