Los 50 años de Angelina Jolie, la estrella que dejó atrás a Brangelina para convertirse en la matriarca del clan Jolie (sin Pitt)
La intérprete ha construido una identidad propia que la ha hecho única y desde hace varios años ya no es solo una actriz, sino mucho más: directora, activista, embajadora de marcas y madre de seis hijos


Hace ya varios años que Angelina Jolie (Los Ángeles, 50 años) dejó de ser solo una actriz. Ella es mucho, mucho más. Ni siquiera podría ampararla el estatus de estrella, pues escaparía a los límites de todo lo que toca. Es más que una refulgente intérprete que se ha hecho famosa por sus papeles o que, como tantas otras en Hollywood, se ha convertido en una embajadora de moda, belleza o joyas con apariciones estelares en revistas. Es todo eso, con una identidad propia que la ha hecho única, y además es directora, activista, madre de seis hijos, mujer tres veces divorciada y, desde este miércoles 4 de junio, una más en el club de los 50.
Angelina, por nombre y también por lugar de nacimiento, alcanza las cinco décadas de vida muy lejos de aquella explosiva veinteañera que debutó en videoclips y miniseries para forjarse después un nombre con Inocencia interrumpida (con premio Oscar incluido) y con ese bombazo mundial que fue el personaje de Lara Croft, cuando hacer películas sobre videojuegos todavía era una sorpresa. A día de hoy, ha cambiado esa loca juventud por un papel mucho más reposado, pero con más peso, dentro de la industria y también fuera de ella. Porque en cuestión de celebridad está, probablemente, entre las más adoradas del planeta. Pero, como todo en Hollywood —y en ella— son puras contradicciones, ni siquiera tiene estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood.
Aunque vino al mundo como parte de una dinastía de actores, Jolie nunca usó su apellido: ese es su segundo nombre, aunque lo convirtió en su apellido legal hace más de 20 años. Jon Voight, su padre —y hoy embajador del presidente Donald Trump en Hollywood—, desapareció de su vida a los pocos meses de nacer, por lo que creció viendo viejas películas con su madre, Marcheline Bertrand, y su hermano, el también actor James Haven. Cuatro personas de la misma familia, cuatro apellidos.
La identidad es importante en el clan, y la actriz probablemente es la que más claro lo tiene y lo ha demostrado. Pese a haberse puesto en la piel de medio centenar de personajes, de Maria Callas a Evelyn Salt, de Maléfica a Tigresa en Kung-Fu Panda, su rostro y su nombre siempre han prevalecido, a veces, con una presencia tan fuerte que puede ser contraproducente para un intérprete, siempre en busca de un punto camaleónico. Durante sus 50 años ha tenido varias identidades, pero siempre ha sido ella, Angelina Jolie. Solo durante unos breves años, entre 2014 y 2019, fue otra: Angelina Jolie-Pitt. Cuando se separó de Brad Pitt, recuperar su nombre de soltera fue una de sus prioridades.

Y parece que le ha inculcado esa lección identitaria y propia a sus hijos, su tribu, absoluta prioridad para ella. El divorcio entre las superestrellas (cuya unión, de tan mediática, llegó a tener nombre propio: Brangelina) la convirtió en una estrella diferente. Sí, su lucha contra el cáncer o contra las injusticias globales ya habían mostrado al mundo que no era una actriz al uso, pero su férrea defensa de su familia en esos tiempos oscuros la colocaron en un prisma aún más diferente. La opinión pública, ya acostumbrada a caprichos de celebridades que tienen y adoptan hijos por doquier, no le echaba demasiadas cuentas a una famosísima pareja con seis retoños llegados de todas las coordenadas (tatuadas en su piel, claro) del mundo posibles. Pero cuando tras la separación los hijos de Jolie y Pitt se fueron posicionando, uno tras otro, del lado de su madre, el público la observó de manera distinta.
Primero fue el incidente de avión de Maddox con su padre. Lo que parecía pura rumorología de tabloide tras la demanda de divorcio, en los estertores del verano de 2016, se confirmó cuando se supo que el mismísimo FBI había interrogado durante horas y horas a la actriz y a los chicos. Nunca se supo con certeza todo lo ocurrido ni durante el incidente, el 14 de septiembre de ese año, ni durante las tres horas de interrogatorio, pero sí que la pelea fue tan a mayores que la actriz decidió pedir el divorcio y llevarse a los niños consigo. El diario The New York Times accedió a documentos donde se explicaba que Pitt “estranguló a uno de los niños y golpeó a otro en la cara” y “agarró a Jolie por la cabeza y la sacudió”. Una demanda de hace apenas un año hablaba de que esa fue “la primera vez que él también abusaba físicamente de los niños”. También, porque “el historial de maltrato físico de Pitt hacia Jolie comenzó mucho antes del viaje en avión”. La separación tardó ocho años largos en completarse, hasta finales del pasado diciembre. Que los niños decidieran con quién quedarse fue cuestión de minutos.

Desde entonces, sobre todo en privado y poco a poco públicamente, Jolie se ha centrado en su papel de madre, protegiendo a su clan de injerencias externas, pero también lanzándoles al mundo exterior. Ha ido mostrando a sus chicos —Maddox, de 23 años; Pax, de 21; Zahara, de 20; Shiloh, de 19; y los mellizos Vivienne y Knox, de 16— en estrenos y fiestas, todos juntos, pero también por separado, en eventos relacionados con lo que a cada uno les gusta más. Algunos trabajan con ella o en el mundo del cine; otros optan por estudiar en la universidad. Pero todos tienen algo claro: que son mucho más Jolie que Pitt.
No es solo una cuestión genética (los tres pequeños, biológicos, son una mezcla de ambos actores), o de raíces (fue ella quien adoptó a Maddox y Pax en Camboya y a Zahara en Etiopía, y luego Pitt los coadoptó), también lo es de decisiones. Más de la mitad de los chicos se han quitado, o han retrasado, el apellido paterno. Se sabe que Maddox, o Mad, como lo llama su madre, se ha pasado al Jolie. Al presentarse a sus compañeros de la universidad, el prestigioso Spelman College de Atlanta, Zahara les dijo a sus compañeros: “Mi nombre es Zahara Marley Jolie”. Shiloh, la mayor de sus hijos biológicos, lo cambió legalmente en agosto del año pasado por Shi Joli, al llegar a la mayoría de edad. La menor, Vivienne, figuraba como Jolie el año pasado en los libretos del musical en el que trabajaba en Broadway.

Falta por conocerse que harán Knox, aún menor, y Pax, que no tiene precisamente una relación fluida con el actor. El día del padre de 2020 publicó un mensaje en sus redes donde escribía “¡Feliz Día del Padre a este imbécil de clase mundial!“, entre otras lindezas. ”Eres una persona terrible y despreciable. No tienes ninguna consideración ni empatía hacia tus cuatro hijos pequeños, que tiemblan de miedo con tu presencia. Nunca entenderás el daño que has hecho a mi familia, porque eres incapaz de verlo. Has hecho las vidas de las personas que más cerca están de mí un constante infierno. Puedes decirte a ti mismo y al mundo lo que quieras, pero la verdad saldrá a la luz algún día”, compartió.
Jolie llega a los 50 años convertida en indudable estrella de talla global, pero también en innegable matriarca de su clan. Ha dotado a sus hijos de una identidad que demuestran en sus propias decisiones, y que ya dan (y darán) mucho que hablar. Si de la pequeña familia original de la actriz solo salió una Jolie, única, ahora ella misma ha llevado la semilla de su apellido a media docena de personas que tendrán mucho que decir en cuanto se decidan a alzar la voz.
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