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El PP rechazó en Murcia una moción similar a la de Jumilla por ser “más sectaria de la cuenta”

A diferencia del Ayuntamiento de Jumilla, los populares aprobaron en la capital una propuesta propia y alternativa a la de Vox que no limitaba el uso de espacios municipales por motivos religiosos

La polémica moción de Jumilla para impedir a los musulmanes celebrar dos fiestas religiosas en instalaciones municipales tuvo un prólogo en la capital de la Región de Murcia. En el pleno ordinario de junio, el grupo municipal de Vox en el Ayuntamiento murciano presentó una moción similar a la de Jumilla para prohibir que en los espacios municipales se celebren “prácticas foráneas”. Pero el resultado de la propuesta ultra fue bien distinto. Lo que en Jumilla sería finalmente una enmienda parcial al texto de Vox que los populares aprobaron manteniendo su título, en Murcia capital fue una negativa del PP a la propuesta de los ultras. Era, dijeron los populares, “más sectaria de la cuenta”. Después de su no, también a diferencia de Jumilla, optaron por presentar y aprobar una moción alternativa. Y hubo una diferencia más con el pleno jumillano. La propuesta de la localidad de 27.200 habitantes veta de facto el uso de los equipamientos municipales para el habitual rezo, siquiera puntual, de los musulmanes. En la de Murcia, de puño y letra del PP, no se hace mención alguna a esos espacios ni a su uso.

La propuesta inicial partió en Murcia, como en Jumilla, de Vox. Alba Franco, concejala de la formación ultra en el Consistorio de la capital murciana, aseguró en el pleno del 26 de junio, en el que defendieron su moción, que las celebraciones como la Fiesta del Cordero en instalaciones municipales son “totalmente incompatibles con la identidad y los usos y costumbres que —dijo— tenemos en España”.

La concejala Franco mandó a los musulmanes murcianos —se entiende que los que no tienen aún la nacionalidad española— fuera de las fronteras para celebrar su culto. “Si son sus costumbres (la Fiesta del Cordero, el velo...) pues nos parece muy bien, pero que las lleven a la práctica en sus países. Nosotros estamos aquí para defender la identidad española y protegernos de la islamización de nuestro municipio”, afirmó. Si el deseo de la edil Franco se llevara a la práctica en toda la Región, tendrían que salir al extranjero a practicar sus oficios religiosos las 146.744 personas musulmanas que viven en la comunidad de Murcia —el 9,3% de los habitantes—, según una estimación de un estudio demográfico del Observatorio Andalusí publicada en 2024. Solo ese año, 1.330 personas oriundas de países de mayoría islámica consiguieron la nacionalidad española en la Región, recoge el INE, que detalla que en 2022 había en la comunidad 12.780 españoles nacidos en esos países. La capital murciana es el sexto municipio con mayor presencia de practicantes del Islam de España, calcula el estudio demográfico mencionado.

“Lo que antes nos parecía una visión utópica se ha convertido hoy en una realidad en la que cada vez más españoles, más murcianos, que no se sienten reconocidos en los barrios donde se han criado”, apuntó la concejala Franco. En un vídeo difundido en redes días antes del pleno, la política ultra señaló que algunos barrios de la comunidad ya “no parecían españoles” porque había “carnicerías halal”. “Vox Murcia quiere que Murcia siguiera siendo Murcia y España, España”, dijo. En el pleno, remató asegurando que Vox no quiere “una claudicación cultural ni una sumisión ideológica” ante las costumbres musulmanas.

La moción incluía una instancia al Gobierno municipal para que no permitiera la Fiesta del Cordero (la versión de Jumilla instaba directamente a prohibirla y que el Ayuntamiento como tal mostrase su rechazo), que el Consistorio conservara los actuales festivos de origen religioso católico y recuperara otros que lo fueron en el pasado, promover “la gastronomía y la carnicería tradicionales españolas” contra la “expansión” de la halal. Pero la de Murcia no mencionaba el cambio de reglamento de las instalaciones municipales que Vox sí propuso en Jumilla y el PP mantuvo.

