Más allá de ‘Agárralo como puedas’: las mejores comedias paródicas (y su gag más desternillante)
El éxito entre la crítica de ‘Agárralo como puedas’ puede suponer un renacimiento del ‘spoof’, la comedia en clave paródica que dio algunos ejemplos gloriosos que repasamos a lo largo de seis décadas


Las spoof movies, o pelis de parodias, son tan viejas como el propio cine quizás porque el séptimo arte nació con vocación popular y no hay nada más popular que la risa. La primera, El pequeño robo del tren (1905), no es más que una versión humorística de El gran robo del tren (1903), el cortometraje más popular de su tiempo. Su director, Edwin S. Porter, vio el potencial de rodar de nuevo con actores infantiles y de esa forma tan sencilla dio el pistoletazo de salida a un género en el que destacó también Buster Keaton con sus parodias del cine de trenes y del oeste. Años después, llegarían Mel Brooks que vertebró su carrera en torno a las parodias, siempre desde el cariño, de distintos géneros, y los ZAZ, el trío formado por Jim Abrahams y los hermanos David y Jerry Zucker, que le insuflaron nueva vida con Aterriza como puedas (1980) y sentaron las bases de la parodia moderna, basada principalmente en la acumulación de gags, pero siguiendo una premisa que a veces se olvida: “Si estás haciendo una parodia de una escena de una película, tiene que funcionar independientemente de que entiendas o no la referencia”.
De una de los mayores éxitos de los ZAZ, Agárralo como puedas, llega ahora una nueva versión con Liam Neeson y Pamela Anderson, una de las parejas del verano. Un remake de una spoof, que se incorporará a una prolija lista de comedias disparatadas en las que hay algunas muy destacadas.

Casino Royale (1967)
Probablemente la parodia con mayor presupuesto y más estrellas por escena. Por la revisión humorística de de la saga Bond desfilaron entre otros John Huston, Charles Boyer, William Holden, Woody Allen, Ursula Andres, Deborah Kerr, Orson Welles y Peter Sellers. Aunque eso no es siempre sinónimo de calidad. La Casino Royale de 1967 nació como una pequeña venganza: el productor Charles K. Feldman, había adquirido los derechos cinematográficos de la primera novela de Fleming sobre el agente y pretendió vendérsela a Albert R. Broccoli y Harry Saltzman, los responsables oficiales de la saga, pero nunca llegaron a un acuerdo y él decidió realizarla por su cuenta en clave de humor. En ella, David Niven, el Bond soñado por Ian Fleming, urde un plan para luchar contra un trasunto de Spectra que consiste en fingir que hay más de un Bond. La crítica la destrozó, Roger Ebert escribió que era “la película más indulgente jamás hecha”, sin embargo el público no le dio la espalda. Lo que mejor ha resistido el paso del tiempo es The Look of Love, la canción de Burt Bacharach, Hal David y Dusty Springfield que está a la altura de los mejores temas de la saga Bond.
La secuencia más divertida: David Niven descubriendo que la mente maestra tras Smersh era su sobrino Jimmy Bond, interpretado por un hilarante Woody Allen.

El jovencito Frankenstein (1975)
Mel Brooks ya había parodiado otro género, el western, en Sillas de montar calientes y fue durante ese rodaje cuando Gene Wilder le habló de una historia sobre Frankenstein. A Brooks, fan de la novela de Mary Shelley, le fascinó la idea y se afanó en encontrar financiación. No fue fácil que los grandes estudios apoyasen una parodia en blanco y negro, pero Alan Ladd. Jr, que años después daría paso a La guerra de las galaxias, demostró su buen olfato dándole un presupuesto holgado y poniendo todos los medios a su disposición. Brooks reunió a algunas de las estrellas de la comedia más reputadas como Teri Garr o Madeline Kahn, pero fue Marty Feldman, que llegó de rebote a la producción, quien acabaría convirtiendo a Igor (¡Aigor!) en el personaje más recordado de una película inolvidable. Un guion genial escrito a medias con Wilder en el que había tanto humor como cariño por el material original y las actuaciones de su inspiradísimo reparto dieron lugar a un clásico de la comedia, cuyos chistes siguen perdurando, que recibió tanto el aplauso de la crítica como del público.
La secuencia más divertida: el “monstruo” encontrándose con un amabilísimo ermitaño ciego, un irreconocible Gene Hackman que aceptó el pequeño papel por sus ganas de hacer comedia. Una secuencia similar a la del original de James Whale, pero aquí con un final desastroso y muy cálido. Pero podría haber sido peor, podría haber estado lloviendo.

