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Póntelo fácil en septiembre: 11 recetas sencillas para superar la vuelta a la realidad

Una sección mensual para solucionar las comidas y cenas del día a día, con consejos para sacar el máximo partido a cada preparación, ingredientes que facilitan la vida y platos de temporada

Tomate, fruta de hueso, hojas verdes y mucho sabor
Mònica Escudero

Septiembre no debería ser un mes de promesas grandilocuentes ni propósitos imposibles; bastante tenemos con el aterrizaje forzoso, la vuelta al trabajo y los tápers -pero aún sin colegio, ay- y las neveras que piden socorro tras el caos veraniego. Por eso, en esta edición de Póntelo fácil, hemos reunido once recetas con pocos ingredientes, de temporada, rápidas y sin drama. Platos que te reconcilian con la rutina sin necesidad de llorar sobre la tabla de cortar, celebran lo que aún queda del verano y puedes preparar en poco tiempo, incluso con el piloto automático puesto.

Después de las recetas que saben a pasta -pero no lo son-, ideas para cocinar con las conservas que tengamos en la despensa, recetas primaverales con cuatro ingredientes y ensaladas veraniegas, 11 platos únicos para los que no es necesario encender los fogones, las recetas para táper, clásicos actualizados, platos de cuchara rápidos, cremas de verduras, recetas con arroz, platos únicos exprés para todos los gustos, y recetas de primavera, o aperitivos, ensaladas, primeros o segundos en satisfryer y 20 platos fríos, vamos con unas recetas fáciles y rápidas para superar el verdadero año nuevo.

Como siempre, combinaremos ingredientes de temporada como tomates, calabacín, hojas verdes, pepino, frutas de hueso, brócoli o pescado de temporada con básicos como huevos y pasta integral, sin dejar de lado otros ingredientes saludables que podemos comprar listos para comer (por ejemplo, legumbres o maíz cocido). Porque se puede comer bien sin complicarse la vida (y en septiembre lo necesitamos, si cabe, más que nunca).

Ensalada de tomate, hojas verdes, frutas de hueso y queso

Una bomba de sabor que puedes adaptar a los ingredientes que tengas más a mano: uno o más tipos de tomates; lo mismo con la fruta de hueso –nectarina, ciruela, paraguayo, melocotón de agua o de viña–, cualquier tipo de hoja verde como lechuga; espinaca, cogollos o rúcula. Añade cebolla dulce cortada a pluma, o normal reposada durante un rato en agua helada con vinagre, aceitunas, queso al gusto y si tienes alguna aromática a mano no te cortes. Adapta las cantidades y el aliño al uso que vayas a darle: sobre todo si el queso es más curado; usa menos cantidad y ponle poca sal. A mí me gusta con una vinagreta sencilla de buen aceite, mucha pimienta y vinagre de Jerez (la acidez hace que el conjunto se venga arriba). Si quieres convertirla en un plato único, ponle una base de pasta corta o cuscús hidratado en frío, en agua con sal y aceite o, a lo loco, en gazpacho.

Ensalada de lentejas con calabacín, higos y jamón

En la misma línea de ensaladas con fruta de temporada, empieza lavando 800 gramos de lentejas cocidas y dejando que se escurran bien. Dispón en una fuente o cuatro platos. Corta 300 gramos de higos a lo largo por la mitad y después cada mitad en cuatro; saca el pelador de patatas o una puntilla bien afilada, convierte dos o tres calabacines pequeños -unos 400 gramos- en láminas finas y reparte todo encima de las lentejas. Prepara un aliño con cebolla cortada en daditos, aceite bueno, sal –poca–, mostaza y pimienta y reparte generosamente. Remata con unas lonchas de jamón serrano cortado muy finito y a comer.

Convierte cualquier ensalada en un plato de cuchara

Ponle una base de salmorejo o gazpacho y lo tienes

La receta del cascaflote ha marcado un antes y un después en este verano caluroso, en el que he descubierto que cualquier ensalada es “cascafloteable” si la sirves fresca sobre un salmorejo y te la comes con cuchara (uno de los grandes placeres de la temporada, comer algo de cuchareo que llene de verdad y no se desvanezca después en menos de una hora). Lo he probado con todo tipo de ensaladas de legumbres, con varias versiones de la campera de patata, de tomates y pepino con cebolleta, anchoas y aceite picante –como la de la foto– y hasta con fideos de arroz asiáticos, tofu y sunomono. Coge tu ensalada favorita, dale un baño tomatoso y coge la cuchara: comprobado; siempre funciona.

Puré de patata exprés con ajo y pimentón, judías salteadas y sardinas en aceite

Prepara unos 600 gramos de patatas al microondas siguiendo esta receta, en un recipiente un poco más grande (si no tienes microondas, hiérvelas unos 15 minutos). Mientras, dora dos o tres dientes de ajo laminados en un par de cucharadas de aceite en una sartén. Reserva el ajo y, en la misma sartén, cocina 600 gramos de judía verde durante unos cinco minutos; a fuego alegre, tapadas, removiendo de vez en cuando y añadiendo un buen chorro de agua cada minuto y medio aproximadamente para generar vapor. Repite hasta que queden al punto que te gusta. Cuando las patatas estén listas, suma el ajo frito, un poco de pimentón, algo del aceite de las sardinas, un poco de pimienta y aplasta con un tenedor hasta conseguir un puré rústico (si es necesario, pon también un poco de agua). Sirve el puré coronado con las judías y una lata de sardinas encima; unas alcaparras en vinagre le darán un toque avinagrado delicioso.