La propuesta de la capital murciana recibió el rechazo del PP, cuyo concejal indicó que le había “sorprendido” la de Vox por verla “un poco más sectaria de la cuenta”. El rechazo no implicaba una desprotección de lo que en el PP consideran —sin especificar cuáles— “nuestros festejos populares”. “No podrá decir usted que desde este equipo de Gobierno no protegemos nuestras tradiciones, nuestras raíces, nuestra cultura propia a través de nuestros festejos populares”, indicó el popular Diego Avilés, que recordó los siglos de convivencia entre culturas en la ciudad de Murcia: “Murcia se caracteriza, entre otras muchas cosas, y nos conocen también en los libros de historia, por la convivencia de las tres culturas. Ha sido un valor que nos ha acompañado a lo largo de los siglos. Por tanto, yo le invitaría a que practicase también esos valores de convivencia, de paz y de tolerancia”.

Una moción alternativa

Los populares presentaron entonces una alternativa a la moción de Vox en la que apostaban por: “Promover actividades, campañas y propuestas culturales que defiendan nuestra identidad y protejan nuestros valores tradicionales”.

En el texto de la propuesta popular se reconoce que hay manifestaciones “perfectamente arraigadas” y que el Ayuntamiento, “a través de sus festejos populares y programaciones culturales, [es] un claro defensor” de ellas. El PP insta al Gobierno municipal a promover las que llaman “actividades, campañas y propuestas culturales que defiendan nuestra identidad y protejan nuestros valores tradicionales” y a “proteger las manifestaciones religiosas que son tradicionales en nuestro país”. “Sin recortar ningún tipo de libertades”, eso sí, pero tampoco sin mención alguna en el articulado a por qué justo ahora hay que defenderlas ni tampoco qué las amenaza o contra qué o quién deben ser protegidas. La moción alternativa se aprobó con el mismo título que la de la formación ultra: Defensa de los usos y costumbres del pueblo español frente a prácticas culturales foráneas como la ‘Fiesta del Cordero’.

En el agitado pleno, la concejal socialista Ainhoa Sánchez enfatizó la riqueza cultural que supone la diversidad y recordó que, precisamente, Murcia se fundó bajo dominio musulmán, por Abderramán II, el 25 de junio del año 825. Sánchez también hizo referencia en su intervención a la aconfesionalidad del Estado, y recordó que las administraciones públicas deben ser neutrales y “garantizar el respeto a todas las expresiones culturales y religiosas que se desarrollan en el marco legal”, por lo que “pretender prohibir o restringir la celebración de la fiesta del cordero, como proponen, no solo vulnera este principio constitucional o el artículo 14, que prohíbe cualquier discriminación por razón de religión”.

La moción fue aprobada solo con los 15 votos del PP. Se abstuvieron los seis concejales de Vox y los siete del PSOE. La socialista Ainhoa Sánchez tachó la moción del partido de Santiago Abascal de “vómito de racismo, de odio y de xenofobia”. Anunció la abstención de su grupo antes de solicitar al PP que cuando promueva campañas y actividades culturales “no solo sean católicas”.

En el pleno del 28 de julio, la alcaldesa de Jumilla, la popular Seve González, justificó que en el caso de su municipio su partido simplemente enmendara la moción de Vox —en lugar de rechazarla y presentar una propia— en que la de Murcia era “un alegato” con intención de prohibir los festejos. “Este equipo de gobierno y desde este Ayuntamiento nunca se va a prohibir. Nosotros no tenemos ni competencia y tampoco lo haríamos”. La regidora consideró que el texto original de la moción de Vox en Jumilla podía conculcar la Constitución en sus artículos 14 (que regula que los españoles son iguales ante la ley y que no puede prevalecer discriminación por razón, entre otras, de religión) y el 16, que ampara la libertad de religión y culto.

Sin embargo, González no hizo referencia en el pleno a que la propuesta enmendada que había aprobado su partido limitaba el uso de los equipamientos municipales, a diferencia de la de Vox de Murcia y también la de puño y letra del PP de la capital, donde eso ni se menciona. La restricción de las instalaciones municipales fue cosa, pues, solo de Jumilla.

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