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El boicot a Israel en la comida: los productos y empresas alimentarias en el punto de mira

Distintas organizaciones señalan a Carrefour, McDonald’s o Coca-Cola como colaboradores del estado israelí en la colonización ilegal de territorios palestinos o en la masacre de Gaza, y piden no comprar dátiles y otros productos de aquel país

Vídeo: Mikel López Iturriaga | UNTO
Mikel López Iturriaga

“¿Qué puedo hacer yo por Palestina?”. Esta es una pregunta que seguramente se hacen muchas personas horrorizadas por la matanza diaria que está llevando a cabo Israel en Gaza, con al menos 65.000 personas asesinadas en apenas dos años. Para protestar contra el genocidio se puede acudir a manifestaciones, ayudar económicamente a ONGs como UNRWA o, lo más cómodo, manifestar indignación en las redes sociales. Pero existe otra forma de ejercer presión de manera individual: el boicot a los productos israelís o a las empresas internacionales que colaboran con su ejército o con la colonización ilegal de territorio palestino.

Esta práctica es polémica, como veremos más adelante, y tiene sus defensores y sus detractores. Pero antes de nada, como en El Comidista hablamos de comida, vamos a ver qué dicen las organizaciones que promueven estas acciones sobre algunas grandes empresas del sector alimentario, y sobre los productos comestibles que vienen de Israel.

Supermercados

Entre las cadenas de supermercados, el movimiento BDS (Boicot, Desinversiones y Sanciones) destaca como objetivo prioritario a Carrefour. Desde 2022, la empresa francesa tiene un acuerdo de franquicias con la empresa israelí Electra Consumer Products y su filial Yenot Bitan, que participan activamente en el desarrollo de asentamientos ilegales en los territorios de Palestina. Electra es parte del grupo Elco, una de las 158 empresas que desarrollan actividades en la Cisjordania ocupada según el documento de las Naciones Unidas publicado el viernes.

En julio de este año, la relatora de la ONU Francesca Albanese mencionó explícitamente a Carrefour en su informe De la economía de la ocupación a la economía del genocidio, como ejemplo de supermercado que “opera directamente en colonias, sosteniendo su economía, permitiendo su expansión y participando en el apartheid a través de un sistema discriminatorio de reparto”. Las “amistades peligrosas” de Carrefour en Israel han sido expuestas en informes de distintas ONGs. El último, un estudio de 80 organizaciones entre las que se encuentra Oxfam Intermón, en el que se afirmaba lo siguiente: “Las alianzas comerciales de Carrefour apoyan directamente la economía de los asentamientos”.

Además, BDS asegura que Carrefour suministró comida y regaló packs a los soldados israelíes en la invasión de Gaza, acto “solidario” que reconoció en su cuenta local en Instagram (aunque, según explica el diario francés Libération, después cambiaron el texto y en vez de donaciones a “soldados” escribieron donaciones “al pueblo de Israel”).

La visita de Benjamin Netanyahu a un futuro centro de Carrefour o las declaraciones públicas de cariño hacia la cadena por parte del ministro de Economía, Nir Barkat, muestran la buena sintonía del gobierno de extrema derecha israelí con la empresa. Un pequeño apunte extra: Carrefour ha hecho publicidad de sus supermercados anexionando al mapa de Israel los territorios palestinos y sirios ocupados.

Comida rápida

Varias multinacionales de comida rápida han sido señaladas en distintos países por apoyar abiertamente el apartheid israelí a través de sus filiales o franquicias, o por hacer generosas donaciones al ejército de Netanyahu en pleno genocidio. Entre ellas se encuentran McDonald’s, Burger King, Papa John’s, Pizza Hut y Domino’s Pizza.

Algunas, como McDonald’s, han negado haber tomado ninguna posición en el conflicto, y dicen que estas acciones son cosas de sus antiguos franquiciados en Israel, no una política general de la empresa. En cualquier caso, las llamadas al boicot ya han causado importantes pérdidas a estas compañías en algunos países árabes o con un porcentaje de población musulmana importante, algo que McDonald’s, en su caso, achaca a la “desinformación”.

Refrescos

Coca-Cola también aparece con frecuencia en las listas negras. Según un informe de la organización WhoProfits, su franquicia israelí opera en el asentamiento ilegal de Atarot, en Jerusalén Este, y una de sus filiales, Tabor Winery, produce vinos con uva procedente de otros asentamientos en Cisjordania y los altos del Golán, ocupados a Siria.

