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Auge y caída de Isabel Pardo de Vera

A la ingeniera que fue presidenta de Adif y número dos de Transportes tras una carrera fulgurante, le asedian los indicios de corrupción del ‘caso Cerdán’

Isabel Pardo de Vera, expresidenta de Adif, en la comisión de investigación del 'caso Koldo', el pasado mayo.
Javier F. Magariño

A Isabel Pardo de Vera (Lugo, 1975) la metió Ana Pastor en 2016 en el ascensor que podía conducirla hasta la cupula del Ministerio de Fomento. La ministra de la obra pública durante cinco años y medio con Mariano Rajoy confió en ella como directora de Construcción de Adif después de que la joven ingeniera de caminos por la universidad de A Coruña brillara en Galicia, al frente de complejos proyectos ferroviarios. En un sector fuertemente masculinizado, como es el de la obra pública, Pardo de Vera era más de bregarse en obras que de pisar moquetas, pero se adaptó bien a Madrid y progresó en los círculos de poder.

La que podría ser investigada, por reclamación del Supremo, por el presunto amaño de obras como la construcción de la plataforma Vera-Pulpí, en Almería, o la integración del ferrocarril en Murcia, inició su carrera en la pequeña ingeniería Segsa (Sondeos, Estructuras y Geotecnia), para la que trabajó entre 2001 y 2007. De ahí pasó a la pública Ineco, donde ocupó durante unos meses la dirección facultativa de obras en tramos de la alta velocidad en Galicia. Y fue a finales del mismo 2007 cuando aterrizó en Adif a través de una oferta de empleo público.

En su primera etapa en el administrador de la infraestructura ferroviaria, que concluyó en 2015, llevó las riendas en obras del eje Ourense-Santiago (de 2007 a 2009); ascendió a jefa de Infraestructuras en la misma línea (2009-2012), y llegó a gerente de Área para la construcción de la Madrid-Galicia, el proyecto estrella de la era Rajoy. Se encontraba ya en la autopista del éxito.

Tras un breve paréntesis, en el que ejerció de directora de Movilidad e Infraestructuras de la Diputación de Pontevedra, en junio de 2016 se reincorporó a Adif como directora general de Explotación y Construcción. En el puesto de número dos le esperaban 27 contratos de construcción paralizados entre cuantiosos modificados presentados por las contratistas. Dos años después ya era presidenta, sillón que ocuparía hasta el ascenso a secretaria de Estado de Transportes en la crisis de Gobierno de julio de 2021.

Ábalos mandaba en el ministerio cuando Pardo de Vera se convertía en la primera mujer al frente de Adif. Las investigaciones de la Unidad Central Operativa (UCO) apuntan a que la ejecutiva, igual que el director general de Carreteras, Javier Herrero, se convirtió en conexión de Santos Cerdán, Koldo García y el propio Ábalos —el “triángulo tóxico”, que diría la ministra Pilar Alegría— con la evaluación de ofertas de constructoras como Acciona, LIC, OPR y Servinabar 2000 en contratos públicos.

Pardo de Vera no congenió como presidenta de Adif con Pedro Saura, quien fue su secretario de Estado y al que se veía en la empresa pública como un tapón para la licitación ágil de obras. Donde muchos veían a una Pardo de Vera que era excesivamente autónoma (de ahí las tiranteces con su superior), el informe de la UCO añade que la figura de Saura era una amenaza para la presunta trama corrupta. El socialista murciano fue mandado a Paradores y Pardo de Vera ocupó su despacho con Ábalos ya fuera.

En la Secretaría de Estado de Transportes, complementó la frescura política de la ministra catalana Raquel Sánchez con su resolución técnica y no menor encanto. Tocaba poner en marcha la ejecución de 17.000 millones en fondos europeos del programa Next Generation asignados a Transportes y atajar la crisis habitacional. La gallega fue siempre vista como rara avis en el ministerio por su capacidad para hacer carrera con el PP, pero también con el PSOE.

