Cuando ganar Operación Triunfo no es garantía de nada: “En OT hay música, pero también hay amistad, rencillas y ‘salseo”
El fenómeno televisivo de la Academia aguanta 20 años después y vive su mejor momento en las redes sociales


Me imagino a Noemí Galera leyendo esta crónica. Me pongo nerviosa. Y entonces la recuerdo, cabreada, en un momento del programa del año 2023 amonestando a sus triunfitos: “De verdad, esto no es un campamento, me da la sensación de que os importa una mierda”. Para rematar: “Aprovechad la oportunidad que tenéis, aprovechadla”. La directora de la academia de Operación Triunfo demostraba qué es lo importante en OT: la oportunidad.
Nos hicieron creer desde el principio que cualquiera, por desconocido y pueblerino que fuera, podía cumplir su sueño. Y eso nos gustaba, nos sigue gustando y mucho. Así empezó todo en 2001, con triunfitos como David Bustamente, —David para los amigos, Busta para los fans, Titín para la familia—, el albañil que dejó Sant Vicente de la Barquera para cantar y bailar. Chenoa, Bisbal, Rosa... Y ahora, ¿se ha escacharrado el ascensor social en OT? ¿dónde están los bustamantes del mundo? “Mi opinión es que claramente OT ha perdido por completo su objetivo original que era darle la oportunidad a chavales supercorrientes de recibir clases de canto que no pueden permitirse. Ya no existe un David Bustamante que venía de la obra #OTGala0”, explicaba un seguidor, Gigi, en las redes sociales hace unas semanas.
Suba o baje el ascensor de los candidatos, OT sigue funcionando. Una nueva generación vive enganchada a los directos en redes. “Me facilita la vida. El fenómeno es cómo funciona, no los candidatos que son seleccionados. Me siento muy conectada con el proyecto OT, es muy familiar. Muchos ya saben que no van a tener una carrera musical, pero eso es lo de menos. Dime un programa que haya funcionado tanto tiempo”, comenta una fiel seguidora catalana. La crítica de televisión Eva Güimil añade: “En la primera edición supieron juntar a un grupo de personas con talento, pero también cercanos y reconocibles. Perfiles que han ido mutando en función de los cambios que se han producido en la sociedad. También por las canciones, por supuesto, saben realizar una selección que atraiga a distintas generaciones. Y, cómo no, por su componente reality, un formato que se ha convertido en imprescindible y que ha colonizado las plataformas. En OT hay música, pero también hay amistad, rencillas y “salseo“ que, guste o no, engancha a los espectadores”.
El festival de la meritocracia dejó de serlo enseguida, pero el programa se quedó. “Con los años se fue viendo que ganar OT no era garantía de nada y que concursantes eliminados podían aprovechar mejor las oportunidades, aunque no fueran gran cosa, y subsistir en el mundo de la canción”, explica el periodista y crítico televisivo de EL PAÍS, Tomàs Delclós. “Edurne es un ejemplo de recompensa tardía por haber pasado por OT. A pesar de haber estado en la OT de Telecinco, 10 años después, TVE la escogió para ir a Eurovisión. Por tanto, la suerte se dispersa. No hace falta ser el mejor, según el programa, para conseguir un hueco en la música. La simple aparición unas semanas en el concurso puede ser rentable. Los concursantes, eso sí, han de tener muchas ganas y convicción sobre sí mismos porque el premio más abundante es la derrota y seguir ignorado”. Y pese a la derrota, algunos de los primeros expulsados han logrado el éxito, como es el caso de Lola Índigo.
¿Está funcionando esta nueva edición? Las plataformas son opacas a la hora de proporcionar datos de audiencia. Chenoa afirmó en la primera gala que la gala 0 había duplicado en audiencia a la de la edición de 2023. “Y yo creo ciegamente en Chenoa”, explica Güimil. Lo que es innegable es su repercusión en las redes sociales. El hashtag OTDirecto ha sido tendencia a diario desde el estreno y los vídeos del programa obtienen miles de interacciones tanto en YouTube como en TikTok.
El primer expulsado ha sido Iván Rojo, pura fantasía. El concursante vallisolteano ha arrasado en las redes con sus historias dentro y fuera de la academia, por sus comentarios sobre lenguas (Iván dijo que las lenguas cooficiales no están al mismo nivel que el castellano) o sus ansias de llenar WiZink, ahora Movistar Arena. “Ser el primer expulsado tiene partes muy negativas, como dejar atrás a un grupo de compañerxs que siguen avanzando mientras tú no, sentir miedo a quedar en el olvido o pensar que abandonar la academia el primero equivale a tener menos talento y oportunidades. Por otro lado, también puedes empezar a trabajar en tu proyecto antes que nadie, aunque da mucho vértigo ser la primera propuesta y no tener ninguna referencia delante de ti. En cualquier caso, lo más importante es no compararse y crear un sello personal con el que las personas puedan sentirse identificadas”, explica Rojo, pero no lo hace ni en Instagram ni en TikTok, sino en declaraciones en exclusiva a EL PAÍS a través de un cuestionario.
- Iván, ¿por qué funciona OT?
- “El público siente que forma parte del proceso, y creo que lo más bonito, como fan y como artista”.
- ¿Crees que acabarás haciendo un Wizink?
- “Jajajaja. Qué sería del ser humano si no soñase...”.
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