La década prodigiosa en Navarra de Koldo García, el conseguidor que traicionó a todos
El que fuera mano derecha de Cerdán en el PSOE y del exministro Ábalos, copió en la política y los negocios el tipo de relaciones que tejió en sus años de escolta y bares de policías

España acababa de ganar la final del Mundial de Fútbol de Sudáfrica de 2010 y en el Bar Stadium de Pamplona, un local frecuentado por agentes de varios cuerpos policiales, estaba celebrándolo Koldo García, que entonces era escolta de un concejal navarro, cuando entraron una chica y su novio de 16 años. Venían de un concierto en la Plaza de los Fueros, en plenos sanfermines, y ella quería pasar al baño. Mientras, su novio se acercó a la barra a pedir algo. Muchos clientes llevaban la camiseta de la selección española. Un policía de paisano reprochó al chaval, que llevaba una camiseta en la que se leía “Independentzia”, que hubiera entrado al bar, le dijo que “se largara”, lo agarró del brazo, lo sacó a empujones y, una vez fuera, le golpeó. “Lejos de poner fin al incidente”, según una sentencia de 2011 de un juzgado de Pamplona, Koldo García, de gran corpulencia y 40 años, intervino para llevarse con “fuerza” al chaval de los brazos hasta el Bar Sol, “donde le agarró del cuello y le propinó varios golpes” más.
Tanto el policía como Koldo resultaron condenados por un delito de lesiones a 900 euros de multa. Era su tercera condena, después de que lo hubieran pillado robando en el Decathlon y de haber apalizado a un ecologista en una obra donde trabajaba como guarda de seguridad. Aun así, su ascenso desde los suburbios de la política arrancó apenas diez días después de esa tercera condena, en junio de 2011, como concejal socialista en un municipio del extrarradio de Pamplona de mayoría abertzale, y lo condujo hasta el Ministerio de Transportes de José Luis Ábalos −y con él cayó en 2021−.
Por el camino, a lo largo de esa década de prodigioso ascenso, se había ganado la confianza de un hombre fuerte del PSOE, primero en Navarra y luego en España: Santos Cerdán.
Hoy, los tres están encausados —y Cerdán, en la cárcel—por una presunta trama de mordidas a cambio de obra pública que los investigadores basan sobre todo en ocho conversaciones con Ábalos y Cerdán que Koldo grabó a escondidas, la grabación de una jornada completa. Aunque muchos siguen sin creerse que él solo haya podido gestionar esa ingente cantidad de información. Solamente la transcripción de las conversaciones incautadas por la UCO, esos miles de archivos que esta semana se han entregado a las partes, ocuparían 65 millones de páginas, según el juez que instruye la investigación del Tribunal Supremo. La mayoría de esos archivos, sin embargo, ni siquiera contienen información relevante.
No lo cree la defensa de Cerdán, que desde que su cliente entró en prisión el 30 de junio pasado alega que Koldo habría actuado “teledirigido”, “guionizado”, como una especie de agente provocador sin control judicial. Y no se lo creen personas que lo conocieron de cerca durante sus años de escolta: “Era una persona leal al 100% y tampoco pensé que tuviera la capacidad para pensar y gestionar todo esto”, afirma un conocido de aquellos años.
De la decena de personas entrevistadas para este perfil, solo a dos les encaja el Koldo que reflejan las investigaciones de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil. “Muchos escoltas de Navarra sabían que le gustaba ir por ahí grabando”, afirma uno que durante aquellos mismos años protegía a un concejal socialista. Alguien que lo conoció íntimamente durante toda esa década, siempre rodeado de agentes de información, tampoco se sorprende: “Yo creo que Koldo ha traicionado a todos. Era mucho más listo de lo que pensábamos”.
