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Restaurante Los Marinos José: una joyería del mar donde darse un homenaje en la Costa del Sol

Cinco hermanos dirigen este restaurante familiar, ubicado en pleno paseo marítimo de Fuengirola y enfocado únicamente a pescados y mariscos

Restaurante Los Marinos José
Nacho Sánchez

Los movimientos parecen una coreografía ensayada al milímetro. Cada integrante del elenco cumple su papel reconociéndose protagonista. Aquí no hay secundarios porque todo detalle es relevante. Minutos antes de la una de la tarde se dan los últimos pases de plancha a los manteles, las copas de vino son revisadas con lupa y se dan los últimos retoques a una vitrina que huele a mar. Las brasas crepitan bajito sobre un silencio tenso que solo rompe, a veces, el teléfono con las reservas de última hora. El equipo parece tenso, alerta, como en los vestuarios de un partido de Champions, solo que aquí la final se juega todos los días. Cuando llega la hora de apertura del restaurante Los Marinos José (P.º Marítimo Rey de España, 161, Fuengirola, Málaga) todo lo que parecía en calma entra de repente en ebullición: hay un centenar de comensales que atender y un producto que defender. Comienza el partido, comienza el espectáculo.

“Esto es así a diario. Cuando tenemos todo listo llega de repente una especie de paz… hasta que pasamos de cero a cien en un segundo”, cuenta Pablo Sánchez, cabeza visible de un negocio que dirige junto a sus cuatro hermanos: él en cocina; José, Laura, Ana y Marcos en la sala. Son los responsables de que este lugar acumule sea recomendado por Michelin y lidere el ranking europeo en la categoría casual de la guía OAD (Opinionated About Dining) este 2025 repitiendo el galardón del pasado 2024. Todos comparten apellido y batallas heredadas de sus padres —José Sánchez y Ana López— quienes abrieron un sencillo chiringuito en el paseo marítimo de Fuengirola en los albores del turismo en la Costa del Sol, allá por los años 60. José era entonces un albañil al que le tiraba la mar y, cada día, salía a pescar —con sus artes de trasmallo— para su familia, vecinos y amigos. Hasta que un día, entre espetos de sardinas y cerveza, alguien le planteó la idea de montar un restaurante. La idea cuajó y el hombre, junto su hermano Paco —que ejercía de pintor— y sus parejas, puso en marcha el negocio. Funcionó. Hasta que años más tarde todos decidieron adquirir una casa junto al mar que dividieron en dos: a un lado, Los Marinos Paco y, al otro, Los Marinos José. Con el paso del tiempo el primero se mudó a la acera de enfrente, en plena arena de la playa de Carvajal. El segundo se mantiene en su ubicación original, aunque con la segunda generación de la familia Sánchez López ya al frente del negocio y muchos turistas más en la costa.

La familia Sánchez, de Los Marinos José. (Arriba) Pablo, Ana y Laura. José sentado y Marcos, abajo.

José se incorporó a principios de los años 90. “Lo hice por necesidad familiar, como mis hermanos. Era otra época, pero aquí nos enseñaron a trabajar. Somos lo que somos gracias a ello”, subraya. Pablo llegó después, a finales de esa misma década, cuando con 16 años su padre le dio a elegir entre estudiar o trabajar. Apostó por lo segundo y le tocó picar piedra: atender en la barra, fregar platos, limpiar pescado. Entonces aprendía viendo el Canal Cocina y del trabajo que hacían sus compañeros. Poco a poco se fue ganando el sitio y con el cambio de siglo se convirtió en el responsable de la cocina. Decidió abandonar las carnes, eliminar los arroces y apostarlo todo al producto del mar. Ya lo conocía a la perfección: su ojo se había afinado de acompañar a su padre cada tarde con la barca y, también, a base de acudir a la lonja de Fuengirola.

Pablo Sánchez junto al mostrador con marisco y pescado.

Allí sigue acercándose cada tarde. A las cinco y media, de lunes a viernes, es fácil verle en la grada con un mandito en la mano para pujar por las capturas. “Me gusta el producto fino: gamba, quisquilla, lenguado, lubina, rodaballo, salmonete, chipirón”, enumera sacando pecho del producto local. “Pero también tenemos de otros lugares, porque nos gusta tener lo mejor y que el cliente encuentre lo que no hay en otros sitios”, subraya el cocinero. De Barbate llegan urtas, pargos o borriquetes; de Huelva, cigalas; de Levante, gamba roja. Y de Galicia viajan el virrey el percebe o los santiaguiños. Todo luce justo en la entrada del comedor, donde ejerce un poder de atracción sobre cada comensal. Las piezas son como diamantes en una joyería, solo que despiden un delicioso aroma a mar.

Búsanos, uno de los platos de Los Marinos José.

Cocina sencilla y sin salsas

Su tratamiento es de “sota, caballo y rey”, indica Sánchez para subrayar que en su cocina las únicas elaboraciones son plancha, frito y horno. “Servir las conchas finas limpias, las coquinas sin arena, las gambas vuelta y vuelta, el pescadito a la brasa. Todo es sencillo, sin enmascarar el sabor y sin salsas, salvo mayonesa y alioli”, apunta quien —junto a su equipo de 16 personas, la mitad en cocina y la mitad en sala— da de comer a unas 160 personas cada día de verano repartidas entre almuerzo y cena en su salón recién reformado, su terraza cubierta y el reservado, además de un par de puestos privilegiados en barra frente a una cocina a la vista. Durante el invierno hay mayoría de clientes locales —muchos, repiten— y empresarios que cierran sus tratos. En verano el turismo es la estrella, sobre todo nacional, aunque también llegan muchos extranjeros desde la vecina Marbella. Hace unos días paso por allí Jennifer López antes de su concierto. “Fue súper agradable, muy simpática, una persona muy normal”, relata el chef, acostumbrado ya a las visitas de renombre: Rafael Nadal pasó con el equipo español de Copa Davis en noviembre y el cocinero José Andrés celebró allí su 55 cumpleaños el verano pasado.

Coquinas de Los Marinos José.

Pablo Sánchez, que ve a sus clientes saborear el producto mientras ellos le ven cocinar, sabe perfectamente qué pediría si un día se sentara en una de sus mesas. Apuesta por unos búsanos —cocidos y limpios, se sirven con mimo en un plato hasta conformar una especie de escultura marina— de los que se comería “un saco”. Seguiría con carpacho de morrillo de atún y unas coquinas locales, para seguir con gamba roja, cigala o carabinero, que están en verano de temporada. Acabaría, dice, con un salmonete o virrey a la brasa e incluso una gallineta frita —entera o en tacos—.

Para el maridaje cuentan con más de 200 referencias de champán, “así que imagina la cantidad de vinos que hay”, señala José, autodidacta y hoy responsable de una bodega que abruma, quien apunta también que la tercera generación ya pide paso en el restaurante: las hijas y sobrinos de los cinco hermanos ya empiezan a echar una mano en el local. Hay marinos para rato.

Los Marinos José

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Sobre la firma

Nacho Sánchez
Colaborador de EL PAÍS en Málaga desde octubre de 2018. Antes trabajé en otros medios como el diario 'Málaga Hoy'. Soy licenciado en Periodismo por la Universidad de Málaga.
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