Madrugada de terror y silencio: el misterio detrás del crimen de Encarnita Polo
El hombre acusado de estrangularla en su habitación de una residencia de Ávila tiene 66 años y está bajo custodia policial en una unidad psiquiátrica


Era de madrugada. En una de las habitaciones de la residencia de ancianos Decanos de Ávila dormía una huésped peculiar: Encarnación Polo Oliva (Sevilla, 86 años). Hacía años que nadie la llamaba Encarnita, el nombre artístico con el que rompió los moldes de la copla, a golpe de minifalda, pelo corto y flequillo en la puritana España franquista de los sesenta. Se sentaba en la cafetería y saludaba a los familiares que iban a visitar a sus padres, abuelos, hermanos. Algunos sabían quién era, pero otros solo sospechaban, por su manera de sentarse y saludar, que esa mujer que compartía bandeja de comedor a las afueras de la ciudad, había visto mucho más mundo del que mostraban esas ventanas.
La noche del pasado jueves al viernes, un hombre de 66 años, que no llevaba ni dos días en el centro, irrumpió en su habitación, según investiga la policía, y la estranguló. Su cadáver fue velado el sábado en un tanatorio abulense, mientras algunos visitaban a los suyos en el centro sin decir una palabra. Ni un famoso se ha asomado por la ciudad amurallada. Y su muerte se ha empapado de silencio y misterio, como si aquí no hubiera muerto una folclórica.
Llevaba viviendo en Decanos de Ávila desde febrero, cuentan fuentes de la empresa que gestiona esta residencia privada de mayores, DomusVi. Un centro con 190 plazas. Se había trasladado a la ciudad hacía más tiempo, después de la pandemia, porque aquí vive su hija, Raquel Waitzman.
Una corona de flores de la Asociación de Familiares de Enfermos de Alzhéimer de Ávila reposa sobre su lápida. También, rosas blancas y margaritas de la Sociedad Artística AIE.
Waitzman pidió en un comunicado el viernes por la noche que se respetara la privacidad de su duelo y advirtió de que no habría declaraciones públicas. Y a su entierro, bajo un aguacero abulense, acudieron solo unos pocos conocidos, además de su hija y uno de sus amigos más cercanos, Antonio Albella, del extinto grupo Locomía. Si un vecino pasara por allí sin haber puesto la televisión o la radio, no sospecharía que ahí se estaba despidiendo a una de las últimas precursoras de la copla yeyé. Aunque pudiera entonar de memoria algunos de sus éxitos como Paco, Paco, Paco.
El conocido presentador de televisión José Manuel Parada se lamentaba este sábado desde Jerez de los 600 kilómetros que lo separaban del cadáver de quien fuera una de sus mejores amigas. “Me enteré anoche de madrugada, porque estuve todo el día en un evento y no pude mirar el móvil, estoy todavía en shock. ¡Cómo ha podido tener un final tan trágico y tan triste!“, contaba a este diario en una conversación por teléfono.
“Cuando me mudé a Madrid hace muchos años, a empezar mi carrera, Encarnita era mi única familia”, señaló. “Hablé hace un par de meses con ella, estaba bien, la encontré en un momento bueno, me contó sus penas y sus alegrías, recordamos tantas cosas bonitas que hemos vivido juntos”, mencionó el presentador, que se quejaba del adiós silencioso a una “grande de la música española”. “En España parece que no sabemos enterrar a nuestra gente, no se entiende bien que la muerte de figuras como ella trascienden a la privacidad de la familia”, señalaba.

Polo llevaba más de una década alejada de los focos. Sobrevivió a un cáncer de mama, fue estafada con unos 70.000 euros por el fraude de las preferentes y ganó el juicio a Bankia. Otros medios publicaban entonces cómo la intérprete había tenido que empeñar joyas. No solo ya era poco conocida, sino que estaba en la ruina. Solo un pico de gloria en 2009 sirvió para reflotar su imagen: un vídeo viral en Youtube, su canción de Paco, Paco, Paco, con el videoclip de Beyoncé y Single Ladies de fondo. Aunque removió de nuevo su nombre y la volvieron a escuchar más de tres millones de personas que jamás se imaginó que lo volverían a hacer, no fue suficiente. Y en 2015 se lamentaba en una entrevista al diario Abc de la resaca cruda después de unos años de gloria. “Las televisiones no pagan, quieren que vaya gratis y eso me quita la ilusión”, reconocía.
El hombre acusado de haberla asfixiado en su habitación está ingresado en la unidad hospitalaria de psiquiatría en Ávila, según fuentes de la Subdelegación del Gobierno. Desde la empresa que gestiona el centro aseguran que no tenían ninguna constancia de comportamientos violentos previos y tampoco estaba considerado como un paciente psiquiátrico. Se encontraba, según explican, en pleno proceso de adaptación a la medicación. Llevaba apenas dos días y estaba a la espera de que el equipo médico y psicológico “valorara algunos ajustes”. “No tenía ninguna relación” con Encarnita, insistieron las mismas fuentes. Tampoco compartían habitación. La Junta de Castilla y León declinó dar ningún tipo de información sobre el crimen alegando que es fin de semana.
Según el relato de los hechos que describen fuentes policiales, la noche del jueves al viernes, el hombre salió de su cuarto y se metió en el que ocupaba Encarnita Polo. Se puso sobre ella mientras estaba en la cama y la asfixió, cuentan, según el testimonio de los celadores, que escucharon los ruidos y corrieron hacia la habitación. Ahí encontraron a Polo que ya no respiraba y al hombre encima de ella, narran estas mismas fuentes. Trataron de reanimarla, pero ya no pudieron hacer nada más.
Por qué el residente, que apenas había ingresado en el centro, decidió ir a por Encarnita es todavía un misterio.
Este sábado, en la puerta de la residencia, Charo Práxedes acudía atónita a visitar a su hermano, de 91 años. No se podía creer que hubiera sucedido algo así en la aparente calma de este recinto ubicado en una zona de chalets a las afueras de Ávila. “Nadie dice nada, todos prefieren no comentar, hay un silencio absoluto”, comentaba Práxedes a la salida de la visita de su hermano, quien asegura que no se había enterado de nada.
A unos seis kilómetros de ahí, en la puerta del tanatorio Isabelo Álvarez no había cámaras de televisión ni micrófonos. Solo un cartel en la entrada advertía a ningún viandante de que ahí se iba a celebrar una misa en honor de doña Encarna Polo Oliva. La discreción que había solicitado la familia se había cumplido a rajatabla. Incluso en el cementerio, donde una decena de coronas de flores recuerdan a Encarnita solo si uno se acerca. Para encontrar su lápida hay que fijarse en una mucho menos discreta, atiborrada de rosas azules y blancas, una escultura floral de un corazón que dice “te quiero”, que no es para Polo, pero que está a un costado y es de un joven que fue asesinado a tiros meses atrás. Ahí, a su sombra, yace Encarnita Polo, la última folclórica.
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