Un almirante en la reserva lanza su candidatura para la Presidencia de Portugal con los sondeos a favor

Henrique Gouveia e Melo (Quelimane, Mozambique, 64 años) ha pasado buena parte de sus 45 años de vida militar metido en un submarino. Eso da alguna pista sobre su personalidad y su visión del mundo. Este jueves, cuando anunció formalmente en Lisboa su candidatura a presidir la República de Portugal a partir de 2026, recordó que en el mar se aprende a resistir tempestades y el almirante, que pasó a la reserva en diciembre después de tres años como jefe del Estado Mayor de la Armada, tendrá que capear más de un temporal como candidato independiente frente a la maquinaria partidista, que apuesta por otros aspirantes. “Es un peligro para la democracia”, ha dicho de él su rival Luís Marques Mendes, que destaca que nadie conoce su posición sobre “ningún tema”.

Casi a la misma hora que Gouveia e Melo convertía en oficial lo que era un secreto a voces en la política portuguesa, el consejo nacional del Partido Social Demócrata (PSD, centro derecha) daba su respaldo en Lisboa a Marques Mendes, antiguo líder de la formación y popular comentarista de televisión, que repite en cierta medida el patrón del actual presidente, Marcelo Rebelo de Sousa. Ambos ocuparon cargos importantes en la familia del PSD, pero alcanzaron mayor relieve social gracias a programas semanales con grandes audiencias.

Un perfil que el almirante en la reserva parece reprobar, a la vista de su discurso de presentación. Aunque se explayó sobre diversas cuestiones, resumió su oferta con un mensaje sencillo: “Necesitamos un presidente diferente”. Cuando especificó que Portugal precisa de un jefe del Estado “estable y confiable”, que “use la palabra con contención, sustancia y propiedad”, casi todos interpretaron que estaba desmarcándose del estilo de Rebelo de Sousa, sin duda el más locuaz e imprevisible de todos los presidentes de la República en democracia.

La independencia política de Gouveia e Melo es un arma de doble filo para sus aspiraciones. Por un lado, le permite presentarse como un cohesionador del país: el lema de su candidatura es “Unir Portugal”. Por otro, carece de experiencia y una estructura profesionalizada: su candidatura se ha lanzado a partir de una plataforma ciudadana llamada Honrar Portugal. Además, su pasado militar tanto suma para unos como resta para otros. Si finalmente es elegido en enero de 2026, cuando se celebran las elecciones, habrán pasado 40 años desde que la Jefatura del Estado estuvo en manos de un militar, António Ramalho Eanes.

Lo que sí tiene a favor Gouveia e Melo, de momento, son todas las encuestas. El almirante siempre ha encabezado las preferencias de los portugueses para convertirse en el próximo jefe del Estado. En la efectuada por la Universidad Católica en abril, era el favorito para el 62% de los consultados. El único capaz de hacerle sombra es alguien que nunca ha mostrado interés en esa tarea: António Guterres, actual secretario general de la ONU. El resto de nombres barajados en sondeos está lejos de las simpatías que despierta el militar, aunque la competición todavía no está cerrada y la carrera como tal todavía no ha empezado.

En próximos días se espera que algún dirigente socialista dé el paso. Los dos más barajados son António José Seguro, antiguo secretario general del PS, y António Vitorino, excomisario europeo y exdirector de la Organización Internacional para las Migraciones. En el aire está también una candidatura independiente impulsada desde la izquierda: António Sampaio da Nóvoa, exrector de la Universidad de Lisboa y que en 2016 quedó en segundo lugar, con un 22,6%, tras Marcelo Rebelo de Sousa (52,3%).

La popularidad de Gouveia e Melo proviene de su etapa como coordinador del operativo encargado de organizar la vacunación durante la pandemia. El militar de la Armada se convirtió en un rostro familiar para los portugueses al asumir la gestión de la campaña en febrero de 2021, tras la renuncia del anterior coordinador por irregularidades en el proceso. Bajo el mando del militar, el dispositivo funcionó con eficacia y permitió inmunizar a la mayoría de la población. En pocos meses lograron que el 87% tuviese la pauta completa.

Este jueves lo recordó en su discurso, así como su ayuda en los trágicos incendios de Pedrogão Grande, para presentarse como alguien capaz de ofrecer “confianza” y “liderazgo”. “No consigo quedarme de brazos cruzados, sentí que era mi obligación servir a mi país igual que serví a la Marina”, subrayó.

El discurso no ayudó a situarle políticamente, una de las incógnitas que le critican los adversarios, aunque en un reciente artículo que publicó en Expresso se presentaba en la primera frase como alguien ubicado “entre el socialismo y la socialdemocracia”, lo que en Portugal quiere decir entre el centroizquierda y el centroderecha.

Gouveia e Melo ha tratado de evitar su apropiación por la ultraderecha, que se mostró dispuesta a abrazar su candidatura hasta que el almirante en la reserva se desmarcó de Chega. Esto hizo que su líder, André Ventura, se postulase como candidato presidencial. Sin embargo, Ventura parece haber renunciado a esta batalla tras los resultados de las legislativas del 18 de mayo, que le han convertido en el nuevo jefe de la oposición. En su discurso del jueves, Gouveia e Melo no mencionó a ningún partido y se comprometió a respetarlos a todos, pero también lamentó que las democracias “son atacadas desde fuera y corroídas desde dentro”. “Portugal”, dijo, “no está inmune” y “son claras las señales de cansancio, desánimo y desencanto en nuestra joven democracia”.