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El PSOE corta cabezas para intentar frenar la sangría de un final de año agónico

El partido y el Gobierno ven con desolación una sucesión de noticias negativas mientras Ferraz intenta cerrar el ‘caso Salazar’

Esta vez no pasaron cinco meses de inacción. El PSOE reaccionó con cierta rapidez y en menos de 48 horas desde la llegada de la denuncia por presunto acoso sexual cortó la cabeza del presidente de la Diputación de Lugo, José Tomé. Hace unos días lo hizo con la mano derecha de Paco Salazar, Antonio Hernández. Y tanto en la cúpula del partido como del Gobierno esperan que en las próximas horas se resuelva el expediente por las denuncias contra Salazar, que fue hombre de confianza de Pedro Sánchez.

Los socialistas se mueven ahora para intentar frenar una sangría aparentemente imparable que tiene muy inquieto al Gobierno y al principal partido de la coalición en un final de año agónico, en el que la detención de Leire Díez, una exmilitante que se presentaba como representante del PSOE para operaciones especiales, fue el remate de una semana imposible.

Distintas fuentes del Gobierno y del PSOE coinciden en que el ánimo “no puede ser más bajo” porque la sucesión de noticias negativas ofrece una sensación de hundimiento que inquieta a todos y tapa por completo la acción de Gobierno. “Es muy injusto, estamos haciendo un montón de cosas, tenemos datos muy positivos en casi todo, y solo se habla de esto. Pero está claro que lo hemos gestionado muy mal”, admite una ministra. Varios miembros del Gobierno coinciden en esa sensación de mala gestión, y miran directamente a la nueva dirección del PSOE. La secretaria general, Rebeca Torró, que estaba recibiendo muchas críticas internas por su inacción, reapareció este miércoles en redes sociales, y se movió en la sombra para que cayera rápidamente el presidente de la Diputación de Lugo, que por la mañana había comparecido ante la prensa desmintiendo todas las acusaciones y negando que se planteara dimitir. “Vamos a seguir actuando con contundencia y protegiendo a las víctimas. Ni ha habido ni habrá impunidad”, aseguró después de que el PSOE anunciara la dimisión del presidente de la Diputación. Torró no ha aparecido en ningún medio durante toda la crisis, ni se la había visto públicamente al frente de ninguna gestión.

La sesión de control de este miércoles ofreció esa imagen de un Ejecutivo a la defensiva por un asunto que devora su imagen en una cuestión clave, la lucha contra el machismo y el acoso sexual, que toca de lleno a uno de los grandes activos del PSOE y de Sumar, el voto femenino.

Mientras, en La Moncloa señalan que es momento de tomar decisiones como la de forzar la dimisión del presidente de la Diputación de Lugo, terminar el expediente del caso Salazar con un informe que se prevé muy duro con él y de apoyo cerrado a las víctimas, se distancian de Leire Díez —“ni el Gobierno ni la dirección del PSOE tienen ninguna relación con ella”, explican— y del presidente de la SEPI —“hace seis años que está fuera”, señalan en el Ejecutivo— y confían en que poco a poco se cerrarán estas cuestiones y se podrá volver a la agenda de Gobierno y a cuestiones clave como la sanidad y la educación públicas o los datos económicos con la inminente subida de las pensiones y del salario mínimo interprofesional. El presidente quería poner el foco esta semana en la sanidad y el escándalo en el Hospital de Torrejón de Madrid, de gestión privada, pero los escándalos machistas y ahora la detención de Díez lo han tapado todo.

Sánchez ha pedido a los suyos que no se dejen arrastrar por el desánimo, aunque también ha exigido soluciones rápidas, y eso explica también la resolución veloz del caso de Lugo. El presidente tiene previsto el lunes una rueda de prensa de balance del año que se antoja dura porque la agenda política se ha colocado en asuntos muy incómodos para el Ejecutivo.

El estado de ánimo en el PSOE “no puede ser más bajo”, lamenta un secretario general, que señala los “múltiples” frentes del Gobierno: ausencia de Presupuestos, la dependencia de Junts, “pero sobre todo el remate” de la sucesión de escándalos de acoso sexual contra dirigentes del PSOE en puestos prominentes. “Es descorazonador para las siglas”, lamenta un miembro de la cúpula socialista. Y más en un partido que se define como feminista y tiene en las mujeres a su principal electorado.