Koldo vive hoy en Polop de la Marina, un pueblo cercano a Benidorm (Alicante), mientras avanzan las investigaciones de las supuestas mordidas de constructoras por obra pública, pero también por la compra de mascarillas durante lo peor de la pandemia. Él mismo anotó en su móvil en 2017: “Ya estoy cansado, no solo sirvo para pegar o dar miedo. También hago cosas bien y con cabeza”. Pero no ha querido responder a esa pregunta que tantos se han hecho desde que se conoció el informe de la UCO el pasado 12 de junio. ¿Por qué alguien se grabaría hablando de los delitos que presuntamente ha cometido? “Perdóneme, señor, pero no hablo con ningún medio”, se disculpa él por whatsapp.
La década prodigiosa
El 31 de mayo de 2011 se juzgó aquella paliza al menor y Koldo fue condenado. Pero más allá de la condena, las circunstancias del juicio adelantan en parte la evolución de su figura, más allá de la corpulencia y el carácter “noblote” que algunos le atribuyen.
Koldo nunca estaba solo y nunca era solo Koldo. En aquel juicio, su abogado era el concejal de Unión del Pueblo Navarro (UPN) a quien Koldo protegía como escolta. El concejal y abogado defendía también al agente de la Policía Nacional y ya había defendido a Koldo, porque se lo había pedido un policía amigo, en el hurto del Decathlon, según confirman a este diario fuentes del caso.
Dos meses antes, había fundado la agrupación socialista de Huarte, el municipio del extrarradio de Pamplona donde el PSN no había tenido representación en veinte años. Eran diez militantes y el día de la presentación oficial, aparecen en la foto, junto a tres dirigentes regionales, Koldo y su pareja, Patricia Uriz. Elegido concejal en las elecciones de finales de mayo, tomó posesión el 11 de junio de 2011.
El contexto del terrorismo etarra, con sus asesinatos y su impacto político, rebajó probablemente la importancia de las condenas de Koldo en su salto a la política. Por muchos motivos, incluido uno eminentemente práctico: había pueblos de mayoría abertzale, como el propio Huarte, donde era muy difícil encontrar a alguien que quisiera afiliarse y, mucho menos, presentarse como candidato. Una obviedad que admiten tanto fuentes socialistas como de UPN y el PP de Navarra. Y de hecho, concluida la legislatura, en 2015, sopesó presentarse en Doneztebe, pero finalmente lo descartó, según la UCO, para no presentar su declaración de bienes.
El paso a la política no lo alejó de la calle. Francisco Javier Lorente, Fran, que años después montó el hoy desaparecido Bar Franky, desde donde salían las supuestas facturas falsas con las que Koldo cobraba de Acciona, tuvo primero un pub, Fuentes de Manao. “Koldo iba casi siempre con gente de la Guardia Civil. Tenía una magnífica relación con la Guardia Civil y una muy buena relación con altos mandos de la Policía Nacional. Iba mucho y era muy bien tratado”, afirma un cliente habitual que lo conoció de cerca durante aquellos años del Manao. “Koldo era un magnífico cliente porque llevaba muchos clientes” y “además, si te podía hacer un favor, te lo hacía”, añade.
Los favores tampoco iban nunca solos. En aquel ambiente de camaradería —“él era muy casta, un niño grande”— surgían las contraprestaciones. Un día, el dueño del Bar Franky aceptó sacarlo de un “pequeño lío”. Necesitaba facturar “comidas” ficticias que Acciona, con la mediación de su delegado regional, Fernando Merino, abonaría al bar, cuyo dueño le daría el dinero en metálico a Koldo.
Dicho y hecho, según ha reconocido públicamente el contable del bar. La última factura es de principios de 2018, el mismo año que acabaría ya de chófer del ministro Ábalos, en Madrid.
Política y negocios
A lo largo de esa década, Koldo fue articulando en el contexto de la política y los negocios el tipo de funciones y relaciones que había aprendido a tejer en sus años de escolta y bares de policías. La relación con Cerdán empezó a engrasarse desde que en 2012, nombrado secretario de Organización del PSN, Cerdán y el partido empezaron a contar con él para trabajos de “seguridad y recados”, según un dirigente de la época. Koldo tenía un hermano sindicalista, Joseba, secretario sectorial de UGT-Euskadi.
