El Renoir que no conocías tiene un videoclub
Matthew Renoir, descendiente del pintor impresionista y del director de cine, honra el espíritu creativo de la familia abriendo un videoclub en California


La penúltima vez que un Renoir dejó su huella en Hollywood fue en 1946, cuando el cineasta Jean Renoir fue nominado al Oscar por El hombre del sur. Mucho antes de que el director apareciera por California, las obras de su padre, el maestro impresionista Pierre-Auguste Renoir, ya colgaban en los muros de los mejores museos de este Estado. El tercer Renoir con presencia en la zona se llama Matthew Renoir, y es tataranieto del pintor impresionista y bisnieto del cineasta, y su aportación a la cultura puede que no sea tan enorme como la de sus antepasados, pero no deja de ser singular: cuando todo el mundo parece vivir en un perpetuo estado de streaming, el Renoir de 2025 ha abierto un videoclub llamado Be Kind Video, en Burbank, cerca de Los Ángeles.
“Toda mi vida he estado enamorado de los videoclubs. Cuando era niño, a finales de los ochenta, había muchísimos. En el instituto iba a un videoclub y me interesaba mucho la historia del cine, ver una película y luego buscar qué la había inspirado, tirar del hilo hacia atrás… Con la pandemia, cuando todo el mundo estaba encerrado y buscaba sentirse seguro, vi que la gente empezó a coleccionar videojuegos, discos, juguetes, VHS. Fue como una tormenta perfecta”, explica.
Renoir empezó con una microbeca de 5.000 dólares ofrecida por un curso de negocio y la ayuda de un par de amigos en un experimento que a ojos de un extraño podría parecer tan solo una ocurrencia: “Lo cierto es que desde el principio fui muy cuidadoso: era un negocio nuevo, algo que mucha gente no se imagina que pueda funcionar, así que no quería gastar de más. Intenté ser listo y me aseguré de conseguir películas que no están disponibles en streaming: Cocoon, Silkwood, Spice World, Matrimonio compulsivo… Hice mucha investigación previa y descubrí que hay un montón de personas que viven este mundo como algo que es —en esencia— pura nostalgia. Mucha gente que vio por primera vez ciertas películas en VHS y quiere rememorar esa sensación… Yo mismo recuerdo ver Jurassic Park en una tele de 13 pulgadas que en aquel momento me parecía enorme [risas]”.
Be Kind Video va camino de cumplir su tercer aniversario y su público, al contrario de lo que podría pensarse, no deja de crecer. “Vienen mileniales, de la generación X y muchos de la Z. Incluso adolescentes. Ayer, por ejemplo, un cliente batió el récord de alquileres y se llevó 21 películas. Luego están los padres que quieren que sus hijos vivan la experiencia que ellos tuvieron: ir al videoclub un viernes, elegir películas, comprar pizza, y otros vienen porque lo han visto en Stranger Things o Yellowjacket y sienten cierta envidia de esa vida analógica”, explica Renoir.
Lo del apellido es algo que resulta chocante de entrada, pero que el californiano lleva con estoicismo: “Mi abuelo nació en Francia y emigró durante la guerra. Él siempre decía: ‘No vamos a hablar francés aquí, es ridículo’. Cuando era niño viajábamos a Francia, al sur, al lugar donde el artista vivió sus últimos años. Ahora es un museo. Mi abuelo nació allí. Siempre hubo una conexión, pero yo crecí en un pueblo agrícola de California y, cuando iba al instituto, ni siquiera el profesor de arte hizo la conexión. En el libro de texto había un cuadro suyo en el primer capítulo, pero solo amigos de mi hermano o gente cercana lo mencionaban. De cualquier modo, yo nunca he sacado provecho de eso. No tengo cuadros, no sé pintar… Me siento orgulloso, pero no me ha dado ventajas para nada. La gente debe creer que tengo la casa llena de obras originales. Pues mira, no [risas]. Ya me gustaría: en mi casa solo tengo dvd, vhs y BR”.
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