Pasta integral con setas al aroma de escabeche, tomate seco y nueces

Rápidos, ricos y con muchas posibilidades

Mientras preparas estos champiñones al aroma de escabeche -que puedes versionar con cualquier otra seta-, cuece al dente 360 gramos de pasta integral (tardarás más o menos el mismo tiempo en hacer ambas cosas). Cuando los champiñones estén listos, separa ¼ de los mismos y la parte proporcional de la salsa y tritúralo con unas seis u ocho mitades de tomate seco en aceite –y un poco del aceite en cuestión–, un puñado de nueces y, si tienes, algo de perejil. Conseguirás una especie de pesto que, una vez mezclado con la pasta caliente y las setas restantes, te dará un plato de pasta sabrosísimo que puedes comerte al momento caliente, o dejar reposar para tomar a temperatura ambiente (en este caso, unos tomatitos cherry le darán un buen extra de frescura).

Brócoli o coliflor con bechamel

Una delicia ochentera

Como en septiembre también nos sorprende algún día lluvioso en el que apetece otoño y no da pereza encender el horno, vamos con una coliflor con bechamel que no usa la salsa para disimular la sobrecocción de la verdura. Corta en floretes aproximadamente un kilo de coliflor o brócoli, cuécelos al vapor unos ocho minutos –seis hervida; cuatro al microondas– y ve preparando la bechamel. Arranca con 50 gramos de mantequilla y un chorrito de aceite en una cazuela, añade otros 50 gramos de harina y cocina unos 10 minutos a fuego muy suave hasta que se dore. Incorpora unos 650 mililitros de leche caliente, sal, pimienta y nuez moscada, y remueve hasta que espese (si te gusta más ligera, añade más leche). Escurre la coliflor, ponla en una fuente resistente al horno y cubre con la bechamel. Sobre esta va el queso que prefieras (emmental para que funda bien, manchego para más sabor, o incluso un toque de queso azul). También se puede optar por un gratinado más crujiente añadiendo mantequilla extra y pan rallado o panko. Gratina durante unos cinco a siete minutos a 220 °C hasta que se forme una capa dorada y burbujeante, y directa a la mesa.

Quinua con garbanzos y caponata rápida

Cuece 200 gramos de quinua –previamente lavada– en agua con sal (el doble de volumen de agua que de quinoa) durante unos 12-15 minutos, o hasta que esté en su punto. Mientras tanto, saltea en una sartén con aceite de oliva una cebolla picada en grueso, dos dientes de ajo y si quieres una rama de apio en trocitos. Cuando el sofrito tenga color, añade dos berenjenas medianas cortadas en dados, añadiendo algo de agua y tapándola de vez en cuando durante un par de minutos para que se cocine también un poco al vapor. Cuando empiece a ablandarse y a coger color, añade unas ocho cucharadas de tomate frito (o tres de concentrado), vinagre, alcaparras y aceitunas al gusto, orégano, pimienta y una puntita de azúcar. Cocina todo a fuego medio-alto durante unos cinco minutos, prueba y rectifica el sazón. Incorpora 500 gramos de garbanzos cocidos bien enjuagados y mezcla bien para que se impregnen. Sirve la quinoa con la caponata por encima o mezclada, con un chorro de aceite de oliva virgen extra y, si quieres, unas hojas de albahaca fresca. Se puede tomar caliente, templado o frío, y gana sabor al reposar. Sola está buenísima, pero también es un plato perfecto para añadirle sobras de pollo asado, una latita de atún o bonito o unas cucharadas de queso cremoso.

Tortilla de alubias y pimientos de piquillo

El dilema del concebollismo o sincebollismo está superado, y desde El Comidista directamente nos hemos lanzado al sinpatatismo, ya que la fritura-confitado de este tubérculo es el proceso menos compatible con el ritmillo que llevamos a diario. La solución está en otro ingrediente ligeramente harinoso, meloso y saludable que podemos encontrar en cualquier super listo para comer: unas alubias cocidas. Empieza pelando y cortando en tiras una o dos cebollas, y dóralas en una sartén a fuego medio con un chorro generoso de aceite y una pizca de sal (si prefieres usar chorizo o jamón, ponlos al principio, deja que suden, usa esa grasa para hacer la cebolla y prescinde de la sal). Remueve de vez en cuando y, cuando tenga colorcito y esté blanda, añade 600 gramos de alubias bien escurridas y unos 150 de pimientos de piquillo en tiras; también escurridos. Mientras todo retoza junto tres minutos; bate ocho huevos en un bol. Vierte el relleno encima, bate bien y deja reposar todo cinco minutos. Cuaja al gusto en tu sartén de confianza y listo para comer.