Los caballeros de la mesa cuadrada (1975)
La leyenda del Rey Arturo fue el objeto de parodia de la primera película de Terry Gilliam y Terry Jones como directores. Escrita e interpretada por los Monty Python al completo (Graham Chapman, John Cleese , Eric Idle, Michael Palin y los citados Gilliam y Jones), se grabó en un descanso entre temporadas del legendario Monty Python’s Flying Circus que les había convertido en estrellas. Su disparatada búsqueda del Grial fue la película más taquillera en Inglaterra en 1975 a pesar de una estructura irregular que se salva por los muchísimos momentos de ingenio. Tuvo un presupuesto tan bajo que algunos hallazgos humorísticos fueron fruto de la falta de recursos, como esos cocos que suenan para simular la aparición de briosos corceles. Rodaron en cuatro semanas, un tiempo récord que no dio para efectos especiales ni localizaciones espectaculares. De hecho, el castillo de Camelot no es más que una fotografía invertida del castillo de Valencia de Don Juan, en León. Pero como lo único que necesita una comedia son buenos chistes, y de eso la segunda aventura cinematográfica de los Python va sobrada, en 2004 fue elegida la mejor película británica de todos los tiempos por la IMDB (International Movie Data Base).
La secuencia más divertida: Cuando el Caballero Negro, John Cleese, va siendo desmembrado por el rey Arturo mientras afirma que “sólo es una herida superficial”. Su obstinación es uno de los mejores momentos de la película y curiosamente se grabó una vez finalizado el rodaje y con apenas media docena de personas en el set.

Un cadáver a los postres (1976)
Mucho antes de que el atildado Benoit Blanc y Puñales por la espalda parodiasen el whodonit (¿Quién lo ha hecho?) ya había interesantes parodias del género. La más destacada, y esta es una opinión popular, salió de la pluma de Neil Simon. El antiguo colega de Mel Brooks en los inicios de la televisión ya había escrito Descalzos por el parque y La extraña pareja cuando desarrolló el descacharrante guion de Un cadáver a los postres. Basada en las suntuosas adaptaciones de las novelas de Agatha Christie, con sus repartos abarrotados de estrellas, es también una película de detectives sobre detectives. La historia es sencilla y cargada de clichés, pero también rebosante de clase e ingenio. Un misterioso millonario invita a su solitaria y alejada mansión a los mejores detectives del mundo, los trasuntos poco disimulados de Sam Spade, Nick y Nora Charles, Hercules Poirot, Miss Marple y Charlie Chan. Si los nombres de los detectives impresionan, también lo hace el reparto: Peter Sellers, David Niven, Maggie Smith, Elsa Lanchester, Peter Falk, Alec Guinness e incluso Truman Capote participaron en el rodaje. No sólo es divertida y cuenta con estupendas interpretaciones, también es una buena película de misterio.
La secuencia más divertida: Benson Señora. A veces las traducciones pueden desmantelar el mejor de los gags, pero en este caso el resultado es impecable. La confusión que provocan el nombre y los apellidos del diligente sirviente de la mansión son un ejemplo de lo sencillo que puede ser a veces hacer reír.

La última noche de Boris Grushenko (1975)
Cualquiera que haya echado un vistazo a las obras literarias de Woody Allen conoce su pasión por los clásicos rusos del XIX, con lo cual esta parodia de esas extensísimas obras drámáticas —y del cine de Bergman, otra de sus debilidades— tiene cierta lógica dentro de su filmografía. El Boris Grushenko interpretado por el propio Allen vive obsesionado con su prima Sonia (Diane Keaton) y con la muerte, pero eso no impide que su familia le obligue a alistarse en el ejército para luchar contra las tropas de Napoleón al ritmo de la partitura de Sergei Prokofiev. Tiene un mensaje ligeramente antimilitarista y está tocada por el espíritu de los hermanos Marx, otra de sus grandes influencias. Fue la última película disparatada de Allen, que ya había rodado la divertidísima Bananas, una sátira política que la realidad ha convertido en creíble, Toma el dinero y corre y El dormilón. Tras ella llegó Annie Hall y con sus cuatro Oscars le proporcionó un reconocimiento que aún perdura.
La secuencia más divertida: el reclutamiento forzado del muy poco heroico Boris Grushenko.

