Anna Balletbò: curiosidad, coraje y tenacidad
La política catalana, fallecida este viernes, formó parte desde sus inicios de la aventura de crear el PSC

Anna Balletbò nos ha dejado. De repente. De forma inesperada, del modo expeditivo con que ella se expresaba, nos ha dicho “adiós”. Lo primero que hago, al escribir esta nota de urgencia, es un intento de resumir su personalidad.
Anna ha sido, por encima de cualquier otra cosa, una mujer con curiosidad, coraje y tenacidad. Tenía unas ganas de saber innata que la llevaron, en su vida profesional y política, a tocar todas las teclas. Quería saber de las cosas, no solo tener referencias superficiales. De su experiencia profesional explicaba a menudo que había aprendido que existen hechos, y que para comprenderlos no basta con una sola fuente: hay que contrastar visiones diferentes y alejarse de lo que hoy conocemos como fake news.
Lo quería saber todo y de todo. De jovencita quiso ponerse en contacto con la vida de las colonias textiles en su Bages natal, para conocer de primera mano el ambiente duro y difícil de las naves llenas de telares y ruidosas hilaturas. Quiso aprender inglés cuando eso no estaba de moda, hecho que le abrió muchas puertas. Quiso estudiar periodismo cuando en Barcelona no existía una facultad de periodismo, y se convirtió en una periodista hecha a pulso, capaz de asumir muchas y diversas responsabilidades en la profesión. Fue feminista cuando ser feminista era algo “extraño”. Formó parte, desde sus inicios, de la aventura de crear el Partit dels Socialistes de Catalunya (PSC), en un proceso original y exitoso de agregación de grupos y colectivos socialistas muy diversos.
Era valiente, con empuje. Hablaba sin miedo y era capaz de hablar con quien fuera para defender una idea o un proyecto. Como hizo cuando, el 23F, se dirigió a un oficial golpista para decirle secamente que estaba embarazada, que sufría por sus bebés y que quería que la sacaran del hemiciclo. Sin rodeos, y lo consiguió. Cuando tenía una idea en la cabeza, su teléfono echaba humo de tanta actividad generada. Tenía una agenda de contactos extraordinaria, que le permitía tirar de un hilo cuando quería conseguir a una persona de primer nivel, de aquí o de fuera, para participar como ponente o analista en alguna de sus actividades. Su trabajo en organismos internacionales y su activismo a favor de muchas y diversas causas le abrieron el mundo.
Era una mujer tenaz. Cuando se empeñaba en un proyecto, no paraba hasta ponerlo en marcha. Era capaz de remover todas las piedras que encontraba en el camino para hacerlo avanzar. Así fue como hizo posible, año tras año, la idea de los Encuentros Económicos de S’Agaró o su joya de la corona, la Fundación Olof Palme, que creó junto a otras personas tras el asesinato del líder socialdemócrata al que tanto admiraba. Es en el marco de la Olof Palme donde Anna llevó a cabo, discretamente y desde hace años, actividades de solidaridad con Palestina y de apoyo al ideal de una solución basada en dos Estados, capaces de respetarse y colaborar en la construcción de la paz.
Esta suma de curiosidad, coraje y tenacidad han sido los rasgos de identidad de Anna que más he admirado.
Desde finales de los años setenta coincidimos en campañas electorales, congresos del partido, en los órganos de dirección y en las diversas actividades propias de una organización política. En los últimos tiempos tuve la suerte de compartir con ella actividades de la Fundación Rafael Campalans, con la que colaboraba con frecuencia. Recuerdo, más recientemente, la cena con los socialistas del Baix Penedès a la que fuimos juntos el pasado mes de agosto. Anna no perdía ninguna oportunidad de estar en contacto con las personas del partido a las que apreciaba.
Anna deja un legado importante. Los encuentros de S’Agaró y las actividades de la Fundación Olof Palme han dejado huella. Exactamente como la huella de una mujer indómita y luchadora que no dejó de trabajar, ni un solo instante, por los ideales y los valores que compartió con tanta y tanta gente.
Anna deja, sobre todo, un vacío que tendremos que llenar con el afecto y el recuerdo. Descanse en paz.
José Montilla fue presidente de la Generalitat de Cataluña entre 2006 y 2010 y ministro de Industria en el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero entre 2004 y 2006.
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