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Adiós a la osa ‘Paca’, un icono de Asturias en la lucha contra el furtivismo

El Gobierno regional le ha practicado este jueves la eutanasia al plantígrado de 36 años por sus graves problemas de movilidad

La osa Paca, un icono de Asturias, en una fotografía cedida por el Gobierno local.
Nacho Poncela

La Consejería de Medio Rural y Política Agraria ha practicado este jueves la eutanasia compasiva a la osa Paca ante sus problemas de movilidad, que se agravaron en los últimos días y que comprometían su calidad de vida. La decisión se tomó tras analizar el último informe veterinario sobre el animal, que revelaba un deterioro irreversible de su estado físico, así como una severa disminución de la reacción ante estímulos y una pobre condición corporal. La osa, de 36 años, ya no ingería la medicación que necesitaba para aliviar los síntomas de la artrosis, una situación que motivó en los últimos tiempos su postración prolongada durante largos períodos.

Veterinarios de la consejería, junto con la veterinaria de la Fundación Oso Asturias, encargada de la atención facultativa y el cuidador habitual del animal, han sido los encargados de practicar la eutanasia. El cuerpo de Paca se ha trasladado al Centro de Recuperación de la Fauna Silvestre de Sobrescobio, donde se practicará la necropsia.

Hace ya 30 años que dos pequeñas oseznas, de apenas cinco meses de vida, se convertían en el icono de la lucha contra el furtivismo y en la última luz de alarma: el oso pardo estaba en riesgo inminente de convertirse en una especie extinguida en la Cordillera Cantábrica. Paca y Tola salieron del maletero del coche de un furtivo y en 1989 pasaron a ser la esperanza de una especie que a punto estuvo de desaparecer. La salvación de los dos pequeños ‘esbardos’ fue la de una raza que en las tres últimas décadas no ha dejado de crecer en la región. La serie de datos de osas con crías que maneja la Fundación Oso Pardo muestra claramente la recuperación de la población cantábrica, que en los últimos 25 años ha crecido a un ritmo del 10% anual.

La osa Paca y su hermana Tola, que murió en 2018, fueron rescatadas tras quedar huérfanas después de que un cazador furtivo matara a su madre. Ambas permanecían desde 1996 bajo el cuidado de la Fundación Oso Asturias en el cercado de Santo Adriano, tras un breve periodo en Vic (Cataluña) y en Hosquillo (Cuenca) y una vez constatada la imposibilidad de que sobrevivieran en libertad. Se convirtieron en el símbolo de la lucha por la supervivencia del oso pardo cantábrico. Su presencia en los cercados oseros y su propia historia despertó conciencias y favoreció la puesta en marcha de un plan para la recuperación de la especie que, sin embargo, continúa todavía en peligro de extinción.

El cercado osero de Proaza echará de menos a las hermanas mientras sigue creciendo Molina, otra osa. Su supervivencia es la herencia de un éxito de conservación, cuya primera piedra se puso en el año 1967, cuando se dejaron de abatir osos en España y en 1973 pasó a considerarse especie protegida.

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