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Sarkozy entrará en prisión el próximo martes 21 de octubre

El expresidente de Francia ingresará en el centro penitenciario de la Santé, en París, uno de los pocos que cumple los requisitos de seguridad necesarios y que ha sido reformado recientemente, con celdas individuales algo más confortables

Sarkozy

El expresidente francés Nicolas Sarkozy apura sus últimos días de libertad antes de entrar en la cárcel tras ser condenado a cinco años de prisión hace dos semanas por un delito de asociación ilícita en el caso que investigaba la financiación de su campaña presidencial de 2007 con dinero del régimen libio de Muamar el Gadafi. La fiscalía financiera le ha comunicado este lunes, según publican varios medios franceses, que el próximo martes 21 de octubre entrará en la prisión de la Santé, en París, una de las dos únicas habilitadas en términos de seguridad para poder acogerle.

Los abogados de Sarkozy querían evitar una imagen que es inédita, la del primer expresidente en Francia que entra en prisión. Sarkozy ocupó el Elíseo entre 2007 y 2012. El Tribunal de París le comunicó la condena el pasado 25 de septiembre, pero se le había convocado este lunes para notificarle la fecha y darle tiempo a resolver sus asuntos personales y profesionales antes de entrar en la cárcel.

El político conservador llegó a su cita poco antes de las dos y salió media hora después, aunque sin hacer declaraciones. Tampoco sus abogados.

Al tratarse de una personalidad política relevante, los únicos centros de detención adaptados en términos de seguridad son la prisión de la Santé, en París, y la de Fleury-Mérogis, también en la región parisina, a unos 20 kilómetros de la capital. La Santé ha sido reformada recientemente y cuenta con celdas individuales algo más confortables.

Los abogados de Sarkozy habían recurrido el fallo. Esto en teoría permite al condenado quedar en libertad hasta que se celebre el juicio en apelación. Sin embargo, los jueces dictaron que la pena para el expresidente se ejecute de manera provisional por “la gravedad excepcional de los delitos” cometidos.

Esta medida, la de que tenga que entrar en la cárcel a pesar de haber recurrido el fallo, ha sido criticada por Sarkozy, que ha denunciado un golpe al Estado de derecho. Otros representantes políticos de derecha y extrema derecha, entre los que se encuentra Marine Le Pen, han arremetido contra los jueces al considerar que se priva a los condenados de sus derechos jurídicos.

La presidenta del tribunal, encargada de leer el fallo, recibió amenazas en las redes sociales tras la sentencia y hay dos investigaciones abiertas. Los sindicatos judiciales han lamentado que se fustigue a los jueces y se cuestione su imparcialidad, y el Elíseo ha denunciado “que los ataques y amenazas de muerte contra los magistrados son inadmisibles”.

Una vez ingrese en la cárcel, Sarkozy, de 70 años, podrá solicitar la libertad provisional al tribunal de apelación, que tiene dos meses para decidir si se la concede o no.

El tribunal de París consideró probado que entre 2005 y 2007, cuando era ministro del Interior, Sarkozy maniobró para obtener apoyo financiero del régimen libio a través de sus colaboradores más cercanos. Se le absolvió de los delitos de corrupción pasiva y desvío de fondos porque, aunque “se ha constatado que hubo fondos libios que llegaron a Francia”, no se consiguió demostrar que fueran destinados a su campaña presidencial.

En este caso tentacular y que ha llevado años de investigación había implicadas otras 11 personas, entre ellas dos de sus exministros. Es el quinto proceso que el expresidente francés ha afrontado en el último lustro.

En diciembre pasado, Sarkozy ya fue condenado a tres años de cárcel por corrupción y tráfico de influencias en el llamado caso de las escuchas. Se le acusaba de intentar comprar a un fiscal para que le informara de otra instrucción en la que estaba implicado y que estaba bajo secreto de sumario a cambio de favores. Como eran tres años, solo tenía que cumplir uno bajo arresto domiciliario, con brazalete electrónico.

Sarkozy, que sigue manteniendo su inocencia, publicó hace días un mensaje de vídeo en el que decía que no se va a rendir: “No les voy a ocultar lo difícil que ha sido esto para mi familia y para mí (…) Quiero que sepan que no me voy a rendir, y que lucharé porque la verdad y la inocencia deben triunfar”.

El pasado miércoles, reunió a más de un centenar de amigos y excolaboradores para despedirse y se dirigió a ellos con un breve discurso, según cuenta el diario Le Figaro, que estuvo en el evento. “El fin de esta historia no está aún escrito”, les dijo. “No quiero vuestra compasión, no me gusta quejarme. Lo que me importa es vuestra indignación. En unos días, cuando se consume el escándalo, necesitaré vuestra indignación”.

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