El médico de Trump dice tras un chequeo que el presidente goza de “una salud excepcional”
La revisión, en la que también fue vacunado de covid y de gripe, llega tras las especulaciones de los últimos meses sobre sus dolencias vasculares


El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se sometió este viernes a un examen de salud imprevisto. Fue tan solo seis meses después del último (cuando la tradición dicta que los inquilinos de la Casa Blanca se hagan esos análisis anualmente) y después también de las sospechas sobre su estado de salud provocadas por una hinchazón en los tobillos y un hematoma en una mano. Tras esa visita, el médico presidencial, Sean Barbarella, sentenció en un informe hecho público por la Casa Blanca a última hora del día que Trump goza “de una salud excepcional, con un sólido desempeño cardiovascular, pulmonar y de forma física”.
El chequeo se lo hicieron en el Centro Médico Militar Nacional Walter Reed, en el Estado de Maryland, también conocido como “el hospital de los presidentes”. El diagnóstico celebra asimismo que la “edad cardiaca” del paciente, de 79 años, “sea 14 años menor que la cronológica”. Barbarella lo vacunó, ademas, contra la gripe y la covid-19, en previsión de su “próximo viaje internacional”, en referencia al desplazamiento que hará a Oriente Próximo.
President Donald J. Trump Completes Comprehensive Follow-Up Evaluation at Walter Reed National Military Medical Center pic.twitter.com/OuB4whYm6K
— Rapid Response 47 (@RapidResponse47) October 11, 2025
Trump se infectó con coronavirus en los primeros meses de la pandemia, lo que obligó a su hospitalización en el otoño de 2020, mientras el entonces presidente de Estados Unidos daba pábulo a peligrosos bulos (como inyectarse desinfectante) sobre la mejor manera de combatir la covid. La noticia de su vacunación ha llamado la atención en Washington a la luz del escepticismo con las vacunas de su secretario de salud, Robert F. Kennedy, que está liderando un reajuste de los criterios de inmunización en Estados Unidos de imprevisibles consecuencias.
El viaje internacional al que el informe se refiere es el que Trump emprenderá −en principio, este domingo por la noche− rumbo a Israel, donde tiene previsto hablar ante el parlamento, y a Egipto, para asistir a la firma de la primera fase del acuerdo de paz entre Israel y Hamás que, si nada se tuerce, supondrá el fin de la guerra en Gaza. A ese acto, del que aún faltan por conocer muchos detalles, también asistirán numerosos líderes internacionales.
Las dudas sobre el estado de salud de Trump se dispararon en los últimos meses, tanto por su edad avanzada −fue, al jurar el cargo en enero, el presidente más viejo de la historia en hacerlo− como por ciertos síntomas de sus dolencias cardiovasculares que saltaron a la vista en fotografías de prensa.
Hinchazón y hematomas
A mediados de julio, Trump se vio obligado a pasar un reconocimiento médico por una “leve hinchazón” en las piernas y varios hematomas aparecidos en una de sus manos. El chequeo reveló una afección vascular común en personas mayores de 70 años.
Aquella revisión destapó que el presidente padece insuficiencia venosa crónica, una dolencia que se produce cuando las venas de las piernas de una persona se esfuerzan por bombear la sangre de vuelta al corazón, lo que provoca que la sangre se estanque.
La Casa Blanca insistió en que no había indicios de trombosis venosa profunda —un coágulo de sangre—, ni de enfermedad arterial —que puede incluir obstrucciones—. Varias imágenes recientes habían revelado tobillos hinchados y hematomas en el dorso de una mano. El médico del presidente aseguró en aquel momento que estas marcas eran congruentes “con daños menores en los tejidos blandos por los frecuentes apretones de manos y el uso de aspirinas”, como parte de un régimen estándar de prevención cardiovascular.
La alerta sobre la salud de Trump también hay que entenderla teniendo en cuenta el precedente de Joe Biden, sobre cuyas capacidades físicas y mentales para desempeñar el cargo pesaron dudas, dudas que fomentó el propio Trump, que llegó a acusarle de ocultar diversas patologías.
Esas sospechas estallaron ante el mundo en un desastroso debate electoral que desembocó en la renuncia de Biden a perseguir la reelección. El presidente demócrata también se sometía a chequeos regulares, y estos también arrojaban resultados que alejaban cualquier sombra de duda sobre su salud.
En el último, de febrero de 2024, su médico, Kevin O’Connor, al que ahora piden explicaciones los republicanos del Congreso, escribió: “Se siente bien. Sigue en condiciones de cumplir con su deber y de ejecutar plenamente sus responsabilidades sin excepción”, escribió O’Connor, que añadió: “El presidente Biden es un hombre de 81 años sano, activo y robusto”.
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