Contacto con el sector empresarial

Tras la crisis financiera que arrasó con la inversión pública en España, la jefa Pardo de Vera se hizo imprescindible para resolver la situación de colapso en la obra pública entre decenas de reclamaciones de las constructoras. También jugó un papel determinante en la liberalización del transporte de viajeros en tren, que dio entrada a Iryo y Ouigo en competencia con Renfe. Y cerró su etapa como cabeza visible de Adif con el banderazo de salida al multimillonario proyecto Madrid Nuevo Norte, iniciativa que cambiará la fisonomía de la capital y que impulsará a la estación de trenes de Chamartín como el gran nodo de comunicaciones del país.

Los presuntos contactos con Koldo García sobre licitaciones millonarias coincidieron con su plan de rejuvenecimiento de la plantilla de Adif; la firma de un contrato marco de financiación con el ministerio que daba solidez a la inversión en obra pública; el diseño de la nueva estructura de cánones que pagan las operadoras y una larga lista de hitos. Pardo de Vera surfeaba la ola como nadie mientras se aproximaba la caída.

Ni un cáncer la consiguió apartar de la primera línea como secretaria de Estado, despacho al que las empresas acudían para reclamar una modificación de la Ley de Desindexación que facilitara las concesiones de carreteras; el pago por uso en las autovías; la liberalización de las torres de control o la defensa al sector aéreo ante la intención de la UE de imponer impuestos al combustible. Todo pasaba por sus manos y terminó eclipsando a la ministra Sánchez. Las empresas la reconocían como la interlocutora válida.

La que figuró en distintas listas de mujeres más influyentes del país y se hizo acreedora del epíteto de ministrable, vio frenada en seco su carrera por el caso de los trenes que no cabían en los túneles de Cantabria y Asturias. Un meme a la vista de que los convoyes de CAF estaban aún sobre planos y no habían comenzado a construirse. El entonces presidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla, pidió cabezas en febrero de 2023 y rodó la de Pardo de Vera. El problema, cuentan quienes vivieron esa crisis, es que se ocultó ese polvorín a la ministra hasta que estalló en telediarios, boletines de radio y periódicos

Isabel Pardo de Vera intentó, sin fortuna, resetear su carrera en el sector privado. Pesaban numerosas incompatibilidades tras su paso por Transportes. En marzo firmó por fin un contrato como consultora senior en ACS, a razón de 400.000 euros al año, según cifra que publicó El Confidencial. Apenas duró unos días. Florentino Pérez rompió cualquier vínculo por la imputación de su último fichaje en el caso Koldo por la contratación irregular de la expareja de Ábalos, Jésica Rodríguez, en las empresas públicas Ineco y Tragsatec. Antes, Pardo de Vera había pasado por el Supremo en condición de testigo por la compra de mascarillas a empresas vinculadas a Víctor de Aldama.

A la ingeniera lucense le quedaban amigos días atrás en el Ministerio de Transportes, antes de que detonara la bomba Cerdán. Un alto cargo achacaba su “persecución” al hecho de “ser hermana de la periodista Ana Pardo de Vera”, considerada un azote de la derecha como exdirectora de Público y habitual en varias tertulias. Hoy no sabe qué pensar.

De las Pardo de Vera, hijas del abogado Gerardo Pardo de Vera y Díaz, se dice que descienden de Sancho III de Navarra. 1.000 años atrás fue rey de un territorio en el que ahora aflora una supuesta trama corrupta, la de Santos Cerdán, que amenaza con enterrar la carrera de Isabel.

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Sobre la firma

Javier F. Magariño
Es redactor de infraestructuras, construcción y transportes en Cinco Días, donde escribe desde junio de 2000. Ha pasado por las secciones de Especiales, Cinco Sentidos, 5D y Compañías siguiendo la información de diversos sectores empresariales. Antes fue locutor de informativos en la Cadena Cope, además de colaborar en distintos medios de Madrid.
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