Brillo y declive de Jon Voight, el icono contracultural de los setenta que se convirtió en el mayor apoyo de Trump en Hollywood
El actor y padre de Angelina Jolie ha admitido que recomendó los nuevos gravámenes en la industria, con impuestos del 100% a las producciones extranjeras. Tiene dos películas pendientes de estreno rodadas en Bulgaria


El anuncio de que Donald Trump impondrá un 100% de aranceles a las producciones cinematográficas de fuera de Estados Unidos ha sacudido esta semana a la industria. Y quien ha instigado los agresivos gravámenes ha sido nada menos que una de sus leyendas, Jon Voight (Yonkers, Nueva York, 86 años). Figura esencial de la contracultura en los sesenta y setenta y protagonista de clásicos como Cowboy de medianoche (1969), el actor confirmó mediante un vídeo en su cuenta oficial de X, antes Twitter, que se había reunido durante el fin de semana con el presidente en su mansión de Mar-a-Lago para presentarle un “plan para rescatar Hollywood”.
Plan to rescue Hollywood pic.twitter.com/VPq9McMG7b
— Jon Voight (@jonvoight) May 6, 2025
Posando solemnemente con una bandera estadounidense a su espalda, Voight explica en el vídeo que Trump “quiere ver a Hollywood prosperar y hacer películas más grandiosas que nunca”. Su mensaje se limita a las pérdidas de empleo en la industria estadounidense por los rodajes internacionales; si bien el presidente ha afirmado que basa su decisión en que el cine extranjero es “propagandístico” y “una amenaza para la seguridad nacional”.
Junto a Mel Gibson y Sylvester Stallone, otros dos fervientes adeptos del republicano, Jon Voight fue nombrado en enero por Trump “embajador especial” en la industria del entretenimiento. “Ellos serán mis ojos y mis oídos, y conseguiré que se haga lo que me sugieran”, declaró el mandatario. Desde su primera legislatura, Voight se ha volcado particularmente en su apoyo al líder ultraderechista. Le ha calificado como “el mejor presidente desde Abraham Lincoln” y un regalo del cielo: en su toma de posesión en 2016, proclamó que Dios había atendido a sus plegarias. También alimentó en 2020 el relato conspiranoico del fraude electoral para justificar la victoria del demócrata Joe Biden, llegando a decir que Estados Unidos se encontraba en su “pelea más grande desde la Guerra de Secesión, la lucha de la honradez contra Satán”.







Irónicamente, las próximas dos películas que Jon Voight tiene pendientes de estreno, The Last Gunfight y Man With No Past, no han sido rodadas en Estados Unidos, sino en Bulgaria, uno de los países con los incentivos fiscales más generosos. Sea por motivos de impuestos, por coproducciones con capital extranjero u, obviamente, por exigencias de ambientación, es muy habitual que los rodajes de películas estadounidenses se localicen fuera. Por citar éxitos recientes, Una película de Minecraft se rodó en Nueva Zelanda y Canadá, mientras que Gladiator II (2024) situó su producción entre Marruecos, Malta y Reino Unido. Actualmente, la nueva película de Los Vengadores se está rodando en Londres, mientras que el gigantesco complejo donde James Cameron lleva décadas desarrollando las entregas de Avatar (con la tercera en camino para estas Navidades) está instalado en Nueva Zelanda. El desconcierto en el mundo del cine es total, porque el mensaje de Trump mezcla las externalizaciones con las películas estrictamente extranjeras. El presidente tampoco ha detallado cómo implementará estos aranceles.
De rebelde a “patriota”
La cercanía entre Jon Voight y el presidente difícilmente puede sorprender a nadie que haya seguido la carrera reciente y las declaraciones públicas del intérprete en los últimos años. Entre sus últimas películas, se encuentran la hagiográfica Reagan (2024), el drama de propaganda antiaborto El grito silencioso: El caso Roe v. Wade (2021) o la religiosa Woodland (2015). No obstante, Voight se convirtió en un rostro reconocible cuando representaba valores bien distintos. Fue una de las personalidades más importantes del llamado Nuevo Hollywood, el movimiento que modernizó el cine estadounidense, deconstruyó y reformuló géneros como el noir y el western e incorporó influencias del neorrealismo italiano o la Nouvelle Vague francesa. Cowboy de medianoche, cuestionamiento de la mitología estadounidense donde Voight interpretaba a un joven texano que viajaba a Nueva York para prostituirse, le llevó a obtener su primera nominación al Oscar al mejor actor y fue estrenada con calificación X por su contenido sexual.
Defensa (Deliverance) (1972), violenta aventura de supervivencia que exploraba el miedo a la América profunda con vestigios de la era confederada, se convirtió inmediatamente en otro clásico. A Voight le llegó el primer y único Oscar de su carrera gracias a la emocionante interpretación de un veterano de Vietnam inválido en El regreso (1978), de Hal Ashby, un conmovedor alegato antibelicista. Su personaje terminaba la película lanzando un furibundo ataque a los valores patrióticos de Estados Unidos y la guerra de Vietnam ante un grupo de estudiantes; ideario crítico que el propio Voight suscribía entonces públicamente. Junto a su compañera de reparto en aquella película, Jane Fonda, o figuras como la del músico Leonard Bernstein, el intérprete participó de manera activa en los movimientos contra la guerra y se solidarizó con la izquierda chilena frente al golpe de Estado de Pinochet.
