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Matt Berninger: “Taylor Swift es John Lennon para mucha gente. Es sin duda una de las mejores artistas de hoy”

Con su nuevo disco en solitario, el líder de The National quiere dejar atrás los malos tiempos y demostrar que de los peores momentos puede surgir la belleza

Matt Berninger posa para ICON en el estudio de Los Ángeles donde ensaya para su gira que, en principio, no pasará por España.

Hay que entender a Matt Berninger (Ohio, 54 años) cuando dice que ha explicado tantas veces que el confinamiento le condujo a una severa depresión que ya no quiere darle más vueltas al temita. “Estoy cansado de mi historia. La he contado en muchas ocasiones. Grabé dos discos sobre ella y, al principio, las canciones de este volvían a tratar sobre mi historia o surgieron de ella o la presagiaban. Francamente, no podía más con el tema del bloqueo creativo. Así que la intención era que este disco no fuera sobre la depresión, ni sobre ese período, ni sobre política, ni sobre la pandemia…”, explica en un hotel de Londres, dándole caladas a un vaper de marihuana y garabateando en un papel. Es un domingo de finales de marzo y ha venido a Europa para algo que no es exactamente una gira pero tampoco es del todo promoción de su segundo disco en solitario, Get Sunk. Está dando un puñado de conciertos acústicos en capitales europeas y aprovecha para conceder entrevistas.

Matt Berninger es conocido por ser el cantante y letrista de The National, una banda que se hizo famosa cuando sus cinco componentes ya tenían una edad. Berninger en concreto tenía 37 añazos cuando Barack Obama empezó a usar en sus mítines Fake Empire, una de las canciones del cuarto disco de The National y aquello disparó su popularidad. Solo llevaban tres años dedicándose en exclusiva al grupo. Desde su fundación, en 1999, hasta 2005, el momento en el que Berninger dejó su trabajo de diseñador gráfico, la música había sido casi un hobby. Estaban tan descolgados que aunque vivían en Nueva York en 2001, cuando The Strokes hizo que el mundo volviera a considerar la ciudad como la capital mundial del rock, nadie les incluyó en el listado de grupos a ser tenidos en cuenta.

“Estábamos allí, pero muy por detrás de Strokes o Interpol. Ellos recibieron toda la atención mientras todavía estábamos intentando descubrir cómo ser una banda. Gracias a Dios, porque al principio éramos pésimos”, recuerda Berninger. No eran tan malos. El problema era tal vez que su rock con aires de gótico ochentero y sus letras tristonas eran demasiado deprimentes y adultas para aquellos tiempos festivos. Hoy, esos grupos o desaparecieron o son una sombra de lo que fueron, pero The National llenan estadios y han llegado a una nueva generación gracias a una fan: son el grupo favorito de Taylor Swift. Ella lo dijo en 2014 y demostró que no bromeaba escribiendo dos discos con Aaron Dessner, guitarra de The National. El primero, Folklore, fue Grammy a mejor álbum en 2021. “Es increíble, es un talento descomunal”, dice Berninger. “Obviamente hemos ganado muchos fans gracias a nuestra proximidad con ella. Ha hecho que una nueva generación descubra mi banda. Los fans de Taylor Swift entienden a The National. Pillan mis letras”.

Es curioso que en dos de las tres primeras canciones de la lista de Spotify This is the National aparezca Taylor Swift. Es verdad, esas tres canciones son más suyas que mías. Si te fijas incluso la primera, I need my girl, que la grabamos antes de conocernos podría perfectamente pasar por uno de sus temas. Porque, gracias a mi hija, Taylor siempre ha sonado en mi casa y desde el principio he admirado sus letras y sus melodías. He aprendido mucho de ella. Muchas personas han crecido con su música. Ella es John Lennon para mucha gente, no solo para adolescentes. Taylor Swift es sin duda una de las mejores artistas de hoy y una persona encantadora.

Matt Berninger posa para ICON en el estudio de Los Ángeles donde ensaya para su gira que, en principio, no pasará por España.

La paradoja es que mientras esos nuevos fans empezaban a llegar, Berninger se iba sumiendo en una depresión. No podía escribir y llegó a pensar que nunca más saldría de gira. La enfermedad exacerbó ese miedo escénico crónico que supera gracias al alcohol. La noche anterior a la entrevista, en el concierto acústico de Londres, se pimpló una pinta de algo transparente. “Era tequila con soda, para engrasar un poco las ruedas”, explica. “Tengo una relación bastante sana con el alcohol y la nicotina. He dejado de fumar. No tomo café ni consumo otras drogas. Probé los hongos un tiempo, pero no me dieron lo que esperaba. Pero una copa antes del concierto, unos sorbos durante y un poco de marihuana me ayudan mucho a conectar con la música, con el público, conmigo mismo a veces. También puede ser una forma de aislarte del mundo y lo uso así de vez en cuando. Sentarme junto al fuego solo con un cóctel también es muy saludable. Escribo así. Ya sé lo malo que es el alcohol. Todo el mundo lo sabe. Si quieres decir que lo uso como muleta, dilo. Sí, claro. Lo hago. Pero bailo bien con esa muleta”.

Tras dos años empezó a volver a la normalidad, pero la recuperación fue lenta e impregnó sus trabajos con la banda. Este Get Sunk es la primera grabación en la que se siente bien, así que decidió obviar esos años y también cualquier asunto medianamente conflictivo. ¿Qué le queda a uno cuándo se despoja de todos esos temas? Pues a Berninger le queda básicamente su infancia. Get Sunk es un disco sobre quién era antes de ser quién es. “Llega un punto en que una historia de cuando eras niño se convierte en el recuerdo de un recuerdo. El pasado que rememoras es irreal. Es como intentar recordar el futuro. Tu idea de quién vas a ser es una historia que te estás contando. Tu pasado es también una historia que te cuentas. Puede que no fuera como crees que fue. O has olvidado cosas importantes”.

Pone un ejemplo: hace poco descubrió que no le había contado a su mujer, con la que lleva 20 años, que quien le enseñó a jugar al billar fue Neil Armstrong, el primer hombre que pisó la luna. “Neil Armstrong tenía una granja en Lebanon, Ohio, y mi tío Howard era su médico. Se habían conocido en la guerra de Corea. Yo tenía siete u ocho años cuando lo vi. Neil estaba en la mesa de billar de mi tío. En mi recuerdo yo era un niño y él me enseña a jugar”. El disco está lleno de amores casi olvidados, de fines de semana en la granja de sus tíos en Indiana, de naranjos, de ríos, de lomas y de plantaciones de tabaco dónde trabajaba en verano. “Sí, es un disco sobre crecer en América en los ochenta”, reconoce.

Espiritualmente Get Sunk está cerca de Wild God de Nick Cave, por lo que tiene de superación de una crisis personal. “Sí, eso espero, que mi álbum esté lleno de esperanza. Me siento esperanzado y no tengo miedo. Tengo una hija de 16 años y no quiero que esta mierda arruine su felicidad ni su alma. Solo quiero ser valiente. Es mi gran objetivo: tengo que intentar ser valiente”. Hay otra conexión menos obvia: recuerda un poco al Bryan Ferry de los ochenta. Como le pasaba a Ferry con Roxy Music, por mucho que Berninger grabe sin The National, su sombra está ahí. “No se me había ocurrido, pero la idea me gusta. Él siempre fue Brian Ferry de Roxy Music. Y luego, de alguna manera, se convirtió en Bryan Ferry. Eso me gustaría: en lugar de ser Matt Berninger de The National ser solo Matt Berninger. Me encantaría”.

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