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¿Puede un tenedor convertirse en objeto de contemplación? Conie Vallese, la diseñadora que transforma lo cotidiano en escultura

La argentina crea jarrones, cubiertos y muebles que parecen sacados de una fábula o de un jardín, inspirados por las flores y los intrincados patrones de la naturaleza

Conie Vallese

Entre la fragilidad y la fuerza, en las piezas de Constanza Vallese, artista, diseñadora y modelo argentina, las flores y la naturaleza dominan el lenguaje creativo. Modela y esculpe pétalos en sillas de bronce, cubiertos de plata, jarrones de cristal, cerámica o tapices. Son fascinantes y algo nostálgicas, conectando con la sencillez, pero a la vez son sofisticadas y refinadas, esculturales, llenas de delicados matices y meticulosos detalles. Conie vive a caballo entre Nueva York y Milán. Inspirada por los viajes y la observación (de una idea o un deseo), llega a formas orgánicas que parecen situarse en un equilibrio entre la belleza inherente de las creaciones naturales y la dureza y el peso de los materiales que usa. “Me atraen aquellos que tienen alma”, asegura. “En cuanto a los colores, me inclino por tonos suaves y armónicos”.

En las piezas de Constanza Vallese (artista, diseñadora y modelo argentina), las flores y la naturaleza dominan el lenguaje creativo.

“Viajar me influye muchísimo, descubrir nuevos paisajes y formas de vivir. La naturaleza y, sobre todo, estar en contacto con ella. Mirar con interés lo cotidiano, lo que muchas veces pasa desapercibido, la belleza que aparece en lo ordinario. Leer, el cine, dejarme atravesar por distintas formas de ver el mundo, todo eso es parte de mi formación. Esa apertura, ese estado de receptividad constante, es lo que más me ha nutrido. Por supuesto que admiro profundamente a muchos artistas contemporáneos y del pasado, pero creo que mis verdaderos maestros han sido los momentos de conexión con cosas que siempre me han sacado de mis lugares de comodidad. Una escena, un objeto, una frase, una textura. La creatividad, para mí, nace de estar en movimiento y en sintonía con todo eso”.

Conie Vallese concibió su colección de sillas Bronze Bloom en una residencia en la milanesa Fonderia Artistica Battaglia.

Creció muy unida a su abuela materna, que era pintora al óleo, estudió cine en la Universidad de Buenos Aires y con 23 años se mudó a Nueva York. Allí comenzó explorando precisamente esa disciplina, la pintura, pero es en la escultura o el diseño de objetos donde ha encontrado su sitio. Vidrio, metal, arcilla, un mural de azulejos para la galería Garcé & Dimofski de Lisboa, una colección de cubiertos de inspiración gótica en colaboración con su amiga y orfebre Orit Elhanati, tapices de lana y seda para Etesian (“Quería que mis cuadros se volvieran más tangibles”, dice), jarrones de cristal para Jacqueline Sullivan, paneles de cerámica convertidos en bancos y mesas para Numeroventi… Ha colaborado con la reconocida arquitecta y diseñadora India Mahdavi y ha expuesto en Nueva York, París y en Alcova, la plataforma más experimental de la Design Week de Milán. Jardinera apasionada, la botánica y las flores siguen impregnando cada aspecto de su obra, cada vez más diversa. Como en una de sus colecciones más recientes, una serie de sillas y mesas con lirios titulada Bronze Bloom, que fue concebida en el verano de 2023 durante una residencia en la milanesa Fonderia Artistica Battaglia, especializada en el arte de la fundición a la cera perdida desde hace más de un siglo.

“Mi trabajo consiste en observar una idea o deseo e interpretarlo, transformarlo en algo tangible. Me gusta pensar que lo que hago se mueve entre lo funcional y lo emocional. En cuanto a mi estilo, es directo pero sensible, con atención al detalle y siempre abierto al cambio, a la observación, al cuestionamiento. No me interesa imponer algo en particular, sino encontrar una respuesta genuina para cada proyecto. Mis piezas no buscan la perfección sino el carácter, expresar una elegancia atemporal. Cada forma, cada detalle, está pensado para transmitir una belleza simple y en armonía. Me interesa la sencillez que perdura, lo que no pasa de moda, lo mínimo, lo sutil, lo que se revela de a poco con el tiempo. Todo eso me da calma y placer, me conecta con lo esencial y me ayuda a diseñar con más sensibilidad, simplicidad y propósito al mismo tiempo”, prosigue.

Otro de los asientos de la colección Bronze Bloom.

En un mundo cada vez más impulsado por la tecnología, parece que la voluntad de Conie que, en otro orden de cosas, ha desfilado como modelo para firmas como Bottega Veneta, Jil Sander o el Celine de Phoebe Philo, es preservar la artesanía y la poesía de crear con las manos piezas únicas. Una sensación de grandeza romántica recorre toda su obra, que no parece estar muy preocupada por la funcionalidad. Con sus objetos no se forja una relación de uso, ni de sobreacumulación o consumo. En cambio, es una oda a los sentimientos y sensaciones que desarrollamos hacia ellos.

“Lo que más valoro de mis piezas es que surgen de un lugar espontáneo, intuitivo, casi instintivo. Me gusta trabajar solo cuando lo siento, hay algo muy orgánico en su proceso, como si aparecieran solas, pero siempre atravesadas por una sensibilidad muy personal. Me interesa que sean objetos decorativos pero que transmitan una especie de emocionalidad contenida. Siento que tienen cierta fragilidad, una elegancia discreta. Me gusta pensar que no solo ocupan un espacio, sino que lo transforman de manera sutil. Por otro lado, creo que lo más interesante es que cada persona que elige una pieza mía le encuentra su propio sentido. Me da profunda alegría que se transformen en esculturas silenciosas con presencia dentro de la cotidianidad, especialmente cuando logran conectar con su fragilidad y fuerza, no solo desde la estética, sino también hacia un lugar mas íntimo”.

Conie Vallese añadió sus característicos motivos florales a este jarrón de vidrio soplado diseñado en colaboración con la firma By Malene Birger.

Le preguntamos por su proyecto soñado. “No es nada en particular, sino un estado de búsqueda continuo. Creo profundamente en el valor de mantenerme trabajando y explorando con entusiasmo, porque es justamente en ese movimiento constante donde surge lo más interesante. Me apasiona curar espacios y trabajar en encargos específicos, donde pueda desarrollar algo hecho a medida y con sentido. Los procesos lentos son los que me gusta abrazar, como un diálogo que evoluciona”, concluye.

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