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Alberto de Mónaco y sus 20 años de reinado de luces y sombras: hijos ilegítimos, matrimonio en eterna duda y escándalos judiciales

El soberano celebra dos décadas en el trono del Principado, un periodo marcado por una bonanza económica, pero también por las sospechas de corrupción y los rumores de crisis con Charlène de Mónaco

Alberto de Mónaco

En la plaza del palacio, ante sus selectos invitados, Alberto de Mónaco salió a celebrar sus 20 años de reinado el pasado 19 de julio. “Todo lo que he hecho cada día, ya sea en la escena internacional, en la soledad de mi oficina o en los mares lejanos, lo he hecho por vosotros”, dijo, emocionado. Fue durante el cóctel para festejar sus dos décadas como soberano de este territorio de apenas 40.000 habitantes, cuyas virtudes, declaró, son “el trabajo, la hospitalidad, el interés por la innovación, el compromiso con la ética y la apertura al desarrollo internacional”.

En el festejo le acompañaba toda la familia Grimaldi: Charlène de Mónaco, su mujer; sus hermanas Estefanía y Carolina de Hannover; y algunos de sus sobrinos, Louis Ducruet, y Carlota, Andrea y Pierre Casiraghi, y Alejandra de Hannover. El 12 de julio de 2005, Alberto II fue coronado soberano de este lujoso Estado de dos kilómetros cuadrados situado en la Costa Azul francesa, tres meses después de la muerte de su padre, Raniero III, fallecido el 6 de abril de 2005 a los 81 años.

En estos 20 años Alberto II ha impulsado la bonanza económica del territorio a la vez que ha sido protagonista de escándalos, vinculados a su vida sentimental, pero también a las sombras sobre la gestión y corrupción en el Principado.

Vida privada

Cuando asumió el trono, Alberto II tenía 47 años y era un soltero que multiplicaba sus aventuras, pero sin comprometerse. Incluso se llegó a cuestionar su condición sexual. En 2006, durante los Juegos Olímpicos de Invierno de Turín, oficializó su relación con la nadadora sudafricana Charlène Wittstok, 20 años menor. Se habían conocido años antes, pero habían mantenido su historia oculta. La boda se celebró en julio de 2011 y en diciembre de 2014 se convirtieron en padres de dos gemelos, Gabriella y Jacques. Quedaba asegurada la sucesión.

Charlène y Alberto de Mónaco en la celebración del 20º aniversario de reinado, el 19 de julio de 2025, en Mónaco.

Cuando esto ocurrió, él ya era padre de dos hijos, fruto de relaciones previas, cuya paternidad no reconoció hasta tiempo después. Uno es Alexandre Coste (22 años), hijo de Nicole Coste, exazafata francotogolesa. El nacimiento del niño quedó en secreto hasta que la revista francesa Paris Match lo reveló. Alberto de Mónaco reconoció la paternidad en julio de 2005, cuando ya era soberano del Principado. Además, también es padre de Jazmin Grace Grimaldi, de 33 años, fruto de su relación en 1991 con la camarera Tamara Rotolo.

Pero su matrimonio con Charlène de Mónaco no ha estado exento de polémica. Todo comenzó el mismo día de su boda, cuando apareció con lágrimas en los ojos y visiblemente seria durante la ceremonia. Entonces la prensa francesa aseguró que había intentado huir antes de la boda y fue apodada como La princesa triste. El nacimiento de sus dos hijos parecía haber traído estabilidad a la pareja, pero en 2021 volvieron a protagonizar titulares por la prolongada ausencia de la exnadadora en actos públicos. Se había marchado a su Sudáfrica natal por problemas de salud y para estar más cerca de su familia, siempre según la versión de su marido: “Charlène no se fue de Mónaco exiliada”, dijo a la revista People en septiembre de 2021. “Me parece lamentable que algunos medios de comunicación difundan tales rumores acerca de mi vida o de mi relación”, lamentó ella durante un acto en mayo de 2022. Han dejado pasar las habladurías, pero en muy contadas ocasiones sí que se han enfrentado a ellas. Desde hace un tiempo parece que la paz vuelve a reinar en palacio.

El milagro económico

El soberano siempre defendió que reinaría con transparencia en este territorio plagado de casinos, mansiones, restaurantes de lujo y espectaculares vistas, pero sobre todo, un territorio libre de impuestos para las empresas y fortunas. Su PIB alcanza los 9.400 millones de euros y ha crecido un 50% desde 2014. Los precios inmobiliarios en este paraíso mediterráneo, donde una parte de la población es multimillonaria, son de los más altos del mundo. Este milagro económico lo inició Raniero de Mónaco. Cuando su hijo asumió el trono, prometió exprimir esta bonanza “con ética”.

Carolina, Alberto y Estefanía de Mónaco el día de la entronización del príncipe, el 12 de julio de 2005, en Mónaco.

Aunque el Principado modernizó su legislación y en 2000 salió de la lista de paraísos fiscales, ahora está en el punto de mira de la Unión Europea por no cumplir las exigencias internacionales de transparencia en la lucha contra la corrupción. El pasado mes de junio, la Comisión Europea incluyó al principado en su lista de países de alto riesgo por blanqueo de capitales. Se trata de un territorio apetecible para las inmobiliarias, donde se han hecho megaproyectos de construcción (algunos cuestionados), a pesar de que Alberto II siempre ha incidido en la importancia del medio ambiente. Este verano se celebró una cumbre con directivos de finanzas destinada a captar fondos para financiar una “economía marina sostenible”.

Numerosos escándalos

Los embrollos judiciales han empañado estos últimos años en el trono, sobre todo tras las revelaciones de algunos de sus colaboradores, que le acusan de falta de transparencia en la gestión. Entre ellos está su antiguo asesor, Claude Palmero, que fue despedido en 2023 por supuestas irregularidades contables. El que gestionó las cuentas de la familia durante décadas anotó en sus cuadernos informaciones y datos sobre el excesivo tren de vida de la familia Grimaldi.

El excontable, que niega estar en el origen de las filtraciones, y el soberano están metidos en una batalla judicial, con denuncias y acusaciones cruzadas. En sus notas, Palmero revelaba irregularidades en el patrimonio del soberano, que le acusa por su parte de haber gestionado sus riquezas de manera opaca.

Charlène y Alberto de Mónaco junto a sus dos hijos, Gabriella y Jacques, en un evento con motivo de los Juegos Olímpicos de París, el 18 de junio de 2024.

No es lo único que arroja sospechas. Hace unas semanas, Didier Linotte, antiguo presidente del Tribunal Supremo del Principado, fue imputado por corrupción a petición de la Fiscalía por una decisión dictada por él en 2000. Entonces condenaba al Estado monegasco a pagar una indemnización a la inmobiliaria Caroli tras haber abandonado un proyecto offshore que competía con otro similar de otro promotor, Patrice Pastor, vinculado a Alberto II. El abogado de Linotte denunciaba a la prensa francesa una persecución contra su cliente y advertía de “la fuerza oscura que hay alrededor de Alberto II”, en referencia al empresario.

El pasado 26 de junio, Philippe Mettoux, ex alto funcionario francés y antiguo fiscal, renunció a ocupar el puesto de primer ministro pocos días después de su nombramiento. Lo justificó en los obstáculos que, denuncia, le van a impedir ejercer su labor. En un comunicado declaró haber detectado, tras algunos contactos antes de asumir el cargo, “fuerzas negativas que ya están actuando para perpetuar las prácticas arcaicas del pasado e impedirme llevar a cabo la misión que el príncipe Alberto me confió”.

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