El líder de los obispos catalanes sobre petición de elecciones de la Conferencia Episcopal: “La Iglesia no debe entrar en política”

Suenan chispas dentro de los muros eclesiásticos. El líder de los obispos catalanes, Joan Planellas, ha arremetido este fin de semana contra la petición del presidente de la Conferencia Episcopal Española (CEE), el arzobispo Luis Argüello, de disolver las Cortes para adelantar elecciones. “La Iglesia no debe entrar en política partidista”, ha zanjado el arzobispo de Tarragona y presidente de la conferencia que agrupa a las diócesis catalanas en una entrevista este sábado en Diari de Tarragona. Las palabras del prelado catalán llegan tras una semana de declaraciones donde Argüello ha abordado la crisis del Gobierno socialista por la supuesta implicación del ex secretario de Organización del PSOE Santos Cerdán en el cobro de mordidas a cambio de amañar licitaciones de obra pública. “La salida a este bloqueo institucional es dar voz a los ciudadanos”, dijo el presidente episcopal en Abc el pasado lunes. Volvió a clamar públicamente por nuevos comicios los días siguientes y el viernes el secretario general de la CEE, César García Magán, respaldó su discurso: “Es lo que conviene a España por encima de los intereses de los partidos”.

Las palabras de García Magán, pronunciadas durante una rueda de prensa tras la reunión de la comisión permanente de la Conferencia, provocó que el Gobierno enviase una carta oficial donde afeaba a los obispos mantener una “comunión espiritual y política” con los partidos de derecha y ultraderecha“. La posición marcada por dos de los máximos representantes de los purpurados españoles es inaudita en la historia de la democracia porque, a pesar de haber impuesto su voz en el debate político español, la Iglesia jamás había solicitado el fin de un Gobierno.

La postura de Argüello y García Magán ha fragmentado a la jerarquía diocesana, según fuentes episcopales: “Se han extralimitado. Especialmente César Magán. La crisis política no se trató en la permanente, pero creó la apariencia de que sí y fijó posición”.

Planellas es el único alto claro eclesiástico que, de momento, ha dado la cara para pronunciarse al respecto y rematar que “no hay una posición consensuada entre los obispos” sobre el tema. “En este asunto, Argüello solo puede pronunciarse como arzobispo de Valladolid, pero de ninguna manera sus declaraciones representan al conjunto de los obispos”, dice el líder de los obispados catalanes, y añade sobre el secretario general: “Francisco García Magán no estuvo presente en la reunión, puesto que se encontraba fuera de España, en un encuentro internacional de las conferencias episcopales europeas”.

García Magán, que también ocupa el puesto de portavoz de la CEE, precisó que por ahora los obispos no tienen una postura “oficial” sobre la crisis que acorrala ahora al PSOE. Tampoco los Acuerdos con el Vaticano impiden a la jerarquía eclesial pronunciarse sobre los procesos electorales. No obstante, el hecho de que el secretario de los obispos —que siempre se ha negado en las ruedas de prensa a hablar a título personal o a responder preguntas específicas sobre los abusos que gestiona como obispo de Toledo— es inaudita ya que traspasa una línea roja y marca la entrada de la Iglesia en un terreno político que siempre había respetado.

Junto a Planellas, otras voces de cristianos de base han mostrado su malestar ante las declaraciones. Luis Ángel Aguilar, secretario de la Coordinadora de Comunidades Cristianas Populares, acusó a Argüello presidente de los obispos de extralimitarse y de acercarse a los partidos de ultraderecha. “Denunciamos esta derechización eclesiástica tan contraria a un Evangelio que es mensaje de amor”, dijo el jueves tras las primeras declaraciones del presidente de los obispos.

En contraposición a la actitud del líder de los obispos catalanes hay purpurados que apoyan el adelanto electoral. Ignacio Munilla, purpurado de Orihuela-Alicante, publicó el viernes en X un post donde critica la carta que Félix Bolaños, ministro de Presidencia, envió a la CEE. “La gravedad de la corrupción del Gobierno actual no se limita a los tristes episodios de estos últimos días (¡históricamente, no ha habido partido político sin casos de corrupción!); sino que la corrupción principal ha sido y es, la de comprometer el ‘Estado de Derecho’ a su estrategia para mantenerse en el poder: por ejemplo, amnistiando a los delincuentes para obtener su apoyo parlamentario, dinamitando la separación de poderes, etc... Esta es la corrupción principal y más grave; y que, ciertamente, no es sostenible", ha escrito Munilla, que niega que la Iglesia esté posicionada con un determinado partido.

El arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz, conocido por su cercanía a la ultraderecha, ha dado un paso más allá que Munilla y este domingo habló de política durante su sermón. “Urge pasar página cuanto antes y cortar la hemorragia de tantos sobresaltos en esta deriva fallida”, dijo delante de varios cargos públicos durante la celebración del Corpus Christi, donde definió la disolución de las Cortes como “un desbloqueo de las instituciones, sin más amaño torticero ni prórroga tramposa que dar la palabra del pueblo para que exprese con libertad lo que piensa a través de en unos comicios democráticos”.

Lo cierto es que ninguno de los 10 presidentes de los obispos españoles que han ocupado el cargo desde los años sesenta ni ninguno de los consecutivos 11 secretarios generales pidieron la convocatoria de elecciones tras destaparse otros grandes casos de corrupción. Ni siquiera cuando la Audiencia Nacional condenó en 2018 al Partido Popular como beneficiario de un “sistema de corrupción institucional” por el caso Gürtel. Sentencia que luego derivó en una moción de censura contra el Gobierno de Mariano Rajoy y la llegada de Pedro Sánchez al poder. En ese momento, el secretario José María Gil Tamayo dijo: “Por el bien de todos los españoles, hoy más que nunca, es necesaria la responsabilidad y altura de miras política de quienes nos representan en el ejercicio de la soberanía”.

El ex presidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero, cuyo mandato fue asediado por una cadena de manifestaciones impulsadas por la Iglesia y el Partido Popular contra el matrimonio igualitario, ha criticado este lunes la actitud de los obispos. “A mí me acusaron de ser más o menos el diablo porque iba a acabar con las familias; había muchos obispos, de la mano del PP, nunca vi tantos obispos en mi vida. Obispos que curiosamente veinte años después han vuelto a salir a pedir elecciones”, ha declarado durante el acto institucional organizado con motivo del 20 aniversario de la legalización de las bodas de personas del mismo sexto.