Aterriza como puedas (1980)
Tal vez la película que mejor define el género. La obra maestra de los ZAZ, Jim Abrahams y los hermanos David y Jerry Zucker, es una acumulación nunca antes vista de gags que desafiaban la capacidad de atención del espectador. Hay chistes visuales, humor físico, referencias culturales de la época, juegos de palabras…todo lo que sirviese para hacer reír fue incluido en una cinta que busca la carcajada desde su inicio, con esa discusión de las voces en off que señalan dónde se debe aparcar en el aeropuerto y acaba en pelea doméstica hasta el accidentado aterrizaje. Tomó como base la película de Dana Andrews sobre un piloto de guerra con estrés postraumático Zero Hour!, hasta el punto de que los ZAZ compraron sus derechos para poder copiar diálogos completos y también la exitosa saga Aeropuerto, con sus accidentes aéreos y su aluvión de estrellas. Los ZAZ demostraron con ella que se podían reír de todo, también de una niña que espera un transplante, y descubrieron la inagotable vis cómica de Leslie Nielsen. Tuvo una secuela menos divertida y ya sin la participación de los ZAZ, pero sí con casi todo el equipo, incluido el sonriente piloto automático que merece un respeto, aunque esté muy lejos del original. Aterriza como puedas fue un éxito de público que la crítica despreció, pero hoy es considerada una de las mejores películas de la historia.
La secuencia más divertida: “¿Te gustan las películas de gladiadores?”. El momento en que el piloto, el siempre circunspecto Peter Graves, invita a un niño a visitar la cabina y le pregunta por sus gustos hace reír de pura incomodidad y hoy sería imposible de ver en una película comercial.

Top Secret (1984)
Al los ZAZ el éxito de taquilla de Aterriza como puedas les provocó cierta ansiedad por su siguiente trabajo, lo que, según han reconocido, les llevó a tomar decisiones precipitadas. Mientras su anterior película tenía dos bases muy definidas y reconocibles —Zero Hour! y la saga Aeropuerto—, Top Secret fue una selección de gags propios que el trío llevaba recopilando desde la adolescencia. Finalmente la vendieron como Elvis Presley (o Julito Iglesias) en la Segunda Guerra Mundial, y pocos compraron la propuesta aunque hoy se considera un clásico de culto.
El peso de la historia recaía en un debutante, un Val Kilmer recién salido de la prestigiosa escuela Juilliard que venía de interpretar a Shakespeare y se vio inmerso en una producción que hablaba de zurullos de coña y del Anal Intruder. No fue fácil para él y años después los ZAZ reconocieron que deberían haber escrito un mejor papel para Kilmer. “Éramos unos tipos divertidos que realmente no teníamos idea de la estructura de las películas”, confesó David Zucker. Si para Kilmer fue una mala experiencia hubo dos veteranos, Omar Sharif y Peter Cushing —la inclusión de actores de prestigio alejados de sus roles habituales es otra de las marcas de la casa— que se lo pasaron muy bien con sus papeles.
La secuencia más divertida: los propios directores han señalado siempre como su favorita la pelea submarina entre Nick Rivers y el malvado Nigel (una parodia del protagonista de la exitosa El lago azul). Ambientada en un salón típico de western, se grabó sin efectos especiales, con los actores sumergidos en un tanque enorme y buzos que les daban oxígeno entre toma y toma. Uno de los pocos recuerdos positivos de Kilmer es que gracias a esa secuencia obtuvo su certificado de buceo.

