Vital Mezery, el hombre que canta a las palomas: “Vale que hacen caca y ensucian, pero no hay que vivir tan amargado”
El ‘influencer’ de origen soviético, que vive en Barcelona, acumula en Instagram casi 50.000 adeptos a su contenido sobre las aves, a las que ha dedicado dos discos y un libro infantil con su mujer


Hay quienes cuelgan cedés en sus ventanas y balcones para ahuyentar a las palomas, pero Vital Mezery (Járkov, antigua Unión Soviética y actual Ucrania, 39 años) les ha grabado dos discos. El pasado 2024 autopublicó Viva Paloma!!! sentido homenaje a la belleza y forma de vivir de esas aves cuyos detractores –es decir, los que aún no han escuchado a Vital– tachan de “ratas del aire”. Y este año ha lanzado su continuación, Palomizado, donde les dedica otras once canciones, con títulos tan sugestivos como Es un ser marrón, Viene paloma bailando o Buche, buche, buche, este último, un elogio flamenco a la odisea diaria de las palomas para encontrar comida mientras sortean todo tipo de peligros. “Tengo formación en guitarra flamenca y eso es lo que me permite hacer los ritmos, porque la poesía flamenca va a ritmo y tiene ciertas sílabas contadas”, desvela Mezery sobre su proceso artístico por videollamada desde Barcelona, donde reside desde hace 22 años. “Monto las canciones a partir de lo que veo o de lo que me imagino que viven las palomas, porque ellas no te lo cuentan. Es un trabajo difícil”.
Cantadas con emoción e inconfundible acento del este, las divertidísimas y a veces surrealistas letras de Vital Mezery conjugan humor y poesía con un sentido mensaje de apreciación a las palomas. En la portada de Palomizado, aparece un montaje de él con una guitarra española y también tumbado junto a Pika, el ave con un ala rota que su esposa y él adoptaron hace dos años, con una pequeña corona photoshopeada en su cabeza. Las andanzas de Vital y Pika reúnen en Instagram, a través de su cuenta @amorenplumas (que tiene como nombre Quiero construir un imperio de palomas), a más de 46.000 seguidores, a los que ofrece contenido diario con fotos y vídeos acompañado de su mascota, comedia costumbrista sobre su convivencia, reflexiones y también información sobre cómo dar auxilio a una paloma herida, además de cuáles son sus necesidades. O, como él lo llama, palomización, su evangelio para hacer sentir a otros la fascinación que él viene experimentando por estos animales plumíferos desde tiempo atrás.
“Hace como siete u ocho años mi mujer y yo empezamos a observarlas y darles de comer en un parque. Vimos que eran simpáticas. Después de unas semanas, se me subían encima y me hacía gracia”, recuerda el influencer de origen soviético, mientras Pika, nombre abreviado de Pikarmina la Bella, reposa en su hombro izquierdo. Un día, la pareja se fijó en que un pichón marrón y gris al que alimentaban habitualmente apareció con un ala caída, de modo que ambos resolvieron llevarlo a casa para intentar curarlo. “No teníamos ni idea de qué hacer. Fuimos a un veterinario. Al principio fue difícil, porque es salvaje y había que darle medicinas a la fuerza, obviamente. Ella no lo entendía, se volvía loca. Y cuando le metes la sonda la puedes ahogar, es peligroso. Así que aprendimos de forma paulatina. Pero claro, cuando la traes a casa, o te espabilas o se muere, ¿sabes?”.
Las palomas, como Vital corrobora por su propia experiencia, pueden desarrollar vínculos afectivos muy fuertes con las personas. “Pika está casada conmigo y Salvador [otra paloma], que es macho, se casó con mi padre”, bromea. “¡Son muy posesivas! Pero, si tú no la quieres hacer sufrir, no la puedes ignorar. Ya ves que está ahí pegada y no quiere irse a ningún sitio”. Hace miles de años eran vistas como mascotas cariñosas, gracias a la facilidad para domesticarlas y su capacidad de aprendizaje, que las hacía muy útiles, por ejemplo, como mensajeras. Ahora no solo no es común tener palomas de mascotas, sino que sufren mala fama como plaga y como transmisoras de enfermedades, frecuentemente a causa de una exagerada desinformación, que el músico combate en sus canciones y en las redes.
“Yo entiendo los problemas que causan. Hay que tener sentido común, no es cuestión de ponerte a aspirar las plumas de una paloma que puede traer enfermedades de la calle, te puedes poner mascarilla”, razona. A pesar de ello, de vez en cuando tiene que lidiar con mensajes criticando por defecto que defienda y cuide a las palomas. “No entiendo de dónde viene tanto odio. Está muy enraizado, en mi familia nunca hubo eso. Es una ridiculez, hay gente que tiene demasiado miedo. Vale que hacen caca y ensucian, pero no hay que vivir tan amargado. A mí me dan pena. Si ves a las palomas de cerca, te das cuenta de que son seres muy dulces”.
El contenido amable de Vital Mezery y su popularidad es una anomalía en el cada vez más tóxico ambiente de las redes sociales y de los algoritmos que favorecen y rentabilizan la crispación. De hecho, la retórica de Vital destaca por su carácter conciliador: en lo que podría considerarse una clase de comunicación política, está más interesado en palomizar al no converso que en atacarlo o enjuiciarlo, algo que ha alienado en ocasiones a algunos de sus seguidores, que creen que debería mostrarse más contundente contra, por ejemplo, los cazadores. “Las palomas se comían y hay quien las sigue comiendo, no pasa nada por decirlo”, explica, mientras Pika alza el vuelo y se va de su hombro a otro lugar de la casa. “Parece que no le ha gustado”.
