Las memorias del rey emérito | Juan Carlos a su hijo cuando le retiró la asignación: “No olvides que heredas un sistema que yo he construido”
EL PAÍS accede al libro del ex jefe del Estado, en el que habla sobre la muerte de su hermano y otros episodios polémicos de su vida. “Se me han adjudicado una decena de relaciones extraconyugales, la mayoría totalmente ficticias”, cuenta

Juan Carlos de Borbón, Rey de España entre 1975 y 2014, publica este miércoles en Francia sus memorias, tituladas Juan Carlos I d’Espagne. Réconciliation, de la editorial stock, una obra de 512 páginas escrita junto con la autora gala Laurente Debray a la que ha tenido acceso EL PAIS. “Mi padre siempre me aconsejó no escribir mis memorias. Los Reyes no se confían. Menos públicamente. ¿Por qué ahora voy a desobedecerle? Tengo la sensación de que me roban mi historia”, dice el emérito en el prólogo.
El libro desvela algunos de los interrogantes de sus cuatro décadas de reinado: el intento del golpe de Estado en 1981, sus relaciones extramatrimoniales, el papel de Felipe VI tras su abdicación y el de la reina Letizia. El libro se publica este miércoles en un momento en que España celebra el 50º aniversario de la monarquía parlamentaria.
Juan Carlos I arranca hablando de su exilio, cuando, en el verano de 2020, se marchó a Abu Dabi, años después de haber abdicado, y habla de la nostalgia que siente por estar fuera de España. “Por la presión de los medios y del Gobierno, tras la revelación de una cuenta bancaria que tenía en Suiza y por acusaciones totalmente infundadas, decido partir para no dificultar el buen funcionamiento de la Corona ni molestar a mi hijo en el ejercicio de sus funciones de soberano”, señala.
Aborda aquel momento en marzo de 2020 en el que el Felipe VI le comunica que renuncia a su herencia y le retira la asignación anual que tenía fijada como ex jefe de Estado. “Este anuncio significa que me rechazas’, le dije. ‘No olvides que heredas un sistema político que yo he construido. Puedes excluirme en el plano personal y financiero, pero no puedes rechazar la herencia institucional en la que has crecido. Solo hay un paso entre ambas”, relata.
Sobre esta fortuna no declarada, el dinero que recibió del rey Abdalá de Arabia Saudí, admite que es “un regalo que no supe rechazar. Un grave error”, aunque también lamenta: “Soy el único español que no cobra pensión después de casi cuarenta años de servicio”.
El libro tiene siete partes, en las primeras el ex monarca aborda su infancia en el exilio y el primer drama que irrumpe en su vida y que le “marcará para siempre”, la muerte de su hermano, Alfonso de Borbón, mientras ambos jugaban con un arma. “No me gustaba hablar de ello y es la primera vez que lo hago”, escribe. “No teníamos ni idea de que quedaba una bala en la recámara (…) Murió en los brazos de mi padre. Hay un antes y un después. Me resulta todavía difícil hablar de ello y pienso en ello todos los días (..) Le echo de menos, me gustaría tenerle a mi lado y poder hablar con él. He perdido un amigo, un confidente. Me ha dejado un inmenso vacío. Sin su muerte, mi vida habría sido menos oscura, menos desgraciada”, escribe.
En el capítulo dedicado a la Reina Sofía, aborda primero sus amores de juventud, hasta que un día Francisco Franco le dijo: “Es el momento de que su alteza deje de tontear y se case”. Juan Carlos tenía 23 años. Fue cuando conoció a la Reina Sofía, a la que se refiere como “Sofi”. “Era una joven floreciente y cultivada (…) A pesar de la barrera lingüística, nos entendimos rápidamente. Comprendí rápidamente que era ella, que ella sería la madre de mis hijos”, relata.
