El mapa del hidrógeno se expande en España
La mayoría de los proyectos, todavía en fase de planeamiento y construcción, han sido impulsados con una combinación de fondos europeos y nacionales


El reto parece casi imposible. Europa produjo en 2023 alrededor de 0,2 millones de toneladas de hidrógeno verde, según cifras de la organización Clean Air Task Force, pero se ha puesto el objetivo de producir 10 millones e importar otros 10 millones más antes de 2030. Aunque todavía queda un largo camino por recorrer, la Unión Europea ha puesto en marcha diversos planes de ayuda para intentar alcanzar esas cifras a tiempo. En este contexto, España ha emergido como uno de los actores más dinámicos en la carrera por esta tecnología, un vector energético clave para descarbonizar procesos difíciles de electrificar en la industria y el transporte.
La Asociación Española del Hidrógeno (Aeh2) ha contabilizado 361 proyectos —construidos o en desarrollo— dedicados a la producción de hidrógeno verde en España. El presupuesto o inversión total que han estimado es de unos 36.370 millones de euros. El 7,3% de esa cantidad, unos 2.650 millones, provienen de financiación pública española, autonómica o europea. La propia asociación distingue los proyectos por su distinta naturaleza: de investigación (80), demostradores o de prueba (105), y comerciales (167). Estos últimos se pueden dividir en normales de producción y en los llamados valle (59). “La mayoría de estos se encuentran en etapas preliminares de su desarrollo”, aseguran desde la asociación. Ahora mismo hay solo nueve plantas operando y otras seis en fase de construcción.
Un ejemplo del primer tipo —proyectos de hidrógeno verde sin consideración de valle— es la planta de Iberdrola en Puertollano (Ciudad Real). Tiene 20 megavatios (MW) de capacidad, está en funcionamiento desde 2022 y produce hidrógeno verde para Fertiberia, como parte de su estrategia de descarbonización en la producción de fertilizantes. El electrolizador de Petronor (Repsol) en Muskiz (Bizkaia) también está operativo, con 2,5 MW de potencia, y se emplea como planta piloto para estudiar la integración del hidrógeno verde en procesos de refino que transforman el petróleo crudo en productos útiles. Estos proyectos no pueden considerarse como valle, puesto que abastecen a una única empresa o planta de producción.
Un valle del hidrógeno es un “ecosistema regional integrado que agrupa toda la cadena de valor del hidrógeno en un área geográfica determinada”, explica María Jaén, experta del instituto de estudios EPRI. “Estos incluyen el desarrollo coordinado de las infraestructuras de producción, almacenamiento, transporte, distribución y uso del hidrógeno en uno o varios sectores”, desgrana. En ellos, se congregan varias organizaciones que adquieren un compromiso de ejecución de las infraestructuras. “Eso favorece la puesta en marcha de los proyectos y permite distribuir las responsabilidades y esfuerzos de forma equilibrada a lo largo de toda la cadena de valor”, detalla Jaén.
Un gran icono en Burgos
El Valle del Hidrógeno de Castilla y León es un ejemplo a gran escala de esto último. Ha conseguido de la Unión Europea una ayuda de 20 millones de euros a través de una convocatoria de Grandes Valles del Hidrógeno (Large-Scale Hydrogen Valleys). Solo hay otros cinco proyectos de esta magnitud en toda la UE. Están involucrados 35 socios de nueve países diferentes —22 de ellos españoles— y la inversión inicial prevista por las empresas y administraciones involucradas es de 380 millones de euros.
Está liderado por el centro tecnológico privado Cartif (ubicado a las afueras de Valladolid) y la asociación empresarial del hidrógeno de Castilla y León, en colaboración con la Universidad de Burgos. El objetivo es producir 16.800 millones de toneladas de hidrógeno verde al año. Alfonso Arroyo, director general de Energía de la Junta de Castilla y León, defendió la inversión durante su presentación en Burgos. “Como comunidad autónoma no podemos conformaros con la producción de energía renovable, tenemos que darle valor añadido, generar oportunidades para que esa energía se consuma aquí, en nuestra región”, aseguró. “Este proyecto es la culminación de una serie de pasos y no podemos perder ni un minuto”.
Los siete valles
En España, el Ministerio para la Transición Ecológica (Miteco) ha asignado en febrero una serie de ayudas por un total de 1.214 millones de euros a siete proyectos de valle de hidrógeno verde repartidos en Aragón, Andalucía, Castilla y León, Cataluña y Galicia. “Van a crear unos 9.000 empleos directos y unos 11.000 indirectos”, anunció Sara Aegesen, ministra del ramo. Los siete beneficiarios del programa H2 Valles plantean desarrollos con una potencia de electrólisis total de 2.278 MW para la producción de hidrógeno renovable en 11 instalaciones diferenciadas. En conjunto, movilizarán inversiones por valor de 4.907 millones, aseguran las autoridades.
Green Hysland es el primer valle de hidrógeno español reconocido como tal por la Comisión Europea. Desarrollado en Mallorca e impulsado por Enagás, Acciona, Cemex, el IDAE y otra serie de entidades, surgió como respuesta a la necesidad de reindustrializar una zona tras el cierre de una planta de Cemex. Cuenta con una capacidad de producción de 2,5 MW y ha sido diseñado para crecer a medida que aumente la demanda. Su planteamiento integral, que incluye producción, almacenamiento, distribución y consumo de hidrógeno verde, encaja en la definición europea de valle del hidrógeno, que exige una infraestructura completa y escalable con participación regional y multisectorial.
Usos del nuevo maná
El hidrógeno verde no es la solución para todo, pero sirve para descarbonizar aquellos sectores o industrias que son más difícil electrificar. “Cuando puedas electrificar, electrifica”, defiende María Jaén, experta del instituto de estudios EPRI. Su uso tiene sentido en procesos industriales intensivos, como ocurre en la siderurgia o en las refinerías para desulfurar combustibles.
También se usa en la industria química para la producción de amoniaco, metanol y otros compuestos. Marcos Rupérez, investigador de OBS Business School, destaca su papel en la síntesis de amoniaco, “uno de los pilares de la civilización moderna”, esencial en la producción de fertilizantes. En transporte, se podría usar como combustible para camiones, cargueros y aviones.
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