El sector del metal echa en falta a los jóvenes
Centros y empresas se unen para impulsar el interés hacia una industria cada vez más tecnológica y transversal que sufre escasez de mano de obra cualificada

El sector del metal da empleo en nuestro país a 1,13 millones de trabajadores, abarcando desde la fabricación de maquinaria y vehículos hasta el comercio de repuestos y el alquiler de equipos, pasando por la reparación e instalación. En los próximos años, las empresas de este segmento generarán una demanda de cerca de 350.000 profesionales para, según Héctor Aguirre, coordinador-gerente de la Fundación del Metal para la Formación, el Empleo y la Cualificación (FMF), “dar respuesta a dos aspectos que dificultan su actividad: la falta de mano de obra cualificada y, en menor medida, el relevo generacional de las plantillas”.
En parte, el principal motivo detrás de esa carencia de personal capacitado se encuentra en los desajustes latentes que existen entre la demanda de profesionales por parte de la empresa y la oferta educativa, asegura Aguirre. “Consideramos que la educación debería tener en cuenta las realidades del mercado laboral, por eso hemos trasladado el problema a la Administración”, añade, poniendo como ejemplo la iniciativa Generación del Metal, destinada a promover el sector entre los jóvenes.
Prejuicios y desconocimiento
Para paliar esa diferencia entre el ámbito laboral y el formativo, Ignacio de Benito, director de Proyectos de la Fundación Bertelsmann, apunta a la necesidad de que las instituciones educativas trabajen a corto plazo y se adelanten a las futuras exigencias de esta actividad. “Algo especialmente complejo en los centros públicos, pero que pasa, por ejemplo, por desarrollar actividades conjuntas con las empresas”, explica. Sin embargo, destaca que el gran desafío está en la dificultad para captar la atención de los jóvenes, que desconocen la situación de las profesiones relacionadas con el metal mientras que se dejan llevar por sus estereotipos y las modas. Así, tanto las instituciones de enseñanza como las compañías deben tener “la meta común de trasladar la realidad del sector mediante una orientación escolar más precisa tanto por parte de orientadores como en ámbitos familiares”, indica. En caso contrario, nunca se romperá el círculo vicioso: la oferta formativa tiende a ajustarse a la demanda; mientras sea escasa, el abanico de ciclos vinculados al metal permanecerá limitado.
Al respecto de las concepciones alrededor de los trabajos en el área, Núria Salán, profesora del Departamento de Ciencia e Ingeniería de los Materiales de la Universidad Politécnica de Cataluña, corrobora que, “por desconocimiento, aún pervive la idea de que el sector es antiguo y sucio, cuando la realidad es muy diferente; se ha convertido en un entorno transversal que absorbe perfiles muy diversos”. Así, señala como ejemplo los cada vez más exigentes protocolos de calidad, que exigen procesos rigurosamente controlados; “ya no basta con saber de metales, el profesional necesita una formación más plural”, matiza Salán, para quien “todo el mundo puede acabar trabajando en él”.
Una pluralidad que, en lo que a formación universitaria se refiere, abarca desde el entorno TIC, a través del diseño, simulación o control de plantas, hasta las áreas relacionadas con el marketing y la normativa. En lo concerniente a su actividad principal, la oferta de la propia UPC que abre las puertas al mismo incluye carreras como Ingeniería Eléctrica, Mecánica, Diseño Industrial y Desarrollo de Producto o Ciencia e Ingeniería de Materiales.
Grandes oportunidades
En cuanto a la vía de la Formación Profesional (FP), para Aguirre esta se presenta como una oportunidad “de primera magnitud” para los jóvenes que aspiran a incorporarse en esta actividad, dado su carácter eminentemente práctico y la rápida especialización que ofrecen sus itinerarios. Entre las opciones con más proyección cita los ciclos de Mecanizado, Soldadura, Electromecánica, Diseño Industrial y Mantenimiento Industrial, donde la demanda de perfiles como tornero, fresador o técnico en mantenimiento resulta especialmente alta. Según Aguirre, la tasa de inserción laboral de estos titulados roza el 100% —un dato que viene a rebatir “ciertos estigmas que ha sufrido históricamente la FP frente a la Universidad”— con unas condiciones que promedian los 2.000 euros netos y una jornada más ajustada que la de otros sectores.
De Benito subraya los cambios introducidos por la nueva Ley de FP —“impulsada con éxito por las administraciones”—, que ahora permite desglosar titulaciones en módulos, ofreciendo la posibilidad de realizar cursos cortos de especialización que responden con mayor agilidad a las demandas empresariales. En concreto, destaca el creciente interés de las empresas en el modelo de FP Dual: “En España convive una de las mayores tasas de desempleo con una carencia de trabajadores cualificados; las compañías han comprendido que no basta con publicar ofertas, por lo que cada vez invierten más en estos proyectos”, asegura.
Esta fórmula alinea la formación con las necesidades del mercado laboral al combinar enseñanza en el aula con prácticas reales en la empresa. De este modo, según De Benito, las organizaciones no solo cubren vacantes con perfiles formados a medida, sino que, al asumir la FP Dual como ventaja competitiva a la hora de atraer talento y en el ámbito de la responsabilidad social corporativa (RSC), contribuyen al profesionalismo y la sostenibilidad del sector.
La impresión 3D protagoniza la innovación
La industria del metal está cada vez más vinculada a tecnología avanzada, y una de las áreas en auge es el campo de la impresión 3D, a decir de Silvia Lage, experta de MINT en el Máster en Modelado e Impresión 3D. “Facilita la producción de prototipos, piezas a medida y repuestos con mínimos residuos y costes ajustados, respondiendo a las necesidades de I+D y fabricación sostenible”, señala.
Tanto es así que la demanda de expertos en esta técnica crece anualmente, impulsada por el desarrollo de nuevos filamentos y resinas que abren aplicaciones inéditas. De hecho, Lage apunta a que la transición verde de los materiales —que requiere de procesos más eficientes y limpios— exigirá aún más profesionales capaces de implementar tecnologías aditivas y desarrollar compuestos respetuosos con el entorno.
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