Juan Carlos elogia al dictador Francisco Franco, el hombre a quien debe su coronación, ya que fue el general quien le designó como su sucesor. “Un día Franco me hace ir a su despacho. Yo no sabía nada. Me lo dijo sin rodeos: “Te voy a nombrar sucesor como rey. ¿Aceptas?’ Me quedé estupefacto, pensé en mi padre. Pregunto si tengo tiempo para pensármelo, pero él esperaba mi respuesta rápidamente. Estoy entre la espada y la pared. Reina el silencio, sólo escucho mi respiración. Acepto. Como un deber y una obligación. ¿Tenía otra opción?”.
Relata en un capítulo otro de los momentos más delicados de su reinado, el golpe de Estado (“¿y si la democracia se acabara de repente?”) y cómo fue aquel 23 de febrero de 1981. “Es una de las noches de las que me acordaré siempre. Y creo que también todos los españoles. Tengo aún dudas y preguntas sobre cómo se desarrollaron los hechos y la implicación de algunos. La única certeza es que los militares intentaron, con las armas, burlar la joven democracia española, mi obra, y no podía tolerarlo”, escribe.
Relata que cuando se reunió con Adolfo Suárez éste “pensaba que [el general] Alfonso Armada había jugado un papel en la liberación yendo al Parlamento a hablar con Tejero. “Nos ha salvado la vida, hay que condecorarle”, me dijo. (…) ‘No, Adolfo, tú tenías razón. Armada es un traidor”, le respondió el emérito.
Además de su infancia y juventud, detalla su coronación, los años de transición democrática y también el “calvario” del terrorismo de ETA. En la sexta parte habla de su “vida privada… que no es tan privada”. “Los medios me han adjudicado una decena de relaciones extraconyugales, la mayoría totalmente ficticias. Como si mis vínculos con el sexo opuesto fueran forzosamente relaciones sentimentales. Como si la amistad entre hombres y mujeres no fuera posible”, dice el emérito.
Menciona los rumores de relaciones con mujeres como Ladi Di, de la que dice: “Me parecía fría, taciturna y distante salvo en presencia de los paparazzi”; o con “Sara Montiel, a la que sólo he saludado un par de veces en mi vida. ¡Incluso se dijo que tenía hijos ilegítimos!”, protesta.
La relación con Corinna
De su relación con Corinna, admite que fue la “debilidad de un hombre” y entona el mea culpa con la reina Sofía. “Sofi es una mujer excepcional, de justicia, bondad, rigor y amabilidad. Es la encarnación de la nobleza del alma. No le gusta que la califique de gran profesional, pero España no ha podido tener una reina más dedicada e irreprochable”. “Estoy convencido de que tendrá su lugar en la Historia contemporánea de España, un lugar merecido, como el que ocupa en mi vida: un lugar más elevado”, señala.
El escándalo sentimental de Corinna Larsen, que califica de error, sumado a los judiciales y financieros, obligaron al emérito a abdicar en Felipe VI, que estaba “más que preparado”, dice Juan Carlos en sus memorias. “Durante mucho tiempo presumí de tener al príncipe heredero mejor preparado de Europa (...). No quería que se marchitara esperando su momento”, confiesa.
“Sé que he podido decepcionar a algunos (…) Lo he reconocido en estas páginas. No soy un santo. El poder no ha coartado mi personalidad, que nunca he ocultado (…) No sé si el sacrificio de dejar España es beneficioso y se aprecia en su justa medida. Me ha cambiado mucho como hombre”, dice en las últimas páginas, en la sexta parte, dedicada a su “diario en Abu Dabi”, en su “expatriación forzosa”.
“A través de esas páginas he ido a lo esencial. He intentado que se me entienda mejor, se me conozca, y disipar los malos entendidos. Lo que más me importa es que la Corona me sobreviva y siga haciendo brillar a España, que el espíritu de la Transición que nos ha unido persista por el bien del país, donde querría encontrar mi lugar. El de un hombre que se ha entregado por completo a su país”.
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