Hot Shots! (1991)
Conscientes de que Top Secret se resintió en taquilla por no parodiar ninguna película reconocible, los ZAZ enmendaron su error en su siguiente película y usaron como referente una de las cintas más famosas de los ochenta, y casi una parodia en sí misma: el Top Gun de Tony Scott y Tom Cruise. Los papeles principales recayeron en Charlie Sheen y Cary Elwes como los testosterónicos Maverick y Iceman; Lloyd Bridges, el patriarca del clan Bridges, totalmente integrado en la troupe del trío, Jon Cryer, con quien luego Sheen formaría pareja exitosísima en Dos hombres y medio, y la actriz italiana Valeria Golino, la única que parecía no haber visto las anteriores películas del trío.
En Hot Shots, que también tuvo su correspondiente secuela, no sólo parodiaban Top Gun, también había bromas referidas a Superman, Bailando con lobos o Los fabulosos Baker Boys, esta vez querían que todo el mundo supiese de qué estaban hablando. De nuevo se repetía la sobreabundancia de gags por minuto, aunque esta vez el espectador ya estaba prevenido y era lo que esperaba. De nuevo su éxito, esta vez sí, provocó la consiguiente secuela.
La secuencia más divertida: casi cualquiera en la que aparezca Lloyd Bridges y los títulos de crédito iniciales, casi una copia exacta de los de Top Gun.

La loca historia de las galaxias (1987)
Tras haber parodiado el western (Sillas de montar calientes), los monstruos de Universal (El jovencito Frankenstein), el cine mudo (Silent Movie) y a Hitchcock (Máxima ansiedad) Mel Brooks le hincó el diente a la ciencia ficción y más concretamente a La guerra de las galaxias de George Lucas. No sin antes pedirle permiso al director. “De la misma manera que llamé a Alfred Hitchcock para pedirle su aprobación para la película Máxima Ansiedad, le envié el guion de La loca historia de las galaxias a George Lucas, creador de Star Wars. Dijo que había visto Sillas de montar ardientes y El jovencito Frankenstein y que era un gran fan” escribió Brooks en su autobiografía Todo sobre mí. A Lucas gustó el guion y solo puso una condición: nada de merchandising. Brooks no solo no le hizo caso sino que convirtió la obsesión de la saga galáctica por el material promocional en uno de los mejores gags de la película.
Todos los héroes galácticos están representados, pero ningún brilla tanto como Rick Moranis como Casco Oscuro, un Darth Vader tamaño mini que roba la película, a pesar de que también estaba por allí el divertidísimo John Candy como un Chewbacca de saldo. No fue la última incursión de Brooks en el género al que tanto aportó. Años después llegarían Las locas, locas, aventuras de Robin Hood y el vampiro transilvano más célebre en la olvidable Drácula, un muerto muy contento que lo unía con el genial Leslie Nielsen.
La secuencia más divertida: el momento más hilarante no parodia ninguna película de la trilogía de Lucas sino Alien. John Hurt, que había sufrido una muerte traumática en la cinta de Ridley Scott, veía como el xenomorpho volvía a brotar de su estómago, pero esta vez con maneras mucho más elegantes, luciendo canotier, botines y bastón y cantando Hello My Baby.

