Uno de los médicos de Matthew Perry se declara culpable por distribuir la droga que causó la muerte del actor
El doctor Salvador Plasencia ha reconocido su implicación en el caso ante la corte de Los Ángeles, y enfrenta hasta 40 años de cárcel

Ya es oficial. Salvador Plasencia, uno de los médicos que trató al actor Matthew Perry durante los últimos días de su vida, pero en este caso para suministrarle la ketamina a la que era adicto, se ha declarado culpable. Su decisión se conoció hace poco más de un mes, pero no ha sido hasta este miércoles cuando Plasencia lo ha hecho de manera firme ante la corte.
El médico se ha declarado culpable de cuatro delitos de distribución ilegal por la prescripción de ketamina. Plasencia, de 43 años, ha admitido que le inyectó a Perry —fallecido en octubre de 2023— la droga, y que lo hizo tanto en su casa como en un aparcamiento de la vecina Santa Mónica, semanas antes de su muerte; también ha reconocido ante la corte del distrito de Los Ángeles, California, que su propósito no era médico. Todo ello hará que se enfrente a una pena de hasta 40 años de prisión, 10 por cada delito, según ha explicado la Fiscalía. Su juicio se prevé para el 3 de diciembre.
Plasencia, que era el responsable de una clínica de Urgencias en la ciudad, es uno de los cinco acusados por la muerte de Perry, que murió en su casa de Pacific Palisades el 28 de octubre de 2023, con apenas 54 años. Una larga investigación por parte de la policía de Los Ángeles concluyó en agosto de 2024 con cinco detenidos. Además de Plasencia, había otros cuatro acusados más: otro médico, de nombre Mark Chávez, y que le proporcionaba la ketamina a Plasencia; una traficante llamada Jasveen Sangha, conocida popularmente como La reina de la ketamina; un camello intermediario llamado Erik Fleming; y también quien fue asistente personal del actor durante años, Kenneth Iwamasa.
Ambos doctores se han declarado culpables; Chavez lo hizo un año después de la muerte del intérprete, en octubre de 2024. También Iwamasa y Fleming se han declarado culpables. No lo ha hecho Sangha, que de hecho se ha declarado como no culpable. Ella enfrenta cargos por proporcionarle la droga a Perry, y su juicio está previsto para mediados de agosto. Ninguno de los otros cuatro ha sido sentenciado.

La investigación llevada a cabo parte de la oficina de control de drogas de Estados Unidos, la DEA, concluyó que el doctor Salvador Plasencia mintió durante la misma. “Plasencia y Chávez violaron sus juramentos como médicos de cuidar a sus pacientes. Causaron muchos daños solo para hacer dinero”, aseguró la directora de la DEA al conocerse la investigación. El médico aseguró que tenía todo un plan de tratamiento médico y que ello incluía suministrarle a Perry unos 60 miligramos de ketamina cada 24 horas. No era cierto, porque las dosis eran tan grandes que le provocaron una adicción.
En su acuerdo de culpabilidad, tal y como se supo a mediados de junio, Plasencia admitía que “su conducta estuvo por debajo del nivel adecuado de atención médica y que las transferencias de viales de ketamina [...] a la víctima M.P. no tenían una finalidad médica legítima”. De hecho, sus mensajes se hicieron tristemente famosos durante el proceso de investigación: “Me pregunto cuánto más va a pagar este imbécil [por la droga]”, escribió Plasencia en septiembre de 2023, un mes antes del fallecimiento del intérprete. “Vamos a averiguarlo”, añadía Chavez.
Ambos doctores se lucraron ampliamente con la adicción de Perry. Plasencia le comentó a Chavez (por escrito) que debían convertirse en sus únicos suministradores. Tenían motivos: cada vial costaba unos 12 dólares, pero ellos los venían por más de 200 veces su precio; de hecho le cobraron 55.000 por 20 de ellos, a más de 2.700 dólares por cada uno de ellos.

Los médicos le explicaron y hasta le enseñaron al asistente de Perry, Kenneth Iwamasa, cómo tenía que inyectarle la droga a Perry. De hecho, ha quedado demostrado que el mismo día de su muerte fue Iwamasa quien le inyectó al actor una fuerte dosis, con una jeringa proporcionada por Plasencia. Más tarde, le preparó un baño en su jacuzzi y salió a hacer unos recados que le había pedido su jefe, que pocas horas después falleció en el agua.
Perry sufrió mucho y de manera muy pública a causa de sus adicciones. Como él mismo contó en sus memorias, llamadas Amigos, amantes y aquello tan terrible (Contraluz, noviembre de 2022), pasó 15 veces por rehabilitación y se gastó nueve millones de dólares en desintoxicación. De hecho, había épocas de su vida que ni siquiera recordaba, a causa del abuso de sustancias. Pasó dos meses en coma y estuvo a punto de morir porque le reventó el colon. Al ingresar en el hospital, los médicos les aseguraron que tenía apenas un 2% de posibilidades de vivir. “Me pusieron una cosa llamada máquina de ECMO, que hace que funcionen tu corazón y tus pulmones”, contaba en el libro el actor. “Fue un remedio desesperado. Nadie sobrevive a eso”.
Como explicó en una entrevista con The New York Times cuando lanzó su biografía, seguía sufriendo muchos juicios públicos por su problema de adicciones, por lo que para él era importante hablar acerca de ello: “Mi caso sugiere que todavía existe un enorme estigma en torno a las adicciones, y que todavía nos tenemos que esconder”,
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