Para Cerdán, en particular, Koldo hacía cualquier encargo, incluido meter dos papeletas en la urna de las primarias que ganó Pedro Sánchez en 2014. Pero sobre todo se encargaba de la información. Aquel año también hubo primarias en Navarra. Maite Esporrín iba a concurrir contra la candidata de Cerdán, María Chivite. “Cerdán me envía a Koldo para que me invite a comer, porque estoy en el equipo de Maite”, cuenta Miguel Suárez, responsable de comunicación de Esporrín entonces. “Y me pide que cada vez que vaya a algo con ella, les haga un informe”, añade.
Un favor por otro. “A cambio, me promete que María Chivite me iba a hacer secretario de Comunicación de la Comisión Ejecutiva de Navarra. Pero yo me niego. Paso de hacer de espía de nadie y además tengo amistad con Maite”, recordaba Suárez hace unas semanas en Pamplona, después de que una nueva jefa, nombrada por los herederos de Cerdán, lo hubiera despedido como asesor del PSN en el ayuntamiento.
A partir de 2015, la relación de Koldo y Cerdán avanza por los dos lados de la calle: los negocios y la política, aunque a velocidades distintas. En los negocios, los vínculos de Koldo con Cerdán y su amigo, el empresario guipuzcoano Joseba Antxon Alonso, se concretan en una cooperativa, Noran, que el empresario crea a medias con Koldo. A veces las oportunidades surgían de las propias circunstancias.
“Koldo conocía a varios propietarios de las tierras [de la mina] en Sangüensa”, aclaran fuentes de Geoalcali, “y nos pareció útil contratarlo como externo”. Geoalcali es la sociedad propietaria de Mina Muga, el proyecto en torno al que se gestaron los vínculos a tres bandas con Cerdán, Antxon y Koldo.
Sin embargo, la UTE de Servinabar y Acciona para realizar “trabajos auxiliares” en la mina no prosperó y Servinabar dejó de trabajar para Geoalcali en 2021. Acciona obtuvo tres años después el contrato para construir la mina, pero el proyecto se paró por una denuncia ecologista.
En la única obra pública que la UCO atribuye a la trama en Navarra en esos años, Servinabar y Acciona ganaron el contrato para remodelar el Pabellón Arena, pero es que fueron los únicos que se presentaron. En el tercer proyecto, también privado como el de la mina, pero inmensamente más pequeño, un nuevo local para una panadería, ni siquiera está claro qué es lo que habría aportado Koldo.
En política, sin embargo, Cerdán y Koldo apostaron sin duda por el caballo ganador. En su Manual de resistencia (Península, 2019), el ya entonces presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, lo recuerda custodiando los avales antes de presentarlos oficialmente el 4 de mayo de 2017. “Las dos noches anteriores, Koldo, un miembro de la candidatura, se quedó a dormir en la oficina para custodiarlos.” El 23 de octubre siguiente, según la vida laboral que cita la UCO, Koldo era ya asalariado del partido.
Un año después, el hombre para todo, el abrelatas de la política y los negocios navarros, se mudó a Madrid con Patricia, que con la naturalidad de la costumbre, acabaría trabajando como él en el ministerio. Tras la llegada a la Moncloa de Sánchez y el nombramiento de Ábalos como ministro de Fomento (luego de Transportes), Koldo y Ábalos, que habían compartido kilómetros durante la campaña de las primarias, se rencontraron.
Un par de semanas después del nombramiento de Ábalos, Koldo y Cerdán cierran el envío de una transferencia de 4.500 euros a una fundación controlada por el ministro y se disculpan con la hija de éste por el retraso. “No volverá a pasar”, le escribe Koldo. A partir de ahí, si la investigación en marcha por las mordidas de la obra pública demuestra los delitos, quizá aclare también por qué Koldo aportó la principal prueba de cargo en su contra.
Tras la década prodigiosa en Navarra comenzó un camino diferente en Madrid. Pero esa es ya otra historia.
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