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Tribuna
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Gibraltar y el Campo de Gibraltar: una nueva era

El Peñón, durante décadas fuente de tensiones, puede convertirse ahora en un ejemplo de integración, modernidad y prosperidad compartida

Paso de vehículos en la aduana entre España y Gibraltar.

En un mundo cada vez más tensionado por pulsos geopolíticos, fronteras que dividen y enfrentan y discursos excluyentes, el acuerdo político en relación con Gibraltar, alcanzado el pasado 11 de junio, representa precisamente lo contrario: la cooperación, la prosperidad compartida, la convivencia y el interés de los ciudadanos por encima de cualquier otra consideración.

Los compromisos alcanzados en Bruselas, que la Comisión recogerá en un texto a lo largo del próximo trimestre, son las bases de una nueva relación entre Gibraltar y el Campo de Gibraltar —dos realidades unidas por la geografía y separadas durante demasiado tiempo por barreras físicas, jurídicas y mentales—. Con el acuerdo alcanzado, la verja física cae, y con ella caen todas esas otras barreras, para que se pueda abrir camino un futuro compartido.

Una de las decisiones más visibles y transformadoras del acuerdo es la eliminación de la Verja que durante décadas ha sido el icono de una división que ya no responde a la realidad social y económica del siglo XXI. La caída del último muro en la Europa continental no es solo un hito histórico, es también una declaración política de entendimiento y unidad. Supone decirle al mundo que seguimos apostando por soluciones dialogadas, abiertas y beneficiosas para todos.

De manera práctica, el acuerdo garantiza la libre circulación de personas entre Gibraltar y el Campo de Gibraltar. Para los más de 15.000 trabajadores transfronterizos que cruzan la Verja cada día, esto es una mejora directa y palpable en su calidad de vida. No tiene sentido alguno que se tarde menos en ir de Madrid a Londres que en recorrer los escasos cientos de metros que separan el centro de La Línea de la Concepción del centro de Gibraltar. Unos cientos de metros fracturados, sin embargo, por esa barrera de horas, esperas y colas interminables que separaban familias, comerciantes, trabajadores y productores. Este acuerdo elimina esos controles, los atascos y las incertidumbres diarias, y se refuerzan los lazos laborales, familiares y sociales entre ambas comunidades.

Pero el acuerdo no se queda en la movilidad de personas. También sienta las bases para una unión aduanera, con controles realizados en puertos españoles y sin necesidad de fiscalizaciones por carretera. Esto reduce los costes logísticos, evita duplicidades y sienta las bases para una integración económica mucho más fluida y competitiva. A ello contribuye también la fiscalidad indirecta. Por primera vez, habrá una convergencia plena con los tipos fiscales europeos, tanto en la venta de bienes al consumo, como en impuestos especiales incluyendo el tabaco, los carburantes o las bebidas alcohólicas. Esta nueva fiscalidad ataca de raíz una de las principales fuentes de fricción histórica entre Gibraltar y su entorno: el riesgo de una desviación del comercio derivada de una diferente fiscalidad. Ahora, el terreno se nivela y se evitan desigualdades en beneficio de toda la región. Además de la convergencia acordada, un mecanismo independiente supervisará permanentemente cualquier desviación y realizará los ajustes que sean precisos.

En el ámbito de la seguridad, el hecho de que sea la Policía Nacional española quien realice los controles de primera entrada y salida en el aeropuerto gibraltareño no solo ofrece todas las garantías de integridad exigidas por el espacio Schengen, sino que es un buen ejemplo de cómo se ha impuesto el interés ciudadano sobre cualquier maximalismo políticamente estéril y absolutamente contraproducente para quienes residen en la zona.

Este acuerdo rompe con la visión tradicionalmente cortoplacista con la que se han abordado tantas veces los asuntos relacionados con Gibraltar e incluye compromisos en materia medioambiental, respetando los estándares de la Unión Europea y creando una comisión mixta para abordar desafíos como los vertidos o los rellenos artificiales. El mensaje es claro: el bienestar del ecosistema y la salud de los ciudadanos no puede depender de disputas entre territorios que, en el día a día real, viven integrados. Además, se creará un mecanismo financiero conjunto para promover la cohesión y reducir las desigualdades entre ambos lados de la frontera. Es una apuesta política por el empleo, por la formación y por un crecimiento que no deje atrás a los más vulnerables. Es establecer la equidad como política de Estado.

Este acuerdo es una victoria de la diplomacia serena y profesional. Frente a las proclamas unilaterales y huecas, se ha apostado por el diálogo entre gobiernos con posiciones distintas pero complementarias. España no renuncia ni renunciará nunca a sus posiciones jurídicas sobre la soberanía pero demuestra que es posible mantener principios firmes sin caer en el inmovilismo. Se puede defender nuestra legítima postura nacional sin bloquear el progreso de los 300.000 ciudadanos que viven en la zona y cuyo bienestar es y siempre ha sido nuestra guía y nuestra prioridad en esta negociación.

Este acuerdo, además, envía un mensaje poderoso a una Europa que busca redefinirse tras el Brexit: el proyecto europeo sigue siendo una herramienta útil para resolver problemas complejos con soluciones inteligentes. Gibraltar, durante décadas fuente de tensiones, puede convertirse ahora en un ejemplo de integración, modernidad y prosperidad compartida.

Es también una oportunidad para Andalucía y, en particular, para el Campo de Gibraltar. Una oportunidad de dinamización económica y creación de empleo. De insuflar una vitalidad aún mayor al Puerto de Algeciras. De aprovechar economías de escala en toda la zona. De evitar duplicidades de servicio. Por primera vez en mucho tiempo, se abre una ventana real de futuro para una región que ha sufrido el del desempleo y el olvido institucional. Con el nuevo mecanismo financiero, la libre circulación de personas y mercancías y el aeropuerto abierto a España, a Europa y al mundo, este acuerdo supone un salto de Gibraltar y del Campo de Gibraltar hacia una nueva era, hacia un nuevo modelo de desarrollo y un futuro de prosperidad. Caminemos todos juntos hacia ello.

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