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Redes digitales, la clave de la transición limpia

La actualización del sistema es fundamental para avanzar en la seguridad y eficacia de un mix energético sostenible

Extra Energía Mayo 2025
Óscar Granados

Hasta hace no mucho, finales del siglo pasado, la electricidad era como un cauce de agua que avanzaba en una sola dirección. Viajaba de las grandes centrales a los hogares, escuelas y centros de trabajo. Era un sistema previsible, centralizado. Pero hoy, en plena electrificación de la economía —con paneles solares en los tejados, coches que se enchufan por la noche y electrodomésticos que se encienden o apagan según su necesidad de energía—, el flujo se ramifica, se mezcla y se retroalimenta. Así que su gestión requiere de sistemas digitalizados e inteligentes que puedan ayudar a estabilizar y aprovechar todos los recursos distribuidos.

De esta necesidad surge el concepto de red inteligente (smart grid). “Es una red eléctrica que emplea tecnologías digitales avanzadas, como sensores, automatización, inteligencia artificial (IA), y que permite la supervisión y operación dinámica del sistema eléctrico, facilitando la integración eficiente de generación renovable distribuida, el despliegue de almacenamiento, la gestión activa de la demanda y la participación del consumidor como agente energético”, explica Eduardo González, socio responsable de Energía y Recursos Naturales de KPMG en España. Se trata de la combinación de equipos eléctricos tradicionales con la incorporación de tecnologías digitales avanzadas. “Por ejemplo, contadores inteligentes, sensores y análisis de datos, que facilitan el intercambio de información y energía de forma que estas redes pueden responder de forma dinámica a los cambios en la oferta y la demanda”, abunda Marta Castro, directora de regulación de la Asociación de Empresas de Energía Eléctrica (Aelec).

Si una red tradicional ofrecía una vista tipo “radiografía”, la digitalización proporciona el equivalente a una resonancia magnética: una visión mucho más detallada, dinámica y útil del estado y comportamiento de la red, comenta Claudia Blanco, Innovation & Customer Partnerships officer en GE Vernova. “Más allá de la visibilidad, la digitalización transforma el modelo operativo de la red, pasando de decisiones centralizadas dirigidas por humanos a inteligencia autónoma y basada en datos en los extremos de la red”, dice esta especialista. Esta evolución es clave para enfrentar los retos actuales, como la integración de renovables, la congestión y las fluctuaciones de demanda.

La digitalización habilita la gestión masiva de datos en tiempo real, la coordinación entre múltiples actores y la interacción automatizada en la red. “Organismos como la Agencia Internacional de Energía Renovable (Irena) señalan que la digitalización desempeña un papel clave, especialmente, en sistemas cada vez más descentralizados: permite coordinar millones de recursos distribuidos, como generación distribuida, baterías, vehículos eléctricos, consumos flexibles, mediante el intercambio de datos en tiempo real”, explica González, de KPMG. “Gracias a ello, los operadores pueden tener una visibilidad completa del estado de la red, mejorar la previsión; por ejemplo, anticipar producción renovable con pronóstico meteorológico más preciso, y optimizar la operación”. La red europea, sin embargo, no está evolucionando al ritmo de transformación que lo están haciendo las renovables. “La planificación obsoleta y los mandos anticuados están frenando la modernización y expansión de las autopistas eléctricas del continente”, advierten los expertos de Beyond Fosil Fuels E3G, Embeber y el Instituto de Economía Energética y Análisis Financiero (IEEFA).

Desperdicio registrado

En un informe, los expertos de estos organismos han analizado a 32 operadores del sistema de transmisión eléctrica en 28 países y han concluido que el año pasado se han desperdiciado 7.200 millones de euros en electricidad renovable en siete países debido a limitaciones de la red. El informe indica que 1.700 gigavatios (GW) de proyectos de energía renovable están atascados en las colas de conexión a la red en 16 países (entre ellos España, con 36 GW). La cifra total de todas las naciones equivale a más del triple de la capacidad que se necesita añadir para cumplir con los objetivos climáticos de la Unión Europea para 2030. El reciente apagón en la península Ibérica recordó la importancia crítica de modernizar las redes y mejorar su gobernanza como piedra angular de la resiliencia energética, explican los especialistas del informe.

González señala que la digitalización de la energía en Europa se aborda de forma integral. La Comisión Europea puso en marcha en 2022 un plan de Acción de digitalización del sistema, con el objetivo de establecer un marco común que permita el intercambio seguro de información y la integración de tecnologías. Paralelamente, se promueve la colaboración entre los gestores de redes de transporte (TSO) y distribución (DSO) en proyectos conjuntos. ENTSO-E (organismo que agrupa a los TSO europeos) y la nueva entidad europea de DSOs (EU-DSO Entity) han firmado planes de trabajo conjuntos para coordinar temas como la flexibilidad, la operación de sistemas distribuidos y el empoderamiento del consumidor a través de la digitalización. “En España, la digitalización de las redes ha seguido una senda marcada por la innovación temprana en varios frentes”, asegura.

Un elemento destacado es la telemedida universal: España fue de los primeros países en completar la instalación de contadores inteligentes en prácticamente el 100% de los consumidores domésticos, proyecto finalizado hacia 2018 (27 millones de puntos de medida). El país “ha avanzado significativamente”, agrega Castro, de Aelec. Con datos de la Agencia Europea de Cooperación de Reguladores Energéticos (ACER), Castro detalla que el 99% de los puntos de suministro españoles disponen de contador inteligente (frente al 1% de Alemania o el 35% de Bélgica). “El siguiente paso es impulsar una transformación más profunda y completa en todos los niveles de la red para consolidar este progreso”, añade Blanco, de GE Vernova. España es uno de los países más avanzados de Europa en la digitalización de la red de media y baja tensión, destaca Marta Sánchez Álvarez, socia responsable de Energía de EY España. “Especialmente gracias al despliegue masivo de contadores inteligentes y a la inversión en equipamiento y soluciones para monitorizar y automatizar la operación remota de la red”, agrega.

Respecto al transporte, Red Eléctrica de España (REE) también ha sido pionera en la adopción de modelos de red inteligente. “Ya en 2006 puso en marcha el Centro de Control de Energías Renovables (CECRE), primero de su tipo en el mundo, para monitorizar y gestionar en tiempo real la producción eólica y solar fotovoltaica a nivel nacional”, dice el experto de KPMG. Otro modelo clave impulsado por REE es el de la subestación digital. La compañía ha desarrollado proyectos piloto de subestaciones plenamente digitalizadas, donde la tradicional “maraña de cables de control” se sustituye por fibra óptica y comunicaciones IEC 61850 (estándar internacional que define los protocolos de comunicación), logrando instalaciones más flexibles, seguras y eficientes. Estas subestaciones inteligentes mejoran la recopilación de datos en campo y permiten operaciones de maniobra automatizadas con mayor fiabilidad.

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Sobre la firma

Óscar Granados
Es periodista. Estudió Comunicación y Periodismo en la Facultad de Estudios Superiores Aragón (México) y cursó el Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS. Colaborador habitual del suplemento Negocios.
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