En un intento de mitigar los efectos del boicot en países de mayoría musulmana, Coca-Cola emitió un anuncio en Bangladesh en el que trataba de desligarse de Israel y aseguraba que incluso tenía una fábrica “en Palestina”. Tuvo que retirarlo a los tres días cuando un pequeño dato sin importancia empezó a circular por las redes sociales: la fábrica “palestina” está en manos israelíes.

Otra empresa no de refrescos pero sí de máquinas caseras para hacerlos lleva casi 15 siendo objeto de boicot: SodaStream. En 2014 la actriz Scarlett Johansson hizo un anuncio para esta marca, y se lió parda. La empresa israelí era objeto de boicot porque tenía una planta de producción en los territorios ocupados de Cisjordania. Después del follón con el anuncio sus acciones bajaron, y decidió cambiarla al desierto del Neguev, que es oficialmente Israel… pero las acusaciones de discriminar a los empleados palestinos y favorecer la limpieza étnica de los beduinos que viven en esa zona continuaron. Por eso sigue en la lista de objetivos prioritarios de boicot de las organizaciones pro-palestinas.

Dátiles y otros productos

BDS también llama al boicot de los productos comestibles que procedan de Israel. ¿El motivo? “Además de alimentar la economía del apartheid israelí”, afirman, “las frutas, verduras o vinos etiquetados como ‘producto de Israel’ suelen provenir de asentamientos ilegales en tierra robada a Palestina, y muchas de las empresas que los producen son cómplices de la ocupación ilegal y el régimen de apartheid”.

España no es un gran consumidor de comestibles israelíes. Mangos, melones, cacahuetes, pipas se encuentran entre los productos importados, pero hay una fruta seca que sí está en muchas tiendas y supermercados: los dátiles. Los que vienen de Israel suelen llamarse medjool o jumbo, y se caracterizan por su gran tamaño. En la etiqueta se identifican como producto de Israel o “del Valle del Jordán”.

Tanto BDS como Justicia Alimentaria o la Red Solidaria Contra la Ocupación de Palestina aseguran que la mayor parte de los dátiles israelíes vienen de palmeras de los territorios ocupados, y sus beneficios sirven para financiar los asentamientos de colonos.

Pros y contras de los boicots

Como decíamos al principio, los boicots son una herramienta de presión polémica. Sus detractores dicen que no suelen estar fundados en pruebas muy sólidas, o que al ser indiscriminados, acaban pagando justos por pecadores. Imaginemos, por ejemplo, un hipotético productor de fruta en Israel que no está a favor de lo que está haciendo su país en Gaza pero que se ve afectado por un rechazo generalizado.

En un artículo reciente, el investigador principal del Real Instituto Elcano y profesor en la Universidad Autónoma de Madrid Ignacio Molina añadía otro argumento: en su opinión, los boicots “pueden incluso victimizar, enrocar y fortalecer al gobernante a quien se desea golpear”.

Por el contrario, sus defensores insisten en que presionar a las empresas que colaboran directa o indirectamente con Israel o negarse a comprar los productos de ese estado es una de las formas más efectivas de solidaridad con los palestinos, porque el entramado económico israelí es lo que está sustentando la máquina de guerra criminal de Netanyahu y la progresiva expulsión o exterminio de los palestinos.

Además, tienen otro argumento sobre el que hay un consenso generalizado: en el pasado, este tipo de presión pacífica ayudó por ejemplo a que el régimen racista del apartheid se desmoronara en Suráfrica. Cuando, por cierto, se boicotearon sus naranjas con carteles tan fuertes como este.

En una entrevista en junio, Francesca Albanese decía lo siguiente sobre los boicots promovidos por BDS: “No quiero cargar sobre las personas responsabilidades que en realidad son de los gobiernos”. Pero también calificaba las acciones de este movimiento como “una forma ética de comportarse, que ha articulado sus demandas basándose en los derechos humanos y derecho internacional”. “Debería ser”, concluyó, “nuestra opción por defecto”.

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Sobre la firma

Mikel López Iturriaga
Director de El Comidista, web gastronómica en la que publica artículos, recetas y vídeos desde 2010. Ha trabajado como periodista en EL PAÍS, Ya.com o ADN y colaborado en programas de radio como 'Hoy por hoy' (Cadena Ser), 'Las tardes de RNE' y 'Gente despierta'. En televisión presentó programas como El Comidista TV (laSexta) o Banana split (La 2).
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