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Mahmud Abbas, ante la ONU: “Hamás no tendrá ningún papel que desempeñar en el gobierno” de Palestina

El presidente de la Autoridad Nacional pide la cooperación internacional para poner fin al conflicto en la Franja y avanzar en la solución de dos Estados

El presidente de Palestina, Mahmud Abbas, comparece telemáticamente en la tercera jornada de la Asamblea General de la ONU, este jueves. associated press / LaPresse Only italy and spain Foto: Richard Drew (Associated Press / LaPresse) | Vídeo: EPV
María Antonia Sánchez-Vallejo

El presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmud Abbas, se ha dirigido este jueves a la 80ª Asamblea General de la ONU mediante un mensaje grabado en vídeo, ya que Washington denegó su entrada en el país a finales de agosto. Se esperaba como uno de los discursos más vibrantes de este periodo de sesiones, marcado por el amplio reconocimiento internacional al Estado de Palestina —157 países de los 193 de la ONU lo apoyan—. Pero un Abbas cansado y avejentado a sus 89 años se limitó a describir la trágica situación que viven los palestinos en Gaza, y también en Cisjordania y Jerusalén Este, desde que hace dos años empezara “la agresión israelí” —“una agresión que dura décadas”, recordó— tras los atentados brutales de Hamás contra Israel el 7 de octubre de 2023. Abbas tendió una mano al presidente de EE UU, Donald Trump, para avanzar en la solución de dos Estados que una conferencia de alto nivel de la ONU propone como única salida al conflicto.

Su alocución puede resumirse en dos puntos: la afirmación, reiterada, de que Hamás no tendrá papel alguno en Gaza cuando acabe la guerra, y la petición a Israel de que deje de utilizar el hambre como arma de guerra, así como la entrada inmediata, “y sin condiciones”, de ayuda humanitaria de la mano de las agencias de la ONU, “en especial la UNRWA”, la agencia para los refugiados palestinos que está en el punto de mira de Israel y EE UU por su presunta connivencia con Hamás. “Hemos afirmado y seguiremos afirmando que la franja de Gaza es parte integrante del Estado de Palestina y que estamos dispuestos a asumir toda la responsabilidad del gobierno y la seguridad en ese territorio. Hamás no tendrá ningún papel que desempeñar en el gobierno. Hamás y otras facciones tendrán que entregar sus armas a la Autoridad Nacional Palestina como parte del proceso de creación de las instituciones de un Estado, una ley y unas fuerzas de seguridad únicas”, un escenario para el que pidió la cooperación internacional.

La de Israel, aseguró, “no es una agresión, es un crimen de guerra y contra la humanidad” bien documentado, que también calificó varias veces de genocidio, “uno de los más terribles capítulos de la historia del siglo XXI” cuyos orígenes Abbas retrotrajo a la Nakba (catástrofe, en árabe) de 1948, desde la que “siete millones de palestinos” han sido expulsados de sus tierras. El presidente de la Autoridad Nacional denunció “años de opresión, privaciones y protección del ocupante, favoreciéndolo en lugar de proteger al pueblo bajo ocupación, y más violaciones de los derechos de nuestro pueblo palestino a la autodeterminación, la libertad, la dignidad, la independencia y la soberanía en el territorio del Estado ocupado, en el territorio del Estado de Palestina ocupado desde 1967, incluida Jerusalén Oriental”.

Abbas lamentó que las iniciativas internacionales, entre ellas “más de mil resoluciones de la ONU”, no se hayan implementado, pese a esfuerzos pacificadores como los Acuerdos de Oslo de 1993, cuando “reconocimos al Estado de Israel y este reconoció a la OLP” —la formación histórica palestina, a la que Abbas pertenece— “como único representante legítimo del pueblo palestino”. Pero, desde entonces, continuó el dirigente, “Israel ha trabajado sistemáticamente para socavarlos”. Por eso agradeció el amplio refrendo de la comunidad internacional, citando uno por uno a la decena de Estados que han reconocido a Palestina en esta Asamblea General, en especial a Francia y Arabia Saudí, copatrocinadores de la conferencia de los dos Estados, que fue sancionada la semana pasada con una resolución, aprobada por amplia mayoría, de la Asamblea.

Propuesta para la paz

Para finalizar, Abbas propuso nueve puntos para acabar no solo con los dos años de guerra en Gaza, sino contra el acoso violento a los palestinos en Cisjordania y Jerusalén Este, que citó como futura capital del hipotético Estado palestino. Entre esos puntos, reiteró sus llamamientos a un alto el fuego inmediato, la entrada de ayuda humanitaria de la mano de las agencias de la ONU, la liberación de todos los rehenes “y los presos de ambos bandos”, la completa retirada del Ejército israelí de Gaza y el rechazo a cualquier forma de desplazamiento forzado de la población civil y el fin del “terrorismo de los colonos y el robo de tierras y propiedades palestinas” en Cisjordania y Jerusalén Este. Abbas también propuso la administración temporal de la Franja, durante un año, por el Gobierno de Ramala, además de conectar el enclave con Cisjordania con apoyo y presencia árabe e internacional, sin olvidar el levantamiento del cerco económico sobre las finanzas de la AP, en alusión a las transferencias de fondos congeladas. También garantizó que, de su mano, se celebrarán elecciones en el plazo de un año desde el deseable alto el fuego para conseguir un “Estado moderno y democrático”, con una transición pacífica del poder, y en el que tengan un papel esencial las mujeres y los jóvenes.

El mensaje de Abbas había generado muchas expectativas en esta Asamblea General dominada por el reconocimiento de Palestina. Muchos esperaban un discurso parecido al de Yasir Arafat, líder de la OLP, en 1974, cuando desde la tribuna de oradores formuló una poderosa metáfora, la del fusil y la rama de olivo. “Hoy he venido con una rama de olivo y un fusil de luchador por la libertad. No dejen que la rama de olivo se caiga de mi mano. Repito: no dejen que la rama de olivo se caiga de mi mano”, dijo entonces, tocado con la kufiya, para cerrar su discurso ante la Asamblea General.

Pero Abbas, vestido con traje de chaqueta y flanqueado por dos banderas palestinas, leyó de unas cuartillas, con una voz apagada y en cierto punto sombría. El hecho de que no haya podido viajar a Nueva York al serle denegado el visado por la Administración republicana recuerda también la situación de 1988, en los albores de la primera intifada, cuando a la delegación palestina se le impidió entrar a EE UU y participó —entonces era solo Estado observador, ya que no adquirió la categoría de permanente hasta 2012— desde la sede de la ONU en Ginebra, a donde la Asamblea General trasladó excepcionalmente su reunión. Abbas reiteró este jueves la petición de plena membresía en la ONU para Palestina.

El veto de Washington a conceder el visado a Arafat se debió a la declaración unilateral del Estado palestino. Casi 40 años después, son 157 de los 193 que forman la ONU (el 81% de la comunidad internacional) los países que reconocen la estatalidad de Palestina, en una oleada de adhesiones que rebasa la ONU y se extiende a otros importantes foros como el G-7 (Francia, el Reino Unido y Canadá han reconocido esta semana el nuevo Estado) y el G-20.

Como Estado observador permanente, la bandera de Palestina ondea fuera del edificio de la Secretaría de las Naciones Unidas en Nueva York, aunque ligeramente separada de las banderas de los Estados miembros y no forma parte de la alineación alfabética.

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