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Denunciadas dos policías de Benejúzar por causar la muerte de un hombre delante de su hijo menor

La autopsia certifica que el origen del fallecimiento es violento y lo atribuye a la intensa agitación y estrés que sufrió durante su detención

Sucesos Benejúzar
Rafa Burgos

Dos agentes de la Policía Local de Benejúzar (Alicante) han sido denunciadas por la muerte de Sergio Penalva, un DJ de 47 años al que causaron un considerable número de lesiones que, según la autopsia practicada en el Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses de Alicante, se debieron al forcejeo mantenido por el arrestado con las policías durante su detención. El hijo de la víctima, menor de edad, fue quien interpuso la denuncia ante la Guardia Civil, y manifestó en su declaración que su padre salió el 13 de julio a la calle de madrugada porque sufría una crisis de ansiedad.

El menor cuenta que pidieron ayuda a las agentes y estas se la negaron, dados los antecedentes de consumo de estupefacientes del hombre. Cuando Penalva salió a una carretera para intentar llegar andando a un hospital situado a tres kilómetros de distancia, lo redujeron y una de las denunciadas le puso la rodilla en el cuello hasta cortarle la respiración. Murió tres días después. La Guardia Civil ha confirmado a EL PAÍS que el caso se encuentra bajo investigación.

La denuncia, a la que ha tenido acceso este periódico, está sellada el día 29 de julio en el puesto de la Guardia Civil de Jacarilla (Alicante). En ella, el hijo de Penalva, de 17 años, relata que su padre “se puso muy mal”, lo despertó en torno a las seis de la madrugada y “bajó a la calle corriendo, debido a que le costaba respirar con normalidad”. Padre e hijo se dirigieron al puesto de la Policía Local de Benejúzar (5.697 habitantes), municipio situado al sur de la provincia de Alicante en el que residían.

“Mi padre tocó la puerta pidiendo auxilio y que llamaran a una ambulancia”, declaró el menor, y una agente identificada con nombre y apellidos les negó la ayuda. “Si no me das un motivo, no voy a llamar a una ambulancia, ya me la liaste una vez, no me la vas a liar dos”, asegura que le espetó. Al ver que no lo socorrían, Penalva “decidió irse corriendo” y “empezó a tocar puertas” de las casas de los vecinos.

Las dos agentes siguieron a padre e hijo “con el coche policial” hasta que alcanzaron la casa de una familiar, de edad avanzada, que tampoco les abrió la puerta. A gritos, continúa la denuncia, las policías trataron de que Penalva se detuviera y se convenciera de que habían llamado a los servicios sanitarios, sin conseguirlo. Pese a que le cruzaron el vehículo policial en varias ocasiones, la víctima “siguió corriendo en dirección al Hospital Vega Baja”, situado en Orihuela, a unos tres kilómetros del lugar de los hechos, para recabar la ayuda de los conductores que pasaban en ese momento.

Instalaciones de la Policía Local de Benezújar.

El hijo trató de “apartarlo de en medio de la carretera”, pero solo no pudo lograrlo. Pasada una rotonda, a la salida del municipio, el joven clamó a las agentes: “¿Queréis ayudarle ya, joder?”. En ese momento, cuenta el menor, “las agentes bajan del coche lanzándose sobre nosotros, tirándonos al suelo”. Lo reducen, intentan esposarlo y, al ver que se resistía, la agente identificada “se sube sobre él poniéndole la rodilla en el cuello para inmovilizarlo”. Según la denuncia, continúa así durante cinco minutos, pese a que Penalva ya no forcejeaba.

“Pasados unos minutos me di cuenta de que mi padre no respiraba”, manifiesta el denunciante, “alcé su camiseta y le toqué las costillas”. No percibió señales de respiración. “Lo habéis asfixiado”, gritó a las agentes, que intentaron practicarle una reanimación cardiopulmonar (RCP), “pero al minuto pararon”. La ambulancia, que en ese instante sí había sido solicitada, “tardó más de media hora en llegar”, lo cual, según el menor, evidencia “una omisión de socorro y un abuso de autoridad” por parte de las dos denunciadas.

El relato es prácticamente idéntico al que realizó el joven, acompañado por su madre, ante la Policía Judicial de la Guardia Civil de Almoradí, encargada de la investigación del caso, el día 18 de agosto. Penalva ingresa el 13 de julio en el servicio de urgencias del Hospital Vega Baja “entubado con parada cardiorrespiratoria”, según el informe médico, “en el contexto de una detención dentro del coche patrulla” y “esposado”. En el documento se detalla que es camionero y que “estaba en la discoteca Central”, de Almoradí, circunstancias que niega la familia.

En su segunda declaración, el hijo indicó que su padre era DJ en el pub Nemo de otra localidad vecina, Cox, y que venía de una fiesta celebrada allí la madrugada en la que sufrió el ataque de ansiedad. Desde Urgencias lo derivan a la Unidad de Cuidados Intensivos del mismo centro sanitario “en situación de inestabilidad hemodinámica y coma arreactivo”. Le practican todo tipo de pruebas y en los análisis de drogas da positivo en cocaína, anfetaminas y benzodiacepinas. Permanece ingresado hasta las 22.19 horas del día 16 de julio, cuando se certifica su muerte. Los médicos contactan con el forense para “valoración”, debido a que no se han podido determinar las causas de la parada cardiaca extrahospitalaria.

La autopsia, practicada el 20 de julio y entregada al Juzgado de Instrucción 2 de Orihuela, apunta a que la muerte se produce por “probable fracaso multiorgánico” atribuido a la parada cardíaca, producida “bajo custodia policial” y desencadenada por “agitación severa y consumo de tóxicos estimulantes”. Los forenses aprecian lesiones en la cabeza, las extremidades superiores y en la zona dorsal originadas por “la reducción del sujeto, durante su detención”. El informe concluye que “el origen de la muerte es violento”.

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Sobre la firma

Rafa Burgos
Corresponsal de EL PAÍS en Alicante desde 2018. Desde 1997 ha trabajado como crítico de cine y redactor en diferentes medios, como El Mundo o la Agencia EFE. Ha impartido charlas y cursos en la Universidad de Alicante y en la Miguel Hernández de Elche. Coautor del libro 'La feria abandonada', del dibujante Pablo Auladell.
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