El Rico Pérez de Alicante, un estadio anticuado anclado en el Mundial de Naranjito
El principal recinto deportivo de la ciudad ha tenido diversos propietarios hasta terminar en la hacienda de la Generalitat después de un concurso de acreedores


En uno de los fondos del estadio José Rico Pérez de Alicante, en una especie de balconada junto a uno de los postes de iluminación, ha crecido una higuera. Tan espontánea, libre y resistente a los elementos como cualquier otra. “Está entre el fondo norte y la grada de preferente, al lado de una cantina que ahora está cerrada”, explica Juanjo Chacón, abonado del Hércules Club de Fútbol, equipo que ejerce de local en este campo levantado en 1974. “Forma parte del estadio”, asegura, aunque también señala que es una de las pruebas del “evidente mal estado en que se encuentra el campo”. Coincide con él otro abonado, Javier Pérez: “Lo de la higuera tiene un punto romántico, pero no es serio”. El Rico Pérez, sede del Mundial de 1982, presenta un aspecto “lamentable”, añade un tercer aficionado, Rafa Vega.
El propietario del estadio, el Instituto Valenciano de Finanzas (IVF), que depende de la Consejería de Economía y Hacienda, y el inquilino, el Hércules, han llegado a un acuerdo para acometer alguna reforma antes de que se dispute el primer encuentro de esta liga, contra el Tarazona, el 30 de agosto. Pero la hinchada pide una intervención integral. “Prácticamente, no se ha tocado desde el Mundial”, afirma Vega. El campo de fútbol de Alicante sigue abrazado al recuerdo de Naranjito.

Vega asistió al encuentro inaugural, un amistoso del Hércules contra el Barcelona de Cruyff. “De entonces a ver en lo que se ha convertido, da vergüenza pensar en lo que va a ver quien lo visite”. A ese partido también acudió Pérez. “Fue mi primer partido y desde entonces, el campo ha caído en picado”. Los tres abonados herculanos apuntan en la misma dirección. Buena parte de los asientos, que dan cabida a 29.500 personas de aforo oficial, están sueltos y sin numerar. Hay filtraciones en la grada de preferente, grietas que habría que sanear, deficiencias en la megafonía y suciedad generalizada. Especialmente en el exterior, donde varios sin techo han acampado de manera permanente. “En un amistoso hace dos semanas contra el Murcia, hubo que reubicar a varios aficionados por la presencia de tres nidos de avispas”, recuerda Chacón. En ese mismo partido, la afición visitante arrancó butacas “y la grada del Mundial parece un código QR”, se queja Verdú, que resume la sensación general: “Lo que hay es mucha dejadez”.

Cuenta Chacón que fue “el propio [César Luis] Menotti, seleccionador argentino en el 82, quien eligió el Rico Pérez como sede de la entonces campeona del Mundo. “Le gustaba que las gradas estuvieran pegadas al césped”, recuerda. Con una grada recién estrenada, que con el golpe de Estado de 1981 y su aspecto de tricornio fue bautizada como grada Tejero, el estadio albergó dos partidos de la albiceleste de Maradona “y el encuentro por el tercer y cuarto puesto, entre Polonia y Francia”.
Eran los buenos tiempos del club herculano en Primera División, que progresivamente fue sumiéndose en los sótanos del fútbol profesional hasta acabar en la 2ª Federación, de la que salió la temporada pasada. La gestión en los despachos tampoco ayudó. En 1997, el empresario Enrique Ortiz, encausado en varios procesos de corrupción política y condenado por cohecho en la trama Brugal, se hizo con el club, que actualmente preside Carlos Parodi. Y la propiedad del estadio fue cambiando de mano en función, presuntamente, de sus intereses.
Este traqueteo en la propiedad es, según los aficionados, el origen del estado del campo. Casero [IVF] e inquilino [club] se achacan mutuamente la responsabilidad. Aligestión, firma creada por Ortiz, “era la propietaria del estadio desde 2007”, recuerdan fuentes del IVF, “fecha en que lo compró al Ayuntamiento de Alicante”, con quien este diario ha tratado de contactar, sin conseguirlo. “Tras la operación”, continúan, la mercantil “firmó un convenio con el Hércules CF según el cual, todos los gastos de mantenimiento, conservación, reparaciones ordinarias, limpieza, consumos de energía y agua del estadio” correrían a cargo del equipo blanquiazul.

“Tras un proceso de subasta celebrado para liquidar los bienes de Aligestión, en concurso de acreedores”, prosiguen desde la Generalitat, “el IVF se adjudicó el Rico Pérez en febrero de 2017”. El organismo económico “se subrogó en la posición de Aligestión en el convenio de uso del estadio de 2007, en el que se establece que el mantenimiento y conservación del mismo recae en el usuario de las instalaciones”.
Las fuentes consultadas subrayan que “tras la celebración de cada uno de los partidos que dispute el Hércules”, la entidad “se hará directa y exclusivamente responsable de cuantos daños puedan ocasionarse a sus instalaciones y a terceras personas o cosas”. Desde el club, que reconoce que el Rico Pérez presenta “la necesidad de una reforma” definitiva que “garantice el futuro del club, la viabilidad del estadio y el impulso que merece su entorno” deslizan que no pueden hacer mucho más que atender puntualmente al mantenimiento, pero que las obras de calado debería adjudicarlas el IVF.
De momento, ambas entidades han acordado “acometer unas obras de urgencia” de las que, según el club, se desconocen plazos y objetivos. Se anunciaron hace dos semanas y aún no han comenzado. Del otro lado, sostienen que poseen “un contrato de mantenimiento para todos los activos adjudicados”, que le permiten “acometer los trabajos siempre que se tenga conocimiento de la necesidad de acometerlos”.
La hinchada, mientras, aumenta sus quejas sobre el estadio. Y mira a sus vecinos, el Martínez Valero del Elche y el Enrique Roca del Murcia, en situaciones diametralmente diferentes. “Aquí hablamos mucho, pero luego cuesta que nos unamos para que nos hagan caso”, manifiesta Vega, “porque cuando entra el balón en la portería rival, todo se calma un poco”. “Hacen falta reparaciones propias de un estadio histórico como este”, apunta Chacón. “Tienen que dar una solución, ver quién y qué se tiene que hacer”, declara Pérez. “Ni a Ortiz, que parece que se quiere quedar el estadio, ni a la Generalitat les conviene que el Rico Pérez esté en estas condiciones”, prosigue el abonado. “Pero, al final, la afición es un mal necesario para los propietarios”, sentencia.

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