Sin embargo, en 2008, en el marco de la primera campaña electoral de Barack Obama, Voight sorprendió publicando una tribuna en el periódico The Washington Times donde renegaba de sus ideas de juventud. Afirmaba que sus posicionamientos pacifistas, así como los de sus compañeros de generación, habían sido el producto de la influencia marxista de la época. De Obama decía que era un radical que estaba conduciendo a Estados Unidos al socialismo. Para esa época Voight había empezado ya a alternar telefilmes cristianos con un rol de secundario de lujo en títulos de Michael Mann –con quien hizo Heat (1995) y Ali (2001), por la que también fue nominado al Oscar– o en superproducciones como Misión imposible (1996), Enemigo público (1998), Pearl Harbor (2001) y Transformers (2007).
Apellido poco honroso
Los dos hijos de Jon Voight, la actriz Angelina Jolie y el también actor, aunque ya retirado, James Haven, eliminaron su apellido paterno legalmente en la primera década del siglo XXI, cuando ambos le repudiaron de forma pública. Jolie y Haven no le perdonaban haber sido infiel a su madre, Marcheline Bertrand, de quien se separó en 1976. Voight, que actuó junto a su hija en Lara Croft: Tomb Raider (2001), dijo en 2002 que Jolie tenía “serios problemas mentales” e incluso pidió a sus seguidores que la animaran a buscar ayuda. Durante los últimos años, su relación ha pasado por idas y venidas. La actriz ha permitido que Voight ejerza de abuelo de sus seis hijos, y él ha alabado públicamente sus cualidades maternales.
Al mismo tiempo, han vivido fuertes encontronazos políticos, el último de ellos por la guerra en Gaza. Angelina Jolie, que es Embajadora de Buena Voluntad de las Naciones Unidas, pidió el alto el fuego de Israel y se refirió en una carta a las pérdidas de vidas inocentes en Palestina, a lo que respondió Voight diciendo que ella había estado expuesta a propaganda antisemita, que no entendía “la verdad de Dios” y que se sentía decepcionado. Padre e hija han vuelto a distanciarse recientemente después de que Voight, en una entrevista, animase a Jolie, por “la estabilidad de los niños”, a hacer las paces con Brad Pitt y terminar la larga batalla por su divorcio. La intérprete ha acusado a Pitt de violencia doméstica. Varios de los hijos que comparten también han eliminado de su nombre el apellido del actor de Ocean’s Eleven (2001).
“Angelina encuentra las ideas de su padre difíciles de digerir, pero donde realmente pone la línea roja es en los niños. Teniendo en cuenta que Jon fue un padre muy ausente, a ella le resulta especialmente ofensivo que él ahora esté tan preocupado”, contó una fuente cercana a la actriz al medio In Touch. Con quien sí parece haber vuelto a tener una relación estrecha es con Haven, su otro hijo, después de que en 2009 “renaciese” como cristiano, en un despertar espiritual parecido al que el propio Voight afirmó experimentar a finales de los ochenta. El octogenario intérprete contó en una entrevista al famoso esparcidor de bulos de ultraderecha Tucker Carlson que él escuchó a Dios, después de que, desesperado por el mal momento que atravesaba su carrera, le rezara y oyese una voz decir: “Tiene que ser difícil”. Aunque el actor no volvió a casarse tras su divorcio de Marcheline Bertrand, ha tenido un gran número de parejas, entre las que se encuentran Rebecca de Mornay, Barbra Streisand, Nastassja Kinski o Diana Ross.
En 2024, Jon Voight fue distinguido con el Razzie al peor actor de reparto por la intriga Mercy (2023), donde impostaba acento irlandés, en una categoría donde competía contra otras tres actuaciones suyas. Dardo habitual de estos premios desde el fracaso de Anaconda (1997), Voight, que no se caracteriza por el miedo al qué dirán, no dudó el pasado año en defender la valentía artística de su amigo Francis Ford Coppola, en cuya apasionada, cara y kamikaze Megalópolis participó de forma entusiasta. La película, que fue un desastre comercial, retomaba ese ansia tan del Nuevo Hollywood por reflexionar acerca del imaginario estadounidense, representando el país como una especie de moderno y decadente Imperio Romano. Coppola, muy crítico con Trump y de inclinaciones progresistas, admitió haber elegido a actores de ambos lados del espectro político para servir a la reflexión humanista de la película. En la presentación en Cannes el cineasta forzó a Voight a debatir. “Hay una tendencia del mundo a la nueva derecha, incluso a la división fascista, que es escalofriante”, dijo Coppola. “No queremos repetir los horrores de la Segunda Guerra Mundial. Pero Jon, tú tienes opiniones políticas diferentes a las mías… ¿Cómo dejamos un buen mundo a nuestros hijos?”.
Voight, aunque visiblemente incómodo, se mostró conciliador: “¿Hacia dónde vamos? Creo que todos nos estamos haciendo esa pregunta. Estoy de acuerdo con esta película y con la visión de Francis de que los seres humanos somos capaces de resolver todos nuestros problemas si nos unimos, ayudamos y escuchamos”. Refutando las tesis aislacionistas en pro de un nuevo y grandioso cine estadounidense, la ambiciosa Megalópolis, financiada de forma independiente por la fortuna vinícola Coppola, inicialmente no encontró fecha de estreno en su país. Fueron las distribuidoras europeas las que se interesaron en la película y la apoyaron.
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