El influencer cree que un contenido atractivo tiene más capacidad de movilización que uno que apele a la tristeza: “Para mí, es un error presentar todo desde el punto de vista del sufrimiento, como hacen algunos animalistas. Existe el sufrimiento, pero la vida no acaba ahí. La mayoría de la gente rescatista que yo conozco está en la más profunda depresión. Lloran por todos los animales que no salvaron, en lugar de celebrar la vida de los que sí han salvado, sea uno, dos o diez. Yo intento mostrar que es una maravilla. Si cuentas que rescatar a una paloma te va a meter en una depresión de por vida, la palomización no progresa”.
Es motivo de canción
En una de las canciones de su primer álbum, titulada ¡Uh!, ¡uh!, yo te digo ¡uh!, Vital Mezery describía el puente comunicativo entre un hombre y su paloma, con un sample del arrullo de las aves de fondo. Esa misma canción es la que ha dado título a su primer libro infantil, con poemas escritos por él e ilustraciones realizadas por su mujer, Patricia L. Roldán. Autoeditado con el sello andaluz Azul Cobalto, tras agotar una primera tirada de 100 ejemplares, acaban de lanzar una segunda edición. La propia pareja se encarga de venderlo a través de sus redes sociales y de hacer los envíos. “Ha tenido una acogida muy buena”, se congratula el coautor. “Una mujer me dijo que mi canción ¡Uh!, ¡uh!, yo te digo ¡uh! cumplía los requisitos de una canción infantil y me dijo que estaría muy bien que hiciera un libro”. Vital precisa que la señora en cuestión se llamaba, por supuesto, Paloma.
¡Uh!, ¡uh!, yo te digo ¡uh!, el libro infantil ilustrado, cuenta con una primera parte de pequeñas poesías alabando a las palomas y narrando su vida cotidiana, todas ellas con su respectivo dibujo. La segunda mitad, también escrita en verso y con ilustraciones para cada instrucción, se titula Cómo ayudar a una palomita en apuros y ofrece indicaciones para que los niños conozcan la manera adecuada de actuar en caso de que encuentren una paloma necesitada de auxilio. “Queríamos que fuera un libro informativo y, a la vez, divertido y bonito. De nuevo, que no deprimiese. Es algo especial y está todo hecho a mano, los textos y los dibujos. No hay nada generado por inteligencia artificial, desde luego”.
La música de Vital Mezery también es enteramente artesanal, grabada en su casa. El matrimonio tenía un estudio de grabación que cerraron hace tres años, enfocado a cantautores de rumba o flamenco pop. También daban clases particulares: Patricia, que es química de formación, impartía bajo eléctrico, mientras que él enseñaba guitarra y batería, aparte de trabajar en una escuela de música para niños. Mezery, que cuenta con varios créditos como productor, tiene además firmados muchos discos anteriores a su etapa actual centrada en las palomas, como Sendero flamenco (2019), o algunos otros cantados en inglés, con un eclecticismo que va de la electrónica hasta sonidos cercanos al nu metal. Todos ellos pueden escucharse en plataformas, aunque al artista le resulta desalentadora la mala repercusión económica del modelo streaming. “Lo que se gana de plataformas es 0,0001 dólares por una reproducción. Es altruismo total, lo hago por las palomas y porque a mí me gusta, porque es una miseria. Del primer disco he recibido 14 dólares y del segundo, me parece que 4. Solo subirlos ya te cuesta 15”.
Mezery está terminando un tercer disco de palomas, que previsiblemente verá la luz en 2026 y tiene compuesto un cuarto álbum. “Mi estilo se está volviendo cada vez más filosófico, menos bromista, más serio, con producción un poco mejor. Irá más adentro del tema, aunque siempre intento hacer música bastante comercial, para que sea atractiva. Pero el cuarto disco sí que va a ser ya tremendamente filosófico”, advierte. Sí que se plantea cambiar la forma en que distribuirá esta vez las canciones y publicarlas, de una en una, en reels de Instagram y Facebook, para luego sacar el disco completo, ya que su monetización en Meta es mayor. “He empezado a ganar 30 dólares al mes. No es que solo piense en dinero, pero es mucho trabajo y también apetece algo de vuelta. Hay gente que se cree que tienes algo de impacto con dos vídeos y ya eres millonario. Yo un Ferrari no me voy a comprar, eso seguro. Lo que yo gane irá primero a mantener a las palomas o pagar a alguna asociación, aunque sea”.
El cantautor de versos como “Es motivo de canción / De canción bonita / El tener en casa / Una palomita” cuenta, además de con Pika, con otra paloma en casa, Amadeo Basilio, que no tiene alas y solamente camina. Ambas, por sus condiciones y también por su habituación al entorno doméstico, son palomas no liberables, aunque la primera vuela por casa y tienen la precaución de contar con mosquiteras en las ventanas. También estos días está rehabilitando a Samuel, una paloma ciega. La esperanza de vida de una paloma casera puede ser de 12 o, según Mezery, hasta 20 años, aunque él no quiere ni oír hablar de la posibilidad de que llegue un día en que Pika no esté a su lado: “No sé qué voy a hacer sin ella”.
Por el momento, no se plantea que sus seguidores puedan corear sus himnos en directo, porque, por su experiencia profesional en la música, tanto él como su mujer consideran que organizar y dar conciertos es muy sacrificado. “Pero si me invitasen, yo no diría que no. Yo nunca digo que no a nada, sobre todo con las cosas que últimamente suceden en mi vida”. En un momento en que la música española se está quedando huérfana de ídolos auténticos, los promotores pueden ir tomando nota.
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