Agárralo como puedas (1988)
Aunque el “como puedas” haga siempre pensar en los ZAZ, Agárralo como puedas fue dirigida tan solo por David Zucker (su hermano Jerry ya había trabajado en solitario en Ghost y Jim Abrahams en la divertidísima Ensalada de gemelas) y reciclaba una idea que los tres habían desarrollado tras el éxito de Aterriza como puedas: Police Squad, una serie de televisión que sólo duró seis capítulos en antena y en la que conocíamos por primera vez al imperturbable inspector Frank Drebin, al que interpretaba un Leslie Nielsen convertido ya en sinónimo de comedia paródica. Seis años después de la cancelación de la serie se convirtió en película, sorprendentemente una de las más exitosas del trío. Dio lugar a dos entregas más: Agárralo como puedas 2 1/2: El aroma del miedo y Agárralo como puedas 33 1/3: El insulto final, que incluye una desopilante ceremonia de los Oscars. Atención al musical sobre la madre Teresa de Calcuta, uno de los gags más divertidos de toda la carrera de los ZAZ
La secuencia más divertida: todas las que junta a Drebin con sus ayudantes Hocken (George Kennedy) y Nordberg (O.J. Simpson, ejem) y el momento en el que se hace pasar con escaso éxito por el cantante Enrico Palazzo.
Scary Movie (2000)
Si los ZAZ, un trío que incluía a dos hermanos, fueron quienes revitalizaron la comedía paródica, fueron otra vez unos hermanos, los Wayans –Keenen Ivory, Marlon y Shawn–, los responsables de la última gran saga de humor spoof: Scary Movie. Partiendo de la recién rejuvenecida Sé lo que hicisteis el último verano y la inagotable Scream, se burlaba de los muchos tópicos del cine de terror con referencias también a Matrix, Halloween, Viernes 13 e incluso Sospechosos habituales. Todo servía para generar risas en una película que, como en el caso de No es una estúpida película americana, era la parodia de una parodia. Scream, su principal influencia, ya era una sátira del género de terror, y Scary Movie había sido su título provisional. Su espectacular éxito de taquilla propició que se desarrollasen cuatro secuelas más y para cerrar el círculo, a partir de la tercera quien se puso al frente fue David Zucker, uno de los ZAZ. Y como el cine de terror vive un momento dulce, a la saga Scary Movie le queda cuerda para rato. Hace unos meses, Marlon Wayans confirmó en sus redes sociales que habría una nueva entrega y otra vez con los Wayans al frente: “Después de casi 20 años, los hermanos Wayans por fin darán a los fans lo que pedían: ¡el regreso de la franquicia Scary Movie!”.
La secuencia más divertida: la lucha de Cindy (Anna Faris) contra Ghostface utilizando recursos de Matrix, Tigre y Dragón y danzas irlandesas.

No es otra estúpida película americana (2001)
El siglo XXI llegó dinamitando uno de los géneros más queridos en las dos décadas previas: la comedia romántica adolescente que había reinado en las taquillas desde que John Hughes había dado en la diana con Dieciséis velas y St. Elmo, punto de encuentro había puesto en el mapa una constelación de estrellas juveniles que se conocería, a su pesar, como el brat pack. Paradójicamente, la trama principal de la película de Joel Gallen se inspira en la película de 1999 Alguien como tú, que ya era un pastiche de las pelis de Hughes, o sea, una sucesión de clichés con una banda sonora irresistible. No faltan el clasismo de los institutos, el chico popular de buen fondo (Chris Evans antes de ser “el culo de América”, como le denominaba el Hombre Hormiga en Vengadores: Endgame) y Chyler Leigh (que años después sería la hermanísima de Meredith Grey) como la marginada que solo necesita soltarse el pelo y quitarse las gafas para ser la chica más guapa del instituto. A su lado, una mala malísima, Mia Kirshner, y Eric Christian Olsen como el rubio rico y engreído. También regala un cameo impalpable, el de Molly Ringwald, la musa de John Hughes que tras años renegando del género acabó aceptando su rol de icono del cine teen.
La película de Gallen parodia los clásicos de Hughes: El club de los cinco, Dieciséis velas y La chica de rosa, también la saga American Pie, y éxitos como Crueles intenciones o Diez razones para odiarte.
La secuencia más divertida: Chris Evans, en uno de sus primeros papeles relevantes, parodiando el bikini de crema (y plátano) de Ari Larter en Varsity Blues.

Spanish Movie (2009)
El cine patrio tampoco quiso quedarse sin su cinta de parodias y Javier Ruiz Caldera lo abordó con el ambicioso título de Spanish Movie. Aunque no iba a parodiar todo el cine español ni a remontarse a Salida de misa de doce del Pilar de Zaragoza (1897), desafortunadamente se limitó casi exclusivamente a los universos de Pedro Almodóvar y Amenábar y a éxitos bastante recientes, lo que facilitaba la identificación de referentes como Mar Adentro o El laberinto del fauno, pero también la limitaba. Alexandra Jiménez, Silvia Abril y un inspiradísimo Carlos Areces como una suerte de Ramón Sampedro sostienen casi toda la función, con la inestimable ayuda, aunque demasiado limitada, de Joaquin Reyes, así como cameos tan llamativos como el de Leslie Nielsen –de hecho esta fue la última película en la que participó–, Chiquito de la Calzada o el cantante Joselito.
La secuencia más divertida: Carlos Areces como un cruce entre el Javier Bardem (y su peinado) de No es país para viejos y el Eduardo Noriega de Abre los ojos para explicarnos el accidente que lo dejó postrado en la cama.
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