Guisantes con yogur y aceite picante

Guisantes con yogur y aceite picante

Los guisantes congelados son un recurso económico, fácil de cocinar y muy sabroso si se hacen al punto y se aliñan bien. Escáldalos apenas dos minutos para conservar su color y sabor y sírvelos tibios o a temperatura ambiente, sobre una cama de yogur griego mezclado con zumo y ralladura de limón, sal y pimienta. Vierte encima aceite de oliva caliente con pimentón picante, copos de chile, ajo y comino, y remata con hierbas frescas como menta o albahaca, un extra de pimienta. Puedes acompañarlo de pan crujiente, pita o incluso garbanzos tostados, un huevo escalfado o frutos secos para convertirlo en un plato completo.

Salteado de maíz, zanahoria y pollo con aliño moruno

Corta unos 500 gramos de contramuslos de pollo en tiras o dados pequeños y marínalos con una cucharadita de comino molido, media de pimentón dulce, un pellizco de canela (opcional), sal, pimienta y un chorro de aceite de oliva. Mientras se impregnan bien, pela cuatro zanahorias medianas y córtalas medias lunas, pica una cebolla morada en juliana y un diente de ajo en láminas. Sofríe la cebolla y el ajo con un poco de aceite en una sartén grande a fuego alegre tres minutos o hasta que tengan color, añade la zanahoria y saltea a fuego medio-alto unos cinco minutos más. Incorpora el pollo y sigue cocinando; cuando empiece a dorarse; añade unos 400 gramos de maíz escurrido y remueve un par de minutos. Remueve bien todo junto, ajusta de sal y pimienta, ponle un chorro de zumo de limón y, si te apetece, espolvorea un poco de cilantro fresco picado. Se puede comer tal cual, acompañado de arroz o; si pones más pollo y menos maíz; incluso dentro de un pan plano. También aguanta bien de un día para otro.

Pescado en papillote

Puedes cambiar el pescado o el aliño

Puedes versionar esta receta de pescado en papillote con el pescado el aderezo que tengas más a mano, simplemente ajustando los tiempos de cocción al tamaño de la pieza que vayas a cocinar. Con lubina o dorada y la misma mantequilla, o una de eneldo fresco picado, ralladura de limón, sal y pimienta. Opción dos: usa trucha o salmón y aromatiza la mantequilla con mantequilla de miso -o salsa de soja- y un poco de jengibre rallado. Si prefieres un pescado blanco firme como rape, merluza o bacalao, bañarlos con una ajada y pon como base unas rodajitas de puerro. Un aceite con tomillo y naranja o una mantequilla de hierbas de Provenza chalota picada y una gota de vinagre quedará perfecta con pescados azules como la caballa. Si pesan menos de 300 gramos o trabajas con filetes y no con pescados enteros, vigílalos a partir de los 12 o 15 minutos de cocción para que no se pasen.

Más fácil todavía

  • Los hidratos de carbono son bastante intercambiables en muchos platos: allí donde pones arroz o patatas podrías poner lentejas o cuscús, y ahorrarte un tiempo de cocción en esos días en los que 10 minutos pueden hacer la diferencia (desgraciadamente, existen). ¿Ejemplos prácticos? Un cuscús a la cubana, ensalada campera de garbanzos o la tortilla de alubias de la que te hablamos más arriba. 
  • Tener a mano en la nevera un par de vinagretas o condimentos –puedes usar salsa de soja, zumo y ralladura de limón, yogur con ajo, tahini, mostaza, hierbas y especias– puede levantar cualquier cosa, desde un resto de verdura de ayer hasta la pechuga securria del pollo asado del domingo. No solo te ayuda a salir del paso; también a comer más sano. 

  • Añadir una buena ensalada a un plato fácil convierte un “meh” en un “oye, qué bien he comido”. Usa lo que tengas: los tomates que siguen buenísimos, rúcula, fruta de temporada, pipas, queso desmigado y una vinagreta resultona. Lo que quede en la nevera, bien combinado con básicos como huevo cocido, alguna conserva y hasta el pan del día anterior tostado, puede convertirse en una delicia. A veces lo importante es combinar con gracia, no reinventar la cocina.

  • Menos pelar, más vivir: zanahorias, calabacines, tomates, higos, pepinos de piel fina, patatas nuevas, berenjenas y hasta los ajos en las recetas en las que se usan enteros pueden cocinarse perfectamente con piel (a estos últimos, dales un golpe con el lateral del cuchillo para que se espachurren un poco y suelten aroma). Ahorra pasos innecesarios, y a vivir.

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Sobre la firma

Mònica Escudero
Editora y coordinadora de equipo en El Comidista, web gastronómica en la que publica desde 2013 recetas y artículos para hacerte más fáciles las comidas diarias. También escribe, cocina y pone la mesa en El País Semanal, es profesora de máster en Barcelona Culinary Hub y se encarga de estrategias de comunicación y SEO en la cooperativa BitLab.
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