“Una Motown maníaco depresiva”: 4AD o los dos tipos raros que descubrieron a decenas de estrellas
‘A contracorriente: La historia de 4AD’ cuenta en 700 apasionantes páginas cómo nació el selló musical más atípico de Inglaterra

4AD fue la más peculiar de las discográficas independendientes británicas surgidas tras el punk. Si miramos a sus coetáneos hay hasta películas glosando las hazañas de Alan McGee, fundador de Creation, o Tony Wilson, de Factory. Pero, como dice Martin Aston en el monumental libro A contracorriente: La historia de 4AD (Contra), que cuenta la historia de sello londinense en más de 700 páginas: “Si la película sobre la historia de Factory se tituló 24 Hour Party People [gente de fiesta las 24 horas del día] ¿Cómo se habría llamado una sobre 4AD? ¿Ocho horas de relax y luego a la cama?”.
Parece un título bastante adecuado para un sello que un crítico definió como “una Motown maníaco depresiva”. La suya es una historia menos épica, en apariencia. 4AD la fundaron en Londres, en 1980, Ivo Watts-Russell —un tímido fan del rock progresivo salido de una familia aristocrática venida a menos— y Peter Kent —un personaje expansivo y vital que realizaba toda la labor de campo que el tímido Ivo era incapaz de hacer—. Ninguno de los dos se prodigaba en los medios. De hecho, Kent no había concedido ninguna entrevista hasta este libro. Se sabía que, siendo casi adolescente, se instaló en Ámsterdam, donde fue DJ, y poco más. Pero si es verdad lo que cuenta ahora sobre sus años en Holanda, ese perfil bajo cobra sentido: “Un amigo mío fabricaba mescalina y cocaína. Peter Kent no es mi nombre verdadero. Durante un tiempo estuve en la lista de busca y captura de Interpol”, asegura. Al parecer, en 4AD hay exceso, pero está escondido.

En realidad nació como un subsello de Beggars Banquet. Lo que hoy es el conglomerado de sellos independientes más grande del mundo empezó como una cadena de tiendas de discos transformada en un sello que prontó se convirtió en satélite de la multinacional Warner. Watts-Russell y Kent eran dos empleados de Beggars Banquet. El sello madre les dio 2.000 libras con la idea de que fueran su pata underground y, en el mejor de los casos, un semillero de grupos que pudieran luego pasar a la discográfica madre.
Pero eso casi nunca pasó. Porque el gusto de 4AD era muy particular, o más bien se fue haciendo así, porque muchas de sus primeras referencias no llegaron a ninguna parte. Su primer acierto fue Bauhaus, el grupo que dio forma al movimiento gótico más canónico; después llegarían los atormentados y furiosos The Birthday Party, de Nick Cave; el pop oscuro de Modern English y, por fin, los influyentes Cocteau Twins, hoy venerados padres del dreampop.

El fichaje del diseñador Vaughn Oliver terminó de dar identidad a 4AD. “En 1985 el sónido clásico de 4AD era sinónimo de sueños oscuros interpretados por personajes frágiles”, se lee en el libro. Más tarde, darían el salto a Estados Unidos, dónde ficharían a Pixies o Throwing Muses. Watts-Russell se terminaría mudando a EE UU, donde abrieron oficina. En 1999, agotado, vendió su parte del sello a Beggars Banquet. Hoy, vive en una zona apartada de Nuevo México. Kent, aquejado de esclerosis multiple, había abandonado mucho antes.
4AD sigue en marcha. Es posible que ya no tenga la marca personal que tuvo, pero ha descubierto a Bon Iver, St Vincent o Grimes y entre sus artistas actuales están The National, Aldous Harding o Future Islands. Sellos míticos como Factory o Creation desaparecieron. ¿La lección? No desprecien al callado. Hay épica en el silencio.
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