¿Qué perros son más urbanitas y cuáles se adaptan peor a la ciudad?
Los canes se pueden habituar a la vida en un piso si existe un ambiente donde dar rienda suelta a su naturaleza, como interactuar con sus tutores, pasear, jugar y no estar demasiado tiempo solos, aunque hay razas que tienen más facilidad para aclimatarse que otras


La población de canes urbanos es variada. Pero, ¿todos tienen la misma facilidad para adaptarse a la ciudad? No, y lo que determina que así sea es, principalmente, el carácter del animal y sus experiencias vitales (que se haya criado en un piso o en un entorno rural con acceso al exterior, por ejemplo). No obstante, la raza también da pistas para saber si el perro, de forma natural, debido a cuestiones como su fisiología, es más o menos urbano. “Por ejemplo, el bulldog francés suele tener problemas de piel y respiratorios. Además, no son muy ágiles y no les gustan los paseos largos, por lo que se adaptarían bien a la vida en la ciudad”, explica Sandra Borràs, veterinaria gerente de Masvet Clínica Veterinaria, en Masquefa (Barcelona).
Otras razas como los galgos, contrariamente a lo que se suele creer, se adaptan muy bien a la vida en un piso: “Son animales muy tranquilos. Solo piden sofá, manta, calor y una buena carrera de vez en cuando. Por lo general, son también sociables y adaptables a este entorno. En cambio, toleran peor la vida en el exterior, porque son frioleros y necesitan buenos cobijos”, detalla la veterinaria. Otras razas sí apuntan a que el entorno urbano no les resulta un territorio muy favorable. “Es el caso de los border collie, son muy activos y les gusta hacer ejercicio. Están siempre alerta, buscando, rastreando y corriendo. Son muy nobles, pero para su confort necesitan largos paseos adaptados a zonas con circuitos de agility; o por el campo y la playa, para poder soltarlos y darles el ejercicio que requieren”, explica. Borràs añade: “En general, no es aconsejable tener en un piso urbano canes de pastoreo (pastor belga), nórdicos (samoyedo) o terriers. Tampoco los perros de caza o de rastreo, como los beagles, Jack russels o bracos son recomendables para un entorno urbano, frente a otras razas como los retrievers o los chihuahuas, que se adaptan bien”.
Para garantizar el bienestar del animal, sus tutores cumplen un papel primordial. “La mayoría de los perros se pueden adaptar a vivir en la ciudad si se les proporciona un ambiente y atención adecuados. Pero, para conseguirlo, hay que conocer su carácter, necesidades, tiempo disponible para atenderles o su facilidad para convivir con otros animales”, destaca la experta.
En caso de no ser así, pueden surgir problemas que afecten a la convivencia. “Cuando el perro no tiene cubiertas sus necesidades de actividad física y mental se vuelve inestable, lo que deriva en ansiedad cuando sus dueños no están en casa y ladrar de manera compulsiva, con la consiguiente molestia para los vecinos”, advierte el veterinario clínico Andrés Santiago.

Una de las formas de comunicarse de los perros es ladrando y en una comunidad de vecinos en la ciudad supone un problema por las molestias derivadas. Cuando el animal ladra mucho o de manera compulsiva, hay que detectar la razón. “Puede deberse a que tiene ansiedad, miedo, está nervioso o no sabe estar solo”, explica Borràs. “Estos comportamientos desajustados se pueden corregir enseñando al perro a manejar la situación que le altera, dedicándole el tiempo que necesite para jugar, pasear o, simplemente, interactuar con sus dueños”, destaca.
Perros en las terrazas
Las terrazas de los pisos pueden convertirse en un espacio para dejar a los animales, con el consiguiente deterioro de su bienestar. “Se trata de un lugar que le impide la movilidad suficiente y la expresión de su comportamiento natural, como jugar o interactuar con el resto de los habitantes de la vivienda”, explica Santiago, a la vez que apunta otras alternativas si se pasa mucho tiempo fuera de casa: “Hay guarderías para perros, donde están supervisados y pueden gastar su energía mientras sus familias trabajan”. Y añade una advertencia: “Esta situación vulnera las leyes de protección animal, donde se indica que el perro no puede estar solo más de 24 horas, ni encerrado en una terraza”.

“Si un perro es nervioso y no está adaptado a su entorno, lo último que se debe de hacer es dejarlo en una terraza o un balcón, porque tendrá ansiedad, además de frustrarse y estresarse mucho”, retoma Borràs. Ella recomienda recurrir siempre a la adopción a la hora de tener un perro y desmiente el estigma que suelen tener los animales acogidos en cuanto a su capacidad de adaptación a la convivencia en un nuevo hogar. “Nada más alejado de la realidad. Aunque hayan tenido malas experiencias, eso no impide que se integren en sus nuevas casas y lo agradecen más porque valoran que se les cuide”, defiende la veterinaria. No obstante, cuando hay problemas de comportamiento conviene consultar a un especialista. “De esta forma, se podrá valorar las necesidades específicas del perro, que no tienen por qué ser solo físicas, sino también psicológicas, para poder crear un enriquecimiento ambiental, por ejemplo con juegos, hasta que se estabilice”, recomienda por su parte Santiago.
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