Alberto Núñez Feijóo colocó en el último cara a cara con Pedro Sánchez en 2025 el foco en esas denuncias y su trato denigrante, consciente del daño que causa en el PSOE. Para entonces no había estallado la última bomba contra el Ejecutivo: la detención de la exmilitante Leire Díez y la del expresidente de la SEPI en una operación contra la corrupción bajo secreto. “Las alegrías no nos duran ni un día, salvamos el incendio de Lugo y nos surge esto, que nos arrea en nuestra otra gran bandera, la de la lucha contra la corrupción”, contaba “desolado” un secretario provincial con mucho peso orgánico.

El PSOE ha resuelto en pocas horas el caso del presidente de la Diputación de Lugo después de verse atropellado por los acontecimientos en otra semana aciaga. No solo la secretaria de organización, Torró, también la responsable de Igualdad, Pilar Bernabé, se implicó a fondo. A ellas se sumó la presión pública de otras mujeres con músculo orgánico como Inés Rey, alcaldesa de A Coruña y miembro de la ejecutiva federal. Entre todas lograron que José Tomé renunciara en horas a la presidencia de la Diputación y sus cargos orgánicos. “Siento un profundo asco”, disparó la regidora por la mañana, que expresó su “apoyo total y absoluto a las víctimas” y exigió que se actuara “con firmeza, contundencia y rapidez”, abriendo el camino a otras dirigentes en una crisis en la que el secretario general de Galicia, José Ramón Gómez Besteiro, se puso de perfil, según fuentes socialistas. Horas después, José Tomé renunció a la presidencia de la Diputación y sus cargos orgánicos. En abril había sido reelegido secretario provincial en una campaña de primarias en la que contó con el respaldo sobre el terreno de Santos Cerdán cuando aún era el secretario de Organización, pocas semanas antes de que el informe de la UCO sobre su protagonismo en una presunta trama de mordidas con José Luis Ábalos y Koldo García le mandase 142 días a prisión provisional. “Si Santos no le hubiera apoyado es probable que esto nos lo hubiéramos ahorrado”, sentencia otro integrante de la ejecutiva federal. El candidato alternativo, Iván Castro, concejal de Paradela y diputado provincial de 32 años, tuvo un respaldo del 42% en unas primarias más reñidas de lo esperado.

Pero la reacción a la última crisis, en una cuestión además tan sensible para el PSOE, también ha evidenciado las debilidades de Ferraz, que exige a Tomé que entregue sus actas tanto como diputado por Lugo como por alcalde de Monforte de Lemos. Fuentes de la dirección federal del PSOE no disimulan su malestar con la “displicencia” de la dirección de la federación gallega. Besteiro anuló su agenda y esquivó a los medios. Mientras el líder territorial, oriundo de Lugo, guardaba silencio, Torró lo rompía después de casi dos semanas en el centro de las críticas. “La violencia machista es incompatible con los valores del PSOE”, insistía.

La previsión es que el expediente contra Salazar se conozca de forma “inminente”, según fuentes de la cúpula socialista. Emiliano García-Page pidió desde Bruselas que “no queden dudas” con la resolución del caso. El presidente de Castilla-La Mancha emplazó al PSOE a “despejar el fantasma” del machismo en Ferraz instando a “cumplir con lo que se predica”. El barón socialista dejó un último mensaje recordando que Salazar formaba del parte del círculo del presidente del Gobierno: “Ya es mucho núcleo duro que está involucrado de una u otra manera en escándalos”. “Estamos hasta el moño de puteros y de acosadores”, resumió la portavoz adjunta del grupo socialista en el Parlamento andaluz, Ángeles Férriz. El PSOE es una olla a presión que solo un cierre muy rotundo del caso Salazar puede aliviar un poco, aunque distintos dirigentes admiten que harán falta más cosas para tapar un agujero muy profundo que está arruinando por completo un final de año tormentoso para el Gobierno.

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