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Los accidentes en la AP-7 a su paso por Tarragona se han duplicado en seis años

El tercer carril es el principal reclamo de las Terres de l’Ebre, que concentra los puntos con mayor siniestralidad

Reabierta la AP-7 en L’Ametlla de Mar

La saturación de la AP-7 y la accidentalidad creciente han provocado una oleada de indignación en el sur de Cataluña: alcaldes, empresarios y transportistas exigen que se aceleren las obras de construcción del tercer carril en el tramo del Ebre antes de que sea demasiado tarde, puesto que ya están notando consecuencias económicas derivadas. La supresión de los peajes y la prohibición de circulación de camiones por la N-340 en algunos tramos han conllevado un aumento de tráfico que, sumado a la falta de mantenimiento, hacen que la circulación sea cada vez más complicada. La peor parte se la lleva Tarragona, que concentra una cuarta parte de los siniestros.

El número de accidentes con víctimas de distinta consideración en la autopista a su paso por la provincia se ha duplicado en los últimos seis años: de los 87 de 2019 se ha pasado a los 166 de un 2025 que aún no ha acabado, según datos facilitados por el Servei Català de Trànsit. En global, el número de personas afectadas ha pasado en este periodo de 168 a 282.

Es un problema que se agrava en las Terres de l’Ebre, donde solamente hay dos carriles en una vía clave para el transporte de mercancías en Europa: los puntos con más afectación se encuentran en l’Ametlla de Mar i l’Aldea. Según el estudio IRAP del RACC y el SCT, los camiones están implicados en la mitad de accidentes. La Cátedra para el Fomento de la Innovación Empresarial de la URV alerta de una situación “crítica en la autopista con más tráfico de vehículos pesados de todo el Estado”.

En menos de dos semanas ha habido cuatro accidentes con camiones implicados en las Terres de l’Ebre, uno de ellos con una víctima mortal. En todos ha habido cortes en algún sentido de la marcha y colas kilométricas de vehículos atrapados durante horas. Según Cristian Bardají, director del área de movilidad del RACC, “a la AP7 se le pide más de lo que puede dar”. “El tráfico”, agrega Bardají, “ha incrementado mucho y el tramo del sur de dos carriles es poco resiliente”. La solución depende, incide, de diversos factores: “Hay que hacer obras, inversiones, dotarla de robustez y tener vías alternativas”.

El Servei Català de Trànsit se reunió el miércoles con representantes de los transportistas para proponer una reducción de la velocidad de 100 kilómetros por hora para los turismos y 80 para los camiones en un tramo de 30 kilómetros que va desde l’Hospitalet de l’Infant hasta Amposta. Bardají cree que, a corto plazo, este tipo de medidas de gestión son adecuadas, pero tienen que ir acompañadas también de una campaña de concienciación y más información a los conductores: “Ha habido atropellos por bajar por la puerta del conductor del camión, esto no debería pasar”. La Federación de Autotransportistas de Tarragona (FEAT) valora la velocidad variable como “un parche, insuficiente para los 12.000 vehículos de gran tonelaje que circulan a diario”.

Acelerar el tercer carril

La principal demanda del sector y del territorio es el tercer carril para la AP-7 en la zona del Ebre. De momento, el Ministerio de Fomento está redactando el proyecto, pero según fuentes consultadas por este diario, las obras no empezarán como mínimo hasta 2028. Los alcaldes, como Adam Tomás, de Amposta, exigen que se aceleren: “El Estado tiene mecanismos para hacerlo. Como país tenemos que ser capaces de proyectar trabajos dentro de unos plazos razonables para evitar lo que nos está ocurriendo”. Opina lo mismo el alcalde de l’Ampolla, Francesc Arasa, que añade otra petición: recuperar el proyecto de la autovía A7, que llega hasta l’Hospitalet de l’Infant, una infraestructura reclamada también para los transportistas como alternativa. Asegura que los problemas que había en la N-340 se han trasladado a la autopista: “Estamos viviendo la misma saturación seis años después de la prohibición para los camiones de circular por la nacional”.

Ayuntamientos y empresarios temen consecuencias económicas. Según Arasa, a nivel turístico “puede que la gente deje de venir por miedo a quedarse atrapada en la autopista”. Por su parte, la patronal AECE asegura que los cortes de la autopista por accidentes provocan que la mercancía no sea entregada y que las empresas se queden sin suministros: “Nuestra competitividad está en riesgo”, dice Ramón Solà, su director ejecutivo.

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