“Ni en tu pueblo ni en el mío”: la simbiosis de macrogranjas y plantas de biogás saca a los pueblos a la calle
Decenas de localidades afectadas por las grandes plantas de ganadería intensiva y de tratamiento de residuos acogen este sábado concentraciones de protesta


El tándem formado por las macrogranjas y las plantas de tratamiento de residuos para obtener biogás recorre la España rural. Esta simbiosis, con la producción de energía a partir de los purines generados por la ganadería intensiva, se multiplica entre las provincias ya despobladas o en riesgo de despoblación y se asienta en zonas afectadas por la crisis demográfica. Los residentes temen que perjudique aún más sus esperanzas porque estas industrias apenas acarrean empleo o riqueza y pueden espantar a futuros residentes o actuales moradores. Tal proliferación está despertando las quejas y movilizaciones rurales, traducidas este sábado en una manifestación en múltiples municipios afectados por esa combinación bajo un lema rotundo: “Ni en tu pueblo ni en el mío”. Las protestas se celebrarán en localidades de Castilla y León, Galicia, Andalucía, Castilla-La Mancha, Murcia, Extremadura, Navarra o Cataluña.
La concentración comprende a decenas de colectivos distribuidos por las provincias o comunidades donde están construyéndose, operando o proyectándose estas instalaciones, de Castilla y León, GaliciaCastilla y León, GaAndalucía, Castilla-La Mancha, Murcia, Extremadura, Navarra o Cataluña. Los implicados han suscrito un comunicado conjunto donde expresan sus motivos para salir a las calles este sábado y apelar a todas las plataformas rurales, pues entienden que la problemática afecta a todos los sectores de esos territorios. “Esta jornada de lucha, impulsada por la red estatal StopBiogás, denuncia un modelo que devasta el medio rural, degrada el territorio y pone en riesgo la salud de las personas, fomentado sin transparencia y sin escuchar a la ciudadanía”, anuncia el mensaje coral. En este, hay múltiples alusiones a conceptos como “zonas de sacrificio”, pues usan este término para denunciar que esa parte de España se exprime como fuente de producción energética, con la masificación de las plantas renovables, o para recabar recursos alimenticios sin dar a cambio beneficios para los proveedores.

Los convocantes reniegan del concepto “verde” o “circular” sobre las macrogranjas y las plantas de biometano porque “son grandes instalaciones industriales contaminantes, que reciben y procesan residuos como purines, lodos de depuradora, restos orgánicos urbanos, restos agrícolas, subproductos de mataderos o incluso cadáveres animales”. De ahí, añaden, salen “residuos tóxicos” capaces de contaminar las tierras o los acuíferos además de los “olores insoportables” habituales en esos entornos.
Los colectivos detallan que ese supuesto ecologismo choca con la necesidad de esas factorías de recibir residuos constantes, lo cual “refuerza el modelo agroindustrial contaminante, especialmente el de la ganadería intensiva” y se forma un “círculo vicioso” de “más animales, más residuos, más digestato, más emisiones” que mantiene un “modelo insostenible”. Lo económico irrumpe en que “no generan beneficios reales para los pueblos: crean poco empleo, deterioran los recursos naturales, desvalorizan las viviendas y dificultan un modelo rural sostenible” y tampoco gusta la “opacidad” y escasa “participación vecinal” para aprobarse o acordarse.
Como exigencia reclaman paralizar todos los proyectos de estas características, transicionar hacia un “modelo energético justo y descentralizado”, mejorar la gestión de residuos y dar peso a los territorios a elegir cómo desarrollarse y apostar por “alternativas vivas como la ganadería extensiva, la agroecología y el turismo rural”.
Castilla y León es uno de los territorios con más reacción popular ante esta irrupción, con frecuentes movilizaciones incluso frente a las Cortes autonómicas. Sectores clave como el del vino, concretamente los bodegueros de Ribera de Duero, también se han unido a estas protestas porque creen que sus viñas y empresas también se ven perjudicadas por esa alianza del biogás y las macrogranjas.
Aurora Vilariño, al frente del colectivo de Milagros (Burgos), considera que “esta jornada busca visibilizar el rechazo social creciente frente a un modelo que convierte a los pueblos en zonas de sacrificio, y apuesta en su lugar por una transición energética justa, la gestión de residuos en origen y un desarrollo rural verdaderamente sostenible, donde la participación social sea la base”. “¡Decimos ‘¡Basta!’ a esta expoliación de nuestros recursos naturales”, sentencia.
Murcia se ha convertido en otra región donde el crecimiento de los proyectos de biogás junto a inmensas ganaderías intensivas está provocando rechazo. Zorionak Meneses, una de las integrantes de las asociaciones críticas, calma contra estas empresas: “El diagnóstico común es el mismo: se está generando una auténtica ‘burbuja especulativa’ en torno al biogás, alentada por la falta de control público, el interés empresarial en captar fondos europeos y al servicio de los lobbies de la industria cárnica y energética”.
La coordinadora murciana, con siete colectivos aunados, asegura que muchas de ellas “se están presentando sin estudios de impacto ambiental sólidos, a escasa distancia de viviendas, centros educativos o espacios especialmente sensibles, como el Mar Menor”. Meneses matiza que estos pueblos no son radicales contra esta fuente de energía sino que buscan modelos sostenibles y ordenados: “Nuestra intención no es demonizar el biogás, sino alertar sobre cómo se está implantando en la región: sin orden, sin controles y sin contar con la gente que vive en los lugares afectados”.
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