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Washington transmitió su malestar a España por el contrato de Interior con Huawei

Las discrepancias entre los dos gobiernos no afectan al uso de las bases militares en operaciones como la de Irán

El presidente español, Pedro Sánchez, primero por la derecha, y el estadounidense, Donald Trump, primero por la izquierda, en la cumbre de la OTAN en La Haya en junio pasado.
Miguel González

El presidente Donald Trump se prepara para celebrar por todo lo alto el 250º aniversario de la independencia de Estados Unidos, que se cumple en 2026. El Estado español debería estar representado en la efeméride, no solo por el decisivo apoyo que la Corona de España prestó a los revolucionarios americanos, reconocido en el retrato de Bernardo de Gálvez, el vencedor de la batalla de Pensacola, que cuelga desde 2014 en el Capitolio; sino porque españoles fueron los primeros europeos que exploraron el actual territorio de Estados Unidos y los fundadores de sus dos ciudades más antiguas: San Juan, en la isla de Puerto Rico, y San Agustín (Florida), en el continente.

No hay noticia, sin embargo, de que autoridades españolas figuren en la lista de invitados, aunque los reyes Felipe VI y Letizia fueron distinguidos por Trump en su primer mandato con una visita de Estado que se frustró por el confinamiento impuesto por la pandemia. Cinco años después, las relaciones entre los dos países no atraviesan su mejor momento, aunque los inquilinos de la Casa Blanca y el Palacio de La Moncloa sean los mismos que entonces.

El motivo del último desencuentro ha sido la decisión del Ministerio del Interior de adjudicar a la tecnológica china Huawei un contrato de 12,3 millones para almacenar digitalmente las grabaciones de las escuchas realizadas por las fuerzas de seguridad en el curso de investigaciones dirigidas por jueces y fiscales. Después de que los presidentes de los comités de inteligencia de la Cámara de Representantes y el Senado de EE UU, los republicanos Tom Cotton y Rick Crawford, pidieran a la directora de Inteligencia nacional de Trump, Tulsi Gabbard, revisar los acuerdos de intercambio de información secreta con España, ante el riesgo de que esta caiga en poder de China, el Gobierno español ha ofrecido garantías de que este contrato no supone ningún riesgo para la seguridad, al tratarse de un almacén estanco, sin conexión con el exterior, en el que no caben fugas.

Sin embargo, según fuentes conocedoras de las conversaciones, en las que han estado implicadas las embajadas respectivas en Madrid y Washington, las autoridades estadounidenses han expresado su disgusto y han dejado claro que la presencia de Huawei es una “línea roja” y que no transmitirá ninguna información a través de redes de comunicación con tecnología china. El Gobierno español ya tuvo ocasión de comprobarlo en 2022, con motivo de la cumbre de la OTAN celebrada en Madrid, cuando los servicios de seguridad estadounidenses obligaron a desconectar los repetidores de la compañía Vodafone próximas al recinto ferial donde se reunieron los mandatarios aliados, debido a la presencia de componentes chinos.

A falta de conocer los últimos detalles, se estima que el acuerdo comercial entre la Comisión Europea y la Administración Trump tendrá un impacto moderado sobre la economía española, a pesar de que el presidente estadounidense amenazó con castigar a España por su negativa a dedicar el 5% del PIB a gasto militar. En realidad, la principal aportación de Madrid a la política de seguridad de EE UU radica en el uso de las bases de Rota (Cádiz) y Morón de la Frontera (Sevilla). Así se comprobó durante el ataque de Estados Unidos e Israel a tres instalaciones nucleares de Irán en junio pasado.

Días antes del bombardeo, el Pentágono destacó aviones cisterna KC-135 en Morón. La ministra de Defensa, Margarita Robles, señaló que el número de aviones desplegados se ajustaba a lo previsto en el convenio bilateral, que prevé un máximo de 15 aparatos de reabastecimiento en vuelo. Según fuentes militares, cuando los bombarderos B-2 cruzaron el Atlántico rumbo a Irán, los aviones estacionados en la base sevillana salieron a su encuentro para suministrarles combustible sobre aguas internacionales. Y lo mismo sucedió en el viaje de regreso a EE UU. No hubo escala ni sobrevuelo del espacio aéreo español, por lo que formalmente no tuvieron que pedir autorización.

A la espera de que el Pentágono anuncie la futura reducción de las tropas estadounidenses en Europa, que se espera sea sustancial, las bases españolas, a mitad de camino entre EE UU y Oriente Próximo, siguen jugando un papel clave, por encima de discrepancias ideológicas.

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Sobre la firma

Miguel González
Responsable de la información sobre diplomacia y política de defensa, Casa del Rey y Vox en EL PAÍS. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) en 1982. Trabajó también en El Noticiero Universal, La Vanguardia y El Periódico de Cataluña. Experto en aprender.
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