La vuelta del Canfranero llena de vida la frontera aragonesa, pero despierta los recelos de Francia
El mítico ferrocarril reanudó sus viajes hace un mes, tras dos años de obras, y ha activado el turismo pero también las inquietudes ecologistas

Más animación, más turistas y viajeros, pero también la inquietud ecologista al otro lado. El Canfranero ha resucitado, y en su primer mes de vuelta a las vías, ha despertado de todo. El ferrocarril tuvo que parar hace más de dos años cuando, por fin, Renfe y Adif iniciaron las obras de reforma de una vía que convertía el viaje hacia la frontera del Pirineo aragonés desde Zaragoza en toda una aventura. Cuando no descarrilaba, el Canfranero se eternizaba en un trayecto de paisaje tan maravilloso como difícil. Pero dos años de obras ―uno de retraso por las inclemencias del tiempo y la orografía― le lavaron la cara, redujeron el tiempo de viaje y permitieron que el pasado 9 de junio volviera a circular. Este regreso ha provocado tal aceptación, que por primera vez en su historia, ha habido días casi con más viajeros que asientos.
Esta misma semana, Renfe presumía de haber vendido 10.000 billetes desde que empezó a emitirlos a finales de mayo y este primer mes de venta, frente a los 3.000 registrados el último año comparable, más del triple. Pero a la vez que la expectación turística, el regreso de este ferrocarril también ha potenciado los recelos ecologistas al otro lado de la frontera.
El Canfranero no se reformaba de forma integral desde que se inauguró, y de eso hace ya casi un siglo. El 18 de julio de 1928 hizo los honores el rey Alfonso XIII con el presidente francés Gaston Doumergue. El proyecto nacía como un ambicioso enlace internacional para conectar España y Francia, y la grandiosa estación, Bien de Interés Cultural e inmortalizada en el cine, era el icono de postal para demostrar esta apuesta que, tras el cierre de la línea internacional en 1970, fue a menos y acabó reduciéndose a escombros y a una línea maltrecha que no ha parado de reivindicarse en Aragón, mientras la acción política se enredaba en estudios y plurianuales.

Pero en el gobierno del socialista Javier Lambán, la estación se reconvirtió en hotel de lujo, gestionado ahora por el grupo Barceló, tras una adjudicación tan polémica como complicada, y el gobierno de España emprendió la reforma de la vía y su entorno. En los últimos dos años, 155 millones de euros se invirtieron en la primera rehabilitación total en 97 años, que ha servido para cambiar carriles, suavizar curvas, renovar traviesas, balastos, pases y túneles. El resultado ha sido un trayecto más estable, cómodo, y con menos traqueteo, que reduce en media hora el tiempo de viaje, antes de cuatro, y evita el peligro constante de descarrilamiento que continuamente dejaba tirados a los viajeros a expensas del bus.
“Este mes de junio ha sido espectacular”, cuenta Fernando Sánchez, alcalde de Canfranc que explica que, desde que se reanudaron los viajes del Canfranero, “hay mucha ilusión y ganas”. “No habíamos tenido un junio igual en turistas y gente por Canfranc, muchos viajeros no quieren perderse la experiencia de este viaje con un paisaje espectacular”, agrega. Y no le falta razón. Por la ventanilla del Canfranero se atraviesan los desérticos Monegros, se pasa por los imponentes mallos de Riglos ―formaciones geológicas que recuerdan al Colorado― o la Peña Oroel, antes de llegar a Jaca y el sublime valle del Río Aragón para acabar en las montañas que nos sirven de frontera y que dejan vistas de impresión, los Pirineos. 188 kilómetros desde Zaragoza para no olvidar. Y esta vez la demanda ha respondido.

Victor López también es canfranero y activista del Canfranc. Este ex alcalde de su pueblo, es también miembro de la Crefco (Coordinadora por la Reapertura del Ferrocarril Canfranc-Olorón) y con esta reanudación del tren le sube tanto la ilusión como la reivindicación. “Es la primera vez ―explica― que hay días con más viajeros que billetes, muchos quieren probar el viaje y esto demuestra que si se quiere políticamente, se puede hacer más y competir con el bus, ya es hora de darle al ferrocarril lo que le corresponde”.
Y según él, lo que corresponde es que el Canfranc se convierta en una auténtica conexión entre España y Francia, porque “sólo quedan 33 kilómetros”, apunta, aunque sean justo los más complicados. Son 25 kilómetros entre el túnel del Somport y Bedous y los ocho del propio túnel, en total 33, pero con Francia hemos topado. “La Francia de París siempre ha mirado con recelo las conexiones desde España, somos el sur y nos tratan como nosotros tratamos a Portugal o Marruecos”, se lamenta, para explicar el desinterés de los galos a activar de verdad obras de mejora que, en su lado, permitirían reanudar el tráfico internacional hasta Pau.
Pero la cosa va más allá del desinterés francés. En este último mes que el Canfranero ha reanudado sus viajes, en Francia también se han resucitado sus recelos. El diario francés Sud Ouest reflejaba el pasado 24 de junio la tensión vivida en Olorón, durante la reunión que mantuvieron la SNCF (Sociedad de Ferrocarriles Francesa), el ayuntamiento y la Región de Nueva Aquitania, que han impulsado una consulta con los ciudadanos sobre el proyecto de la reapertura cuyo resultado se conocerá en diciembre. El público que acudió fue el más hostil a esta conexión, miembros de las asociaciones Pirineos Bien Común y Contra la Reapertura del Ferrocarril Olorón-Canfranc. Los más críticos recelan de su afección al paisaje y en especial de su carácter como transporte de mercancías, con el que expresaron abiertamente su desacuerdo.

Pero Víctor López minimiza estas críticas, a pesar de que reconoce que la reunión fue muy tensa. “Hay franceses ―dice― que no quieren ni el ferrocarril ni la carretera, y piensan que volver a poner el tren no impedirá que sigan pasando los camiones igual, pero lo cierto es que desde que se ha reabierto el Canfranero han dejado de pasar 10 camiones al día, más de 300 al mes cargados de cereal”. “El tren ―subraya rotundo― quitará camiones de la carretera y también del valle del Aspe, y reducirá peligros para los turistas y viajeros que también transiten por la parte francesa". Y termina: “No nos vamos a parar después de mantener los mismos argumentos durante 40 años porque chillen unos pocos”.
Los recelos sobre el Canfranc como tren de mercancías se convierten en lo contrario en la histórica Silos Canfranc. Esta empresa de transporte de cereal rebautizada en 2024 como Transcanfranc, llevaba casi tres años sin poder transportar sus materias primas, y ha recibido con los brazos abiertos la vuelta del Canfranero. Hace solo unos días ―el pasado 26 de junio― que pudo volver a subir al ferrocarril todo el cereal del sur de Francia que transporta en camión hasta la frontera gracias a un acuerdo con la sociedad logística Go Transport, Alsa Rail y ALIA, el clúster logístico de Aragón. Todos defienden el tren como “la solución más competitiva y sostenible”.
El director de Transcanfranc, Javier Apéllaniz, explica sus expectativas en la SER: “Tenemos una tecnología que desde el silo nos permite cargar un ferrocarril con 1.000 toneladas en poco más de dos horas”. Con la nueva línea han ganado peso, de 20 a 22 toneladas y media por eje de vagón, han empezado con 900 toneladas de maíz recolectado en la Nueva Aquitania con destino a distintas empresas de agroalimentación, y el objetivo es ir aumentando hasta las 1.050, o lo que es lo mismo, les gustaría llegar a un ferrocarril diario para alcanzar las 200.000 toneladas al año. Pero también conoce los recelos galos. “Tenemos que hacer, tanto las empresas públicas como privadas, un esfuerzo de marketing para que vengan los franceses y vean lo importante que es esta inversión también para ellos, que conozcan la estación de Canfranc, que sepan desde el centro de Europa que existe una frontera central para exportar sus materias primas”.
Aragón sueña con abrir frontera y conectarse con Europa por Canfranc, pero hay sueños que duran una eternidad. Según lo previsto, la reapertura de la línea hasta Pau se producirá en 2032, aunque hasta entonces todavía puede pasar de todo.

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