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Despedida con ‘chanson’ y Jameson a Joan de Sagarra: “Las ganas de vivir son su legado”

La nieta del cronista y crítico teatral, Agomar, emociona en un funeral con notable falta de representación institucional

Joan de Sagarra, cronista de Barcelona, en el Bar L'Olle, en una imagen de archivo
Jacinto Antón

Los acordes y la letra de Et maintenant y un brindis con Jameson han despedido este mediodía a Joan de Sagarra, fallecido el viernes a los 87 años, en el tanatorio de Sancho de Ávila de Barcelona. Nada mejor que chanson y whisky irlandés para decir adiós a un personaje que hizo de la reivindicación vital una de sus señas de identidad. “Las ganas de vivir, los libros y la música, son su legado, junto a todo lo que ha escrito”, ha sintetizado en un emotivo parlamento su nieta Agomar, que ha sido su acompañante estos años y que ha calificado a su abuelo como “el mejor y más divertido compañero de piso que he tenido”. Agomar lo ha imaginado “en algún lugar, viendo un western con Joaquina y Juan Marsé”.

La ceremonia, con una notable falta de representación institucional (especialmente sonada en el caso municipal al haber sido Sagarra delegado de Cultura del Ayuntamiento) y escasa presencia del mundo del teatro, ha sido sencilla y en ella se han ido proyectando fotos de la vida de Joan de Sagarra, desde su infancia, con sus padres Josep Maria de Sagarra (en una de niño vestido de enanito junto a su progenitor) y Mercè Devesa, hasta la etapa más reciente, pasando por imágenes suyas de la mili en Talarn, frente al Giardinetto, en el Flash Flash, en Casa Leopoldo, a la puerta de teatros de toda Europa, abrazándose con su primo literario Enrique Vila Matas (muy emocionado en el funeral), con Maria Jesús, poniendo carotas, pegado a una botella magnum de Jameson, luciendo un sombrero pirata o fumando uno de sus puros.

En los recordatorios, sendos poemas, mar y montaña, de Josep Maria de Sagarra (Aigua-marina) y de la también escritora y poeta Mercè Devesa (Les Serres Pairals).

La canción de Ovidi Montllor sobre el poema de su padre Vinyes verdes vora el mar ha dado paso a los parlamentos de otros amigos como Eugeni Madueño, con el que compartieron la peña La lamentable, y que ha recordado el papel de Joan de Sagarra de enfant terrible o, como decía él, de repelente niño Vicente, “un personaje de dandi burgués tras el que escondía su timidez” y que sacudía “una Barcelona que ya no existe”. Ha hablado luego Montserrat Porta, la dueña de la librería Jaimes, lugar tan emblemático de Sagarra como el Bauma, el Boades, el Sandor o Can Ravell. Ha recordado cómo en la librería se cuchicheaba “ha llegado el Joan de Sagarra”, y cómo ella misma le colocaba libros que había pedido pensando en él en las mesas y estanterías para que se los encontrara. Ha destacado el interés del cronista y crítico por Simenon y André Pieyre de Mandiargues y ha evocado los cinco litros de Jameson que Sagarra llevó al festivo acto de su jubilación. Xavier Mas de Xaxàs y Victor Amela han leído sendas de las rumbas (las formidables crónicas culturales) del fallecido y han brindado junto a su ataúd con una petaca con su whisky favorito (aparte del Paddy). El Et maintenant de Gilbert Bécaud ha puesto un idóneo y precioso punto final al acto. Y como le encantaría decir a él, reunido ya con su querido príncipe en el país del que no vuelve viajero alguno, el resto es silencio.

Poco antes de la ceremonia, en la sala de velatorio junto al cuerpo de su padre, el filólogo y traductor Josep Maria de Sagarra Àngel, el hijo de Joan, de 59 años, recordaba la legendaria entrevista en Cracovia en 1989 del crítico y cronista con el director de teatro Tadeusz Kantor, de la que él fue testigo y que nunca se llegó a publicar (porque no la escribió, así era a veces Joan; entre los presentes en el funeral ha estado el fotógrafo que lo acompañó entonces, Marcel.lí Sáenz, que se comió las fotos pero le recuerda con gran afecto). Josep Maria ha encontrado entre los papeles de Kantor depositados en la Crikoteca (el centro de documentación de su compañía) una carta del propio Kantor al párroco de Wielopole, su lugar de nacimiento y que focalizaba su memoria teatral, para que recibiera a Joan de Sagarra, “un importante periodista español”. En el marco de la entrevista, Joan fue a poner flores con Kantor a la tumba de la madre de este.

El hijo de Sagarra recordaba también las sonadas polémicas con Ricard Salvat, Albert Boadella y Josep Maria Flotats mientras su padre parecía sonreír plácidamente como si nunca hubiera roto un plato. Recordaba también el hijo la gamberrada de su padre de dejar sobre la mesa de Maria Aurèlia Capmany, que llegó al Ayuntamiento tras salir él, un robot de Mazinger Z del que brotaban caramelos.

Entre las coronas de flores, rosas rojas y rosas blancas que creaban un escenario muy shakespeariano para Joan de Sagarra, figuraba una, muy significativa, del Teatre Nacional de Catalunya (TNC).

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Sobre la firma

Jacinto Antón
Redactor de Cultura, colabora con la Cadena Ser y es autor de dos libros que reúnen sus crónicas. Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona y en Interpretación por el Institut del Teatre, trabajó en el Teatre Lliure. Primer Premio Nacional de Periodismo Cultural, protagonizó la serie de documentales de TVE 'El reportero de la historia'.
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