¿Hay vida en otros planetas? Quizás no estemos solos, sino lejos
Si hay vida fuera de la Tierra, los expertos sospechan que será microbiana, aunque no descartan formas más complejas o inteligentes.


Mientras algunas películas presentan extraterrestres con emociones humanas —como Yoda en Star Wars o E. T., el extraterrestre—, otras muestran criaturas radicalmente distintas, como los heptápodos de La llegada, cuya forma de comunicación y percepción del tiempo desafían toda lógica humana. Más allá de estas fantasías cinematográficas, surge una pregunta fundamental que ha intrigado a la humanidad durante siglos: ¿existe vida extraterrestre?
Michael J. Malaska, científico planetario del Laboratorio de Propulsión a Chorro del Instituto Tecnológico de California, cuenta por correo electrónico que en sus charlas “alrededor del 25% del público piensa que ya hemos encontrado vida en otro mundo”. Pero lo cierto es que hasta la fecha no se ha hallado ninguna evidencia concluyente de vida extraterrestre. Lo que no significa que no exista. “El universo es muy grande. Se estima que podría contener hasta 10²³ planetas, es decir, un uno seguido de 23 ceros. Las posibilidades son inmensas”, explica al teléfono Carlos Briones, investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas en el Centro de Astrobiología (CSIC-INTA) y divulgador científico.
Aún desconocemos cuáles son los límites de las condiciones en las que la vida puede sobrevivir. En la Tierra, es mucho más resistente de lo que se pensaba hace apenas unas décadas, según explica por correo Ester Lázaro, investigadora del Centro de Astrobiología (CSIC-INTA): “Hemos descubierto microorganismos capaces de sobrevivir en ambientes extremos, como temperaturas superiores a los 100 °C, niveles de radiación letales para los humanos o sequedad extrema”.
El estudio de ambientes extremos es fundamental para la búsqueda de vida extraterrestre, como indica también por correo electrónico Jesús Martínez Frías, experto en Geociencias Planetarias y Astrobiología del CSIC y académico de las Reales Academias de Ciencias y Doctores de España. Lugares como la Antártida, Atacama, Hawái, Islandia y Canarias ayudan a simular las condiciones de otros mundos y evaluar su posible habitabilidad.
Marte es uno de los lugares más prometedores para la búsqueda de vida en el sistema solar. Su superficie, según Lázaro, es un “entorno hostil” debido a la falta de agua líquida estable y la ausencia de un campo magnético que la proteja frente a la radiación cósmica. En cambio, en el subsuelo marciano, “a apenas dos metros de profundidad, la radiación ya no representa un problema significativo y podrían encontrarse reservorios de agua líquida o rocas porosas empapadas capaces de albergar vida microbiana”.
También destacan por su potencial para albergar vida extraterrestre algunas lunas heladas de Júpiter y Saturno, como Europa, Encélado y Titán. “Bajo una corteza de hielo de varios kilómetros de espesor, esconden inmensos océanos de agua que se mantiene en estado líquido gracias al calor generado por la atracción gravitatoria de los gigantes gaseosos alrededor de los cuales orbitan”, señala Lázaro. Algunos científicos también estudian si las nubes de Venus, situadas a unos 55 kilómetros de altura, podrían albergar microorganismos.
La búsqueda de vida extraterrestre es clave para agencias como la NASA y la ESA. Misiones como los rovers Curiosity y Perseverance en Marte, y la próxima ExoMars 2028, investigan atmósferas, minerales y posibles biomarcadores. También se exploran lunas heladas con misiones como Europa Clipper y Juice. Fuera del sistema solar, telescopios como el James Webb analizan atmósferas de exoplanetas y proyectos como SETI buscan señales de vida inteligente.
Hace apenas unos meses la detección de dimetil sulfuro en la atmósfera del exoplaneta K2-18b acaparó titulares como una supuesta señal de vida, ya que este compuesto en la Tierra solo lo producen seres vivos. Pero Ignasi Ribas, director del Instituto de Estudios Espaciales de Cataluña e investigador del Instituto de Ciencias del Espacio del CSIC, asegura al teléfono que esas detecciones son controvertidas y no se consideran pruebas sólidas. Lo cierto es que la exploración espacial aún se encuentra en una fase inicial, como señala Martínez: “Aún no hemos sido capaces de llegar en misiones tripuladas a otros planetas”.
¿Seres microscópicos o marcianos con antenas?
La ciencia ficción suele representar extraterrestres con emociones y conflictos “sorprendentemente humanos”, según Lázaro. Los expertos lo achacan al antropocentrismo y al sesgo que supone contar con un único modelo de referencia, el terrestre. “Cuando intentamos imaginar formas de vida extraterrestre”, indica Briones, “pensamos en hombrecillos verdes o grises, casi siempre más feos que nosotros, con antenas y cabezas grandes, pero siempre parecidos a nuestra biología humana”. El investigador considera probable que la vida extraterrestre esté basada en carbono y agua, pero también que sea muy diferente a lo que muestra la gran pantalla. La vida en la Tierra tiene más de 4.000 millones de años. “Durante dos tercios de ese periodo, era vida microscópica y, durante al menos la mitad de la historia de la vida, era vida bacteriana”, cuenta por correo electrónico César Menor-Salván, astrobiólogo y profesor de Bioquímica en la Universidad de Alcalá. Si se descubre vida extraterrestre, los expertos consultados coinciden en que probablemente será microbiana, pero no descartan que puedan existir formas más complejas o inteligentes.
“La naturaleza es mucho más imaginativa que los mejores escritores de ciencia ficción”, afirma también por correo electrónico David L. Clements. Este profesor asociado de Astrofísica en el Imperial College de Londres considera poco probable que E. T. quisiera comer humanos o tener sexo con ellos. Además, explica que películas como Star Trek representan a los extraterrestres como humanos con protuberancias faciales u orejas puntiagudas principalmente por limitaciones presupuestarias. Aunque reconoce que podría haber ciertas similitudes evolutivas entre la vida terrestre y la extraterrestre, considera improbable la existencia de seres como el señor Spock.
Ribas compara un posible descubrimiento de vida extraterrestre con la revolución copernicana, que mostró que la Tierra no es el centro del universo: “Nos dio una lección de humildad al revelarnos que no ocupamos ningún lugar privilegiado. De momento, seguimos teniendo el privilegio de ser el único lugar habitado en el universo. Pero si encontramos vida fuera, perderemos ese privilegio”.
Menor-Salván considera que este descubrimiento probablemente sería sutil, difícil de explicar al público y seguido de un largo debate científico y polémicas técnicas. “No será como en las películas en las que una nave espacial misteriosa entra en la atmósfera, dejando a todos estupefactos”, vaticina. Considera que mucha gente no se enterará o no le dará importancia: “A quién le importa si los científicos discuten sobre una sutil huella de actividad bacteriana en el planeta K-3 pi beta de la estrella K-3 pi, invisible en el cielo nocturno, a 400 años luz. Seguirán prefiriendo ver a sus influencers favoritos o matándose unos a otros”.
De momento estamos solos. Aunque a Briones le gusta decir que “quizás no estemos solos, sino lejos”. El experto explica que las distancias en el cosmos son tan enormes que, si hubiera vida a 20.000 años luz de nosotros, una señal enviada por esa vida supuestamente inteligente tardaría 20.000 años en llegar a la Tierra. Para responderles, “tendríamos que enviar una señal que ellos recibirían dentro de otros 20.000 años”. El universo “es tan grande que a lo mejor está lleno de vida, pero esas vidas están desconectadas entre sí porque están demasiado lejos”.
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