La doble oposición de Ayuso

La Conferencia de Presidentes celebrada el viernes en Barcelona se ha convertido en una demostración de la debilidad del PP, justo lo contrario de lo que pretendía Alberto Núñez Feijóo. En su estrategia de asfixia política del PSOE, el primer objetivo era que la conferencia fracasara. Primero planteó un pulso al Gobierno obligándole a modificar el orden del día y, si aceptaba, incluir tantos temas y tan diferentes que resultara inoperante. Así fue. Se trataba de demostrar, una vez más, que Sánchez no tiene capacidad para sacar adelante sus propuestas. Y todo eso debía rematarse con un golpe de efecto: la petición a Sánchez de que convoque elecciones por parte de un buen número de presidentes del PP, lo que debía asegurar los titulares de ayer y alimentar la manifestación de hoy.

Pero llegó Isabel Díaz Ayuso vestida de rojo y desbarató todo el plan. Demostró que en esa reunión había más de una estrategia de oposición. Y una de ellas afectaba al propio PP. Díaz Ayuso no solo acaparó la atención de las cámaras y se llevó todo el protagonismo, sino que le robó a ­Feijóo los titulares que había preparado. Y lo hizo, además, confrontando con su propio partido en un asunto especialmente incómodo: la cuestión identitaria y el modelo territorial.

Hacía solo unos días que la presidenta madrileña había escenificado su apoyo a Feijóo de cara al congreso del PP, pero el incidente de la conferencia lo dejó en papel mojado y demostró que la lideresa sigue teniendo objetivos políticos diferenciados. Con el ataque frontal al plurilingüismo, rematada con la declaración de que España no es un Estado plurinacional, dejaba en una situación difícil a los presidentes de comunidades plurilingües, como evidenciaron los mandatarios de Galicia o Baleares en sus comparecencias. En Pedralbes había, claramente, dos PP.

Ayuso defendió la misma idea de España que Vox. Y dejó a Feijóo en una posición tan débil que ayer no tuvo más remedio que disimular y aparentar que apoyaba la decisión de Ayuso en relación con las lenguas. Y todo eso para regocijo de Pedro Sánchez, que aunque también tuvo en García Page su conato de oposición interna, pudo salir indemne de una Conferencia de Presidentes fracasada y con el bloque parlamentario de la investidura reforzado, lo que aleja el objetivo de Feijóo de provocar un adelanto electoral.

La actuación de Ayuso ha dejado claro a la vista de todos que hay un proyecto de PP a corto plazo, ideológicamente poco definido, que pasa por el liderazgo de Feijóo, y otro agazapado para cuando llegue el momento, en el que Ayuso podría aspirar a ser la lideresa de una derecha reunificada bajo postulados ultranacionalistas, en la línea de la ola ultra que avanza en Europa. ¿Bajo qué siglas? Eso sería lo de menos. En la última encuesta de 40dB para EL PAÍS y la Cadena SER, el líder de Vox, Santiago Abascal, obtenía por primera vez menor puntuación que Feijóo en las preferencias de los españoles para ser presidente de España. Que hace unos días Ayuso apoyara su continuidad al frente del PP no es garantía si se tiene en cuenta que también había apoyado a Casado poco antes de provocar su defenestración.