Ser bombero es cosa de hombres en la Comunidad de Madrid: desde 2019 no entra ninguna mujer
Este año concurren para 267 plazas 2.025 candidatos, de los que 74 son mujeres. Varias aspirantes denuncian que las pruebas físicas no están adaptadas como en Cataluña o en el Ayuntamiento de la capital


Lucía quiere ser bombera en la Comunidad de Madrid. Sabe que las pruebas son difíciles y que muy pocas han logrado lo que ella intenta en la actual oposición. Aun así, entrena seis días a la semana y, a veces, dobla las sesiones porque le falta mucho para correr los 2.000 metros que exige la prueba de resistencia en al menos siete minutos y 40 segundos, el mínimo para aprobar. Llegar a siete minutos y 10 segundos, la máxima puntuación, se le hace casi imposible.
“¿Cómo no voy a poder si los hombres superan holgadamente las marcas que tienen asignadas?“, se pregunta. Lucía, que no se llama Lucía, pero prefiere preservar su identidad, va al neumólogo, por si algo está mal con sus pulmones, pero no le detectan ningún problema. Desesperada, comienza a investigar y descubre que las marcas son mucho más exigentes para las mujeres porque no están correctamente ajustadas a las diferencias biológicas entre ambos sexos reconocidas científicamente.
“¿Cuántas veces nos han hecho sentir que no somos válidas, que estamos defectuosas, y nosotras buscando y buscando qué nos pasaba? Nunca nos habíamos parado a mirar la realidad de los cincos [la mínima puntuación]“, cuenta Lucía con impotencia. ”Nosotras empezamos a opositar, vimos que era el juego que había y aceptamos las reglas“, termina. Lucía habla casi siempre de ”nosotras” porque los datos la respaldan: desde 2019 no entra ni una sola mujer en el cuerpo de bomberos de la Comunidad de Madrid y ese año solo lograron plaza dos de 150 disponibles.
Según un portavoz de la Consejería de Interior, hay 59 bomberas entre los 1.648 efectivos, apenas el 3,5%. Sin embargo, no todas apagan fuegos, pero la administración no precisa su número. El bombero Manuel Ariza, delegado de CC OO Madrid, comenta que el dato es difícil de calcular debido a que varía en función de las necesidades, pero es casi “anecdótico”: unas 10, menos del 1%.
En las oposiciones en marcha hay en juego 267 plazas, la prueba teórica ya se ha realizado y está pendiente la física, que se realizará en las próximas semanas. Concurren 2.025 candidatos, de los que 74 son mujeres y varias de ellas se han unido para analizar los baremos. En la prueba de resistencia, por ejemplo, descubrieron que dos de los aspectos determinantes son la capacidad de transporte y de consumo de oxígeno y que difieren entre un 10 y un 20% entre ambos sexos. Sin embargo, esta diferencia no se refleja en las marcas.
A la última oposición, de diciembre de 2023, se presentaron para 125 plazas 1.610 aspirantes, de las que 44 eran mujeres. Solo tres superaron el examen teórico ―que en la actual aporta 20 de los 50 puntos― y pasaron a la parte física ―los 30 puntos restantes―, cuya primera prueba fue la resistencia. Ninguna de las tres finalistas la aprobó. Es la prueba teórica, precisamente, el primer obstáculo de las oposiciones, señala Israel Naveso, portavoz del Sindicato de Bomberos federado en CSIT y mayoritario en la comunidad, porque las notas de corte “son muy altas”. En esta prueba ellas y ellos parten en igualdad de condiciones.
“Aunque hubiesen llegado más [a la física], la realidad es que, salvo que hayas sido atleta, lleves toda tu vida corriendo maratones o tengas un talento innato, son años de entrenamiento”, dice Clara, otra opositora, que también oculta su nombre real. “Y no estamos hablando de los dieces, sino de llegar al aprobado”, concluye.
Lucía dice que, a veces, “parece” que a ellas no les interesara la profesión, pero que cuando se ve lo que ocurre que en cuerpos donde ya se han baremado las pruebas para las mujeres, “te das cuenta de que sí”. Sin embargo, ahí también siguen siendo minoría. El Ayuntamiento de Madrid, conocido por la rigurosidad de sus pruebas para ambos sexos, tiene diferentes baremos según la biología, pero solo hay tres mujeres de 1.500 bomberos. El de Cataluña ha reservado en las últimas convocatorias el 40% de los puestos para ellas ―una decisión que causó controversia entre las propias bomberas del cuerpo que estaban en contra de la cuota de género en esta profesión―, pero actualmente solo son 85 de 2.811.
“La Comunidad garantiza en todos sus procesos de selección los principios de igualdad, mérito y capacidad de los ciudadanos, y por supuesto, la igualdad de oportunidades”, sostiene el portavoz de la consejería. “Los criterios son totalmente objetivos y científicos”, agrega. Detrás de la baremación, asegura que están la Asociación Internacional de Federaciones de Atletismo, el trabajo de técnicos y especialistas deportivos y “el diálogo con el personal y con los representantes sindicales”. “Queremos atraer a las mujeres. Por ello, en los últimos años se han adaptado las marcas mínimas en las pruebas físicas y se han establecido, por encima, porcentajes correctores de bonificación”, zanja el portavoz.
Las aspirantes confirman que se han modificado las marcas en las últimas convocatorias, pero que, lejos de favorecerlas, han acentuado aún más las diferencias. En las academias se habla de que se quiere un perfil de “jóvenes particularmente fuertes”. La consejería no aclara si es cierto, pero recuerda que, “con el objetivo de velar por la seguridad de los ciudadanos y de los propios bomberos, es necesario establecer un elevado nivel de exigencia en las pruebas físicas para todos”.
“Siempre se nos dice ‘luego saca tú a un señor de 90 kilos de un balcón’. Esto es un clásico, llevamos años escuchándolo”, replica Lucía. Asegura que las tareas de un bombero no siempre implican fuerza bruta y van mucho más allá de los incendios. Hay inundaciones, accidentes e intentos de suicidio, dice. “A un incendio entras con un equipo de respiración autónoma, pero una mujer consume menos oxígeno, lo que ayuda si el recorrido es muy largo. Nosotras también somos más pequeñas si hay que entrar por un espacio reducido”, argumenta Clara.
Para Naveso, en cambio, el problema de las oposiciones es otro. El Sindicato de Bomberos lleva años pidiendo una actualización de la parte física, que sigue el mismo modelo desde hace 30 años. Naveso destaca que otros cuerpos ya la han renovado con pruebas “más cercanas” al trabajo que realizan los bomberos a diario, como son las gincanas o el traslado de pesos. En esas pruebas, dice, las marcas para ambos sexos son las mismas porque se tratan de resolver con eficiencia las situaciones de la realidad, sin importar si se es hombre o mujer, y no solo de evaluar la condición física.
“Si al actualizar las pruebas entran más compañeras, que entren”, aclara el bombero, que no cree que dentro del cuerpo haya posicionamientos extremos “en contra de nadie”. Sin embargo, la adecuación de las pruebas no llega, destaca, porque quienes podrían hacerlo están más interesados en “politizar” el asunto más que en atender a los requerimientos de los profesionales.
Según Ariza, de CC OO, el estricto estado físico que se pide en las pruebas no tiene que ver con la condición de los bomberos en ejercicio. “Si la fuerza fuera lo esencial, a algunos, que ya somos más mayores, nos habrían sacado”, cuenta él, que tiene 56 años y asegura que es “inimaginable” que a los bomberos se les exija mantener la forma de cuando entraron. En su parque, hay cinco hombres rondando los 50. “¿Deberían tirarnos por eso?“, se pregunta. “Lo más importante es hablar de esto. Es una cuestión de justicia social”, asegura. Para empezar “desde dentro”, el 22 de mayo CC OO ha organizado un encuentro con miembros del cuerpo hombres y mujeres, expertos en rendimiento y atletas para que corroboren públicamente lo que las aspirantes vienen sufriendo en silencio.
Lucía y Clara han reservado unas horas de un día en el que deberían estar entrenando para contar a este diario su historia. La temida prueba física está a un menos de un mes y todavía luchan para conseguir en el gimnasio ese mínimo al que tendrán que llegar en el terreno. Saben que ya es tarde para que las reglas de estas oposiciones cambien. “Es lo que hay, voy a dar todo lo que tenga y ojalá que lo consiga”, dice Clara. Su esperanza es que, en la siguiente convocatoria, se tenga en cuenta lo que ahora piden, porque no descartan que, dentro de uno o dos años, se vean nuevamente en los gimnasios.
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