Jimmy Kimmel regresa con un monólogo emotivo y desafiante: “Nuestro Gobierno no debe controlar lo que decimos”
El cómico, suspendido hace una semana por un comentario sobre el activista MAGA Charlie Kirk, se ceba con Trump y alaba en su vuelta el perdón de la viuda al asesino de su marido
El cómico Jimmy Kimmel ha presentado los premios Oscar cuatro veces. Los Emmy, tres. Pero tal vez nunca uno de sus monólogos fue esperado con tanta expectación como el de este martes, siete días después de la última emisión de su programa nocturno y ocho noches después de que un comentario sobre la identidad y las motivaciones del presunto asesino del activista trumpista Charlie Kirk provocara una polémica que desembocó en la “suspensión indefinida” del late night, ordenada por su cadena, ABC, y asumida por la multinacional propietaria, Disney.
Aquella decisión colocó al cómico en el centro de un debate sobre la libertad de expresión en la segunda era de Donald Trump, y este martes a eso de las 23:35 (hora de la costa este) regresó, un día después de que Disney revocara la cancelación, con un emotivo y desafiante monólogo. Duró casi media hora (en lugar de los 10 minutos acostumbrados), durante la que se rio de Trump, subrayó las contradicciones de su Administración con la Primera Enmienda —la que garantiza la libertad de expresión—, criticó los ataques a la prensa de la Casa Blanca y, al borde de las lágrimas, alabó a la viuda de Kirk, que el domingo dijo en un memorial multitudinario que había perdonado al asesino de su marido.
“Si creéis en las enseñanzas de Jesús como yo creo, he ahí un acto desinteresado de gracia, el perdón de una viuda afligida; me conmovió profundamente.”, afirmó Kimmel en un monólogo que acumuló un millón de visitas en Youtube en media hora.
Kimmel empezó con la frase: “Como estaba diciendo antes de que me interrumpieran...”. Después, se lanzó al ataque y pidió una disculpa con la voz rota. “Nuestro Gobierno no debe poder controlar lo que decimos o no en televisión”, proclamó. “He estado pensando mucho en lo que contar esta noche, y no creo que vaya a marcar mucho la diferencia: si os gusto, os gusto; si no, pues no. Pero hay algo que quiero dejar claro, porque me importa como ser humano. Que entendáis que nunca fue mi intención burlarme del asesinato de un hombre joven”.
El cómico, que varias veces contuvo la emoción, recordó que el día que mataron a Kirk colgó un mensaje en su cuenta de Instagram mandándole cariño a su familia y pidiendo compasión. “Y lo decía en serio. Todavía lo digo en serio. Nunca fue mi intención culpar a ningún grupo específico de las acciones de un individuo claramente desequilibrado. Intentaba justamente lo contrario”.
Kimmel se estaba refiriendo al comentario de la polémica. “Hemos tocado fondo durante el fin de semana con la pandilla MAGA [de las siglas Make America Great Again, que piden devolver su grandeza a Estados Unidos] intentando caracterizar a este chico que mató a Charlie Kirk como algo distinto a uno de ellos”, dijo Kimmel hace un par de lunes. Esto es, la noche anterior a que las autoridades ofrecieran más detalles sobre el viaje al “izquierdismo” de Tyler Robinson, el joven proveniente de una familia mormona y republicana que se enfrenta a la pena de muerte por haber disparado presuntamente en el cuello al líder juvenil MAGA mientras este hablaba en una universidad de Utah.
“Entiendo que algunos se sintieran molestos, o no lo entendieran, o ambas cosas. Y para los que se vieron señalados, comprendo su enfado. Si la cosa hubiera sido al revés, me habría pasado lo mismo”, continuó Kimmel en el monólogo de su retorno. “No creo que el asesino de Charlie Kirk representara a nadie. Era una persona enferma que creía que la violencia era la solución y no, nunca lo es”.
El humorista dio las gracias a su audiencia; a quienes lo habían llamado estos días para apoyarlo; a los cómicos de países en los que la censura es política de estado y a los de su propia competencia, los colbert, fallon o meyers que salieron estos días en su defensa en sus respectivos programas. También, a sus jefes, por permitirle, en 23 años y más de 4.000 programas criticarles y “ensanchar los límites del humor”.
“Sobre todo, quiero agradecer a quienes no me apoyan a mí, ni a mis creencias, pero aun así apoyan mi derecho a compartirlas”, añadió Kimmel, antes de repasar las voces de la derecha que estos días han sacado la cara por él. “Nunca imaginé que Ben Shapiro, Clay Travis, Mitch McConnell, Rand Paul, ni siquiera mi viejo amigo [el senador] Ted Cruz, serían quienes, créanlo o no, dirían algo tan bonito de mí. Se necesita valentía para alzar la voz contra esta Administración. Lo hicieron y merecen reconocimiento”.
En otro momento del monólogo, la estrella televisiva se acordó de lo que aprendió de los grandes humoristas de este país, de Lenny Bruce a Howard Stern: “No hay nada más antiestadounidense que cancelar a un cómico”.
Ante la inminente resurrección de Kimmel, al que ya daba por enterrado, Trump publicó un mensaje amenazante en su red social una hora antes del principio del programa en el que expresó su incredulidad por la noticia: “¡ABC le dijo a la Casa Blanca que había sido cancelado!“.
“¿Por qué querrían de vuelta a alguien que lo hace tan mal, que no es gracioso y que pone en peligro a la cadena al presentar basura 99% a favor de los demócratas? Creo que vamos a someter a examen a ABC con esto. A ver qué tal. La última vez que fui tras ellos, me dieron 16 millones de dólares. (...) ¡[Son] Una panda de perdedores!”, dijo el presidente de Estados Unidos. El republicano se estaba refiriendo al acuerdo extrajudicial para evitar que prosperara una demanda de Trump a la cadena, uno de cuyos presentadores informó erróneamente sobre el delito por el que había sido condenado el republicano en el juicio civil por abusos sexuales que le ganó la columnista E. Jean Carroll.
El show de Kimmel, con todo, no se emitió en las televisiones de la Casa Blanca... ni en el resto de Washington (como destacó Kimmel en su monólogo). Dos cadenas de emisoras locales afiliadas a ABC que cubren en torno al 25% del territorio —Sinclair, cuyo propietario es un reconocido trumpista, y Nexstar, la más extendida por Estados Unidos y la que estuvo en el origen de la primera suspensión— decidieron eliminar el programa de Kimmel de la parrilla del martes.
Sinclair prefirió ofrecer a sus espectadores de Washington la reposición de un aburrido programa de noticias. En una ciudad donde la política es una droga que tiene enganchada a buena parte de su población, los mismos adictos que suelen estar a esas horas pegados a la CNN, a la MSNBC o a Fox News con la enésima vuelta de tuerca del tema del día pasaron la tarde viendo de qué manera no perderse el monólogo de Kimmel.
Tampoco llegó el monólogo al salón de otro vecino de la capital: Brendan Carr, presidente del regulador federal de las comunicaciones (FCC son sus siglas en inglés), que fue quien presionó a ABC para la suspensión. Carr dijo la semana pasada en un pódcast que el comentario de Kimmel era merecedor de un despido. También dijo: “Lo podemos hacer por las buenas o por las malas”. Esa misma tarde, Nexstar, que posee 200 emisoras que ofrecen los contenidos de ABC y anda pendiente del permiso de la FCC de un fenomenal negocio que tienen entre manos, dijo que sacaba a Kimmel de antena. La cadena propiedad de Disney replicó esa decisión poco después.
En su monólogo de este martes, el funcionario se llevó la peor parte. Kimmel resucitó un tuit en el que Carr había defendido la sátira política como el súmmum de la libertad de expresión, y dijo de él que “es lo más vergonzoso que tienen los republicanos”, junto al Cybertruck, esa camioneta de Tesla de líneas angulosas (el juego de palabras, que solo funciona en inglés, equipara “Carr” con "car", coche en español).
Hacia el final del monólogo, Robert De Niro, el gánster por antonomasia de las películas, se hizo pasar por el presidente de la FCC en uno de los momentos más graciosos de la noche. Después de eso, Kimmel pasó a criticar la actualidad del presidente; en concreto, su explosiva aparición de este martes en la Asamblea General de la ONU.
Después de Colbert
Trump ya había puesto al cómico en la diana después de que Stephen Colbert anunciara en julio que su programa, en la vecina CBS, terminará al final de esta temporada por decisión de la cadena y después de que esta tuviera que pagar 16 millones de dólares a Trump para enterrar un juicio por difamación. El presidente celebró inmediatamente la desaparición de Kimmel de la parrilla. La achacó a “la falta de talento” del cómico y a que su espacio “no tiene audiencia”. “Bueno”, le contestó Kimmel en su regreso, desatando la euforia del público: “¡Hoy sí la tengo!”. A lo que añadió con sarcasmo: “Para tapar este éxito, tendrá que liberar los archivos de [el multimillonario pederasta] Epstein”.
En los días siguientes a la cancelación, Trump fue más allá: dado que “las cadenas” que emiten programas de entretenimiento nocturno están en su contra, dijo a los reporteros en la Casa Blanca, “tal vez no sea mala idea” quitarles las licencias, porque “las usan ilegalmente, incorrectamente y a propósito de una manera horrible” al criticarlo a él.
La sola idea de silenciar el discurso de un cómico por criticar al presidente a base de presionar a una cadena privada hizo saltar las alarmas en un país que siente veneración por la Primera Enmienda, de la que el propio Kirk era un absolutista. Carr (y Trump) también recibieron duras críticas entre destacados líderes MAGA.
En tono más serio, Kimmel aseguró: “El presidente de Estados Unidos fue claro: quería verme a mí, y a los cientos de personas que trabajan aquí, perder nuestros trabajos. Nuestro líder celebrando que sus compatriotas perdieran sus medios de subsistencia porque no puede soportar un chiste”. Y siguió: “Fue capaz de sacar a Colbert de la CBS, ahora ha puesto sus ojos sobre mí y quiere que la NBC despida a Jimmy Fallon y Seth Meyers, así como a los cientos de estadounidenses que trabajan allí y que no ganan millones de dólares. Y espero que, si eso sucede, o hay la más mínima insinuación de ello, hagáis diez veces más ruido que esta semana. Tenemos que levantar la voz contra esto. Porque no va a parar”.
Este lunes, siete días después, Disney la levantó contra Trump con su marcha atrás. En su monólogo de apertura del martes, Kimmel agradeció el gesto y bromeó sobre la espantada de suscriptores que la polémica ha traído esta semana a la plataforma. Fingió que le habían puesto como condición para el regreso leer un comunicado de la compañía. En otro de los golpes de un monólogo divertido, emotivo y desafiante, el supuesto comunicado resultaron ser las instrucciones para reactivar las cuentas de Disney, y de su filial Hulu, canceladas por miles de usuarios a modo de solidaridad con la risa de un cómico frente al todopoderoso